jueves, 26 de julio de 2007

EL BESO DE PIEDAD

Instalación del Congreso
El beso de Piedad
Es poco lo que se puede decir del inicio de sesiones del Congreso. El protagonismo corrió por cuenta de la Presidenta saliente, quien lloró, y de Piedad Córdoba, quien abrazó y besó al Presidente. ¿Beso de Judas? ¿Quién lo sabrá?
Luis Carvajal Basto

El Espectador
lunes, 23 de julio de 2007


El acto se inició con un balance pobre de un Congreso más pobre, en el cual Dilian Francisca Toro se refirió al compromiso que cree haber cumplido con los compatriotas del Pacífico. No dijo nada de sus colegas detenidos y sindicados, pero lloró. Seguramente al recordarlos. Es apreciable ese acto genuino de sensibilidad. Pero ellos hubiesen preferido una manifestación de solidaridad y nosotros, los colombianos no congresistas, un balance más profundo de lo que el anterior Congreso no hizo. Que fue mucho más de lo que hizo, es decir, tratar de negociar la Gobernabilidad.
Dos cosas quedan claras en este inicio de sesiones: que se siguen cumpliendo los compromisos al interior de la coalición de Gobierno, al menos, en la elección de mesas directivas. Pero eso en una coalición que como muchos matrimonios está pegada con babas, no se debe tanto al liderazgo de los partidos, como al del Presidente, que mantiene el equilibrio a pesar de la ruptura en la U (¿alguna vez un partido?) y la anarquía de los movimientos minoritarios.
La otra, que no se entiende la laxitud del Gobierno en la anterior legislatura, la cual lo dejó hipotecado con las nuevas condiciones de la moción de Censura. El primer round en esas nuevas condiciones, se verá al momento de ratificar, o no, los innumerables e impagables micos incluidos en el Plan de Desarrollo.
Uribe no improvisó y presentó las conocidas cifras que respaldan y explican su proyecto político. En un discurso dirigido más a los empresarios que a los congresistas, se ratificó en los fundamentos de la Seguridad Democrática y en la necesidad de mantener las condiciones que permiten la “confianza inversionista”, como variable fundamental para el crecimiento. Se preocupó por crear un ambiente favorable a las enmiendas al TLC y se ratificó en que no habrá despeje.
Su planteamiento de otorgar prioridad a la erradicación manual sobre las fumigaciones, es un mensaje, tal vez el único, a la comunidad internacional y más precisamente al congreso norteamericano: sin importar la magnitud de la ayuda de ese país, seguirá en la cruzada contra el narcotráfico.
Merece la atención lo que no dijo: no habló de problemas como la revaluación y los efectos de los aumentos de las tasas de interés en el desempeño futuro y las expectativas de la economía; en lo que espera del congreso norteamericano con relación al TLC; el proceso de paz con el Eln y los desarrollos de Justicia y Paz.
Deja la impresión, a pesar de la dura y apenas natural condena, que con las Farc no abre ninguna puerta, pero tampoco la cierra. Da por sentado que la cerraron ellos. Todo esto por una razón elemental en el ejercicio del Gobierno: son temas sobre los cuales no quiere compromisos que lo condicionen para tomar decisiones, sobre ellos quiere mantener una agenda abierta que le permita maniobrar.
Luego de este breve registro, lo más desconcertante de este acto de instalación del Congreso, fue la actitud de la senadora Piedad Córdoba, al abrazar y besar al Presidente. Se sabe que lo cortés no quita lo valiente, pero no se puede olvidar que a ese mismo Uribe y su Gobierno los ha denunciado en foros internacionales por hechos no probados, afectando la institucionalidad, al calor de los “debates” de Petro y seguramente para no quedarse atrás.
Ella, tan combativa, tan “frentera”, tan “siempreviva”, como se dice que es, en un acto infinito de melosería. ¿Será que ha renunciado a su controvertido estilo? ¿Se avecinan nuevos vientos en la relación con Uribe? ¿Ha recibido información que desvirtúa lo que antes pregonaba? ¿O será solo por llamar la atención? ¿Quién sabe? Definitivamente lo único previsible de ella es su turbante.

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