lunes, 25 de marzo de 2013

El Paraguas del alcalde


El paraguas del alcalde

Por: Luis Carvajal Basto

Ante el desastre administrativo de Bogotá, Gustavo Petro no puede seguir respondiendo a los cuestionamientos a su gobierno con insultos o generalizaciones filosóficas. La buena o mala gestión no tiene color político y, afortunadamente, se puede medir.




El último eslabón en una cadena de errores es el tratamiento que se está dando al tema de la valorización. Tal y como planteamos en nuestra columna del pasado 25 de febrero, todo parecía indicar que la facturación o cobro a los ciudadanos no estaba debidamente sustentada, ante lo cual la alcaldía sugirió, en ese momento y para salir del paso, que no se cobraría a predios con un valor inferior a ochenta millones. De esa manera supuestamente se “castigaba” a los estratos altos y, más acorde con la filosofía que cree pregonar, se exoneraba a los demás sin importar, por ejemplo, qué cantidad de bienes tiene cada ciudadano. Nada más inicuo, desequilibrado ni, matemáticamente, injustificable. El remedio, de acuerdo con esa “salida”, era peor que la enfermedad.
Pues casi un mes después, las dudas expresadas entonces en esta columna son compartidas por la Personería, que no encuentra sustentados los cobros y la Contraloría, que ha hallado irregularidades de diferente índole, como que el 70% de los dineros pagados ya por los contribuyentes se encontraban “durmiendo” en los bancos; muchos proyectos carecían de estudios y diseños y se tuvieron en cuenta las áreas de terreno y no las construidas.( ver http://www.elespectador.com/noticias/bogota/articulo-411451-contraloria-asegura-idu-no-esta-listo-iniciar-obras-de-valorizac).
En síntesis: las facturas de la valorización no tienen un adecuado soporte o justificación, lo cual ha llevado al alcalde a dar reversa, otra vez, para avanzar, ya no en el cobro a los predios con valor inferior a 80 millones sino en la dirección de derogarlo, reconociendo, de hecho, que nunca lo ha debido efectuar, por lo menos no en las condiciones en que lo hizo, es decir, facturando primero y preguntando después. Si eso no es improvisación y desorden ¿Cómo se podrá llamar?
Antes de la valorización, podemos recordar sus anuncios sobre la empresa de energía que iban afectando su valor; el año largo que se gastó solucionando el “problema” de pavimentar 100 metros en la 98 con 11, un sitio neurálgico( el resto de las vías se deteriora pero no tienen el mismo nivel de veeduría ciudadana); sus disquisiciones sobre la ALO y un extenso discurso medioambiental que no han terminado en nada; su incapacidad para conformar y mantener un equipo de gobierno; el fracaso en el anunciado cambio de modelo de recolección de basuras, en que él era el único que creía hasta el momento en que, ante la evidencia, debió reconocer su ineptitud, y una larga lista de etcéteras.
Su costumbre de “lanzar globos” como el de los toros, un tema mediático que poco tiene que ver con la administración de una ciudad enorme, con el fin de mantener a los medios y la ciudadanía “ocupados”, no alcanza a tapar las fallas enormes en sus responsabilidades. La parálisis de Bogotá se puede medir en las vías sin pavimentar o en el trancón sin solucionar, pero también en cifras como que en 2012 las Empresas del distrito ejecutaron apenas el 78% de su presupuesto y en inversión el 74%, mientras que el recaudo (incluidas las empresas) se situó en el 96%.Mejor dicho: no sabe qué hacer con la plata pero pasa facturas de cobro sin sustento.
Los hechos de cada día confirman que Petro se “encontró” la alcaldía y no sabe qué hacer con ella, salvo recurrir a su discurso de “pobres vs ricos” etc. el cual no sirve para hacer gestión pública pero sí para aparecer en los medios como un moderno Robín Hood ante una audiencia cada vez menor pero ideologizada que le “come cuento” fortaleciendo su imagen nacional y su, no tan secreta, aspiración presidencial. Ante cualquier crítica, que llueven, abre su trasnochado paraguas ideológico (¿Alguien no está de acuerdo con redimir a los más pobres?). Se arropa en “su” filosofía para mal administrar.
Mientras tanto, la inmensa metrópoli que hoy es Bogotá sigue a la deriva, en manos de un capitán de barco que, mientras se hunde, en lugar de trazar el rumbo, hacer mantenimiento a sus motores y conseguir buenos marineros, sueña con ser piloto de aeronave y filosofa sobre ello.

lunes, 18 de marzo de 2013

Aguita para mi gente


Agüita para mi gente

Por: Luis Carvajal Basto

Mientras el alcalde fracasaba en su proyecto de cambiar el esquema de recolección de basuras, al dejarlo a cargo de la Empresa de acueducto, el agua de la ciudad, orgullo de los bogotanos por su buena calidad, da muestras de perder sus habituales propiedades sin que la administración se ocupe adecuadamente de ello, lo que ha motivado una investigación de la Superintendencia de servicios públicos. No es persecución, son las muestras.

Las zonas investigadas incluyen muestras en localidades como Engativá, Chapinero, Teusaquillo Barrios Unidos, San Cristóbal, Usme, Tunjuelito, Kennedy, Puente Aranda, Uribe Uribe , Ciudad Bolívar, Kennedy y Bosa. Mejor dicho, más de media ciudad. En su gran mayoría se trata de localidades en que habitan personas de estratos 1 a 3 que el alcalde presume frecuentemente, ante los medios, de redimir. Allí Se encontraron las muestras que dieron lugar al pliego de cargos que acaba de abrir la superintendencia. Con un agravante: esa entidad está investigando las razones por las cuales el acueducto “ocultó información relacionada con el tratamiento del agua”.
Solamente Bosa es una localidad ubicada en el sur occidente de Bogotá en que habitan casi 1 millón de habitantes, fundamentalmente de estratos 1 y 2, y afronta el problema de que buena parte de ella se encuentra por debajo de los niveles del rio. Las inundaciones son cosa de cada invierno, pero lo del agua potable es otro asunto, afecta familias de bajos recursos que hacen “magia” para pagar los servicios públicos y los ingresos no son suficientes para asumir el sobre costo del agua embotellada.
Lo que encontraron las muestras fueron bacterias, coliformes totales y Escherichia coli, que pueden producir enfermedades como diarrea, neumonía, peritonitis y meningitis. Las mismas por las cuales la gente hace fila para ser atendida en hospitales y centros de salud. Las muestras ya constituyen un grave problema y de confirmarse que no son un hecho fortuito nos encontraríamos en Bogotá ante un problema que creíamos superado hace décadas. Sería el peor de los carruseles, uno que no solo se robaría la plata si no la vida de las personas: aguas contaminadas, enfermedades, otra vez aguas contaminadas etc.
No es suficiente denunciar robos en los hospitales, como lo ha hecho el respectivo secretario de salud quien, a propósito, fue el primero en pedir la renuncia del gerente saliente de la EAAAB, o ineficiencia, si con hábitos de aseo saludables y aguas debidamente tratadas podemos prevenir las enfermedades. Claramente es un problema no solo de denuncias si no de la correcta utilización de los recursos, de administración y prevención y no tanto de discursos o promesas, al igual que lo es tratar debidamente las aguas que consumimos, una de las tareas que se supone debe cumplir la EAAB. A eso se refiere la gestión pública y para eso elegimos a los gobernantes.
La administración está siendo cuestionada por la manera como se manejó el asunto de la recolección de las basuras y hasta ahora comienza a explicarlo al concejo y a los entes de control, aunque la ciudadanía ya registró la renuncia del gerente del acueducto y el fracaso de la gestión que debería empezar el pasado 19 de diciembre. Falta evaluar los costos para la ciudad de la “aventura” y la manera como se costeará el 17% prometido como rebaja en las tarifas de aseo.
Con frecuencia los políticos de oficio ofrecen una cosa y terminan haciendo otra, pero este es el caso de una empresa que trató de abarcar mucho para terminar “apretando poco”. El agua de buena calidad es un patrimonio invaluable de los bogotanos, directamente relacionado con la salud, la calidad de vida y el turismo, para citar algunos factores.
Luego de muchas quejas, rumores y del pliego de cargos de la Superintendencia, aunque nos digan 100 veces que son excepciones que confirman la regla o que el agua, en general, es potable, la verdad es que ya no la tomamos tan tranquilos. Con seguridad es más satisfactorio para los Bogotanos que la empresa de acueducto se dedique a lo suyo y lo haga bien, así no rebajen los punticos ofrecidos y por verse en las tarifas de aseo. Si los rebajan, mejor. Si resulta gratis, mucho mejor, aunque quien sabe por cuánto tiempo tanto tan “bueno” sea sostenible. Y saludable.

sábado, 16 de marzo de 2013

Bogotá: la descentralización inconclusa


Bogotá: la descentralización inconclusa

Con la reforma surgieron los movimientos ciudadanos y llegaron al gobierno. Pero ello no ha tenido como consecuencia mejoras sustanciales en la administración; retroceso de la corrupción o aumento de la participación de la ciudadanía. El desempeño de la política y el gobierno ha sido considerablemente inferior a las expectativas.

Por: Luis Carvajal Basto/ Especial para El Espectador
La elección popular de mandatarios locales tuvo como objetivos acercar el Estado al ciudadano, mejorar su participación, limitar el clientelismo y convertirle en "socio" y contralor, no solo observador, de la ejecución de políticas.
En el caso de Bogotá, estas tareas pueden calificarse como inconclusas por cuanto si bien aparecieron nuevas expresiones ciudadanas (los partidos o movimientos que han ganado la alcaldía desde 1995 no existían en 1988), ello no ha implicado una mayor participación política. Por el contrario, en las elecciones de 2011 la participación fue del 47.4%, diez puntos por debajo del promedio nacional y bastante inferior a la de la primera elección popular de alcalde.
A diferencia de otras ciudades del país, Bogotá tiene su "Constitución"(art. 322 a 327) y un estatuto orgánico que debería incidir en una mejor administración de los recursos públicos. Ello hizo posible que el alcalde, contrario a lo que antes ocurría cuando los concejales coadministraban desde las juntas directivas de las empresas públicas, mejorará en su independencia y capacidad de gobierno. La norma es una importante herramienta pero ha servido a buenos y malos gobernantes por partes iguales, en ausencia de veedurías ciudadanas "con dientes" que complementen el control político y estimulen la buena administración.
La "separación" entre Concejo y Ejecutivo ha propiciado efectos como su desempeño en nichos electorales diferenciados, lo cual se puede constatar en que mientras el voto para alcalde es predominantemente de opinión, no necesariamente ocurre lo mismo con el Concejo: en una ciudad con cinco millones de posibles electores la lista mayoritaria obtuvo, en las más recientes elecciones, apenas el 6% de los votos posibles.
Algo parecido ocurre en la elección de alcalde, carente de una segunda vuelta que permita la fusión de propuestas y corrientes de opinión y políticas: en las últimas elecciones, el alcalde Petro fue elegido con, apenas, el 14.7% del potencial electoral, lo cual le ha dificultado, en buena medida, la gobernabilidad.
Si hacemos un repaso de lo ocurrido en los últimos 25 años encontramos un hito en la administración de Jaime Castro: la recuperación de las finanzas de la ciudad y la consolidación de una cultura tributaria, con el establecimiento de reglas que permitieron una "nueva" estructura institucional.
Bogotá ha sido una antes y otra después de su administración. Ello ha hecho posible el desarrollo de proyectos como Transmilenio, pero muchos otros indispensables, como el metro y la ejecución de un plan de vías, no se han ejecutado no por falta de recursos o capacidad de endeudarse (Bogotá tiene la nota más alta que otorgan las firmas calificadoras de crédito y entidades como el Banco Mundial le prestan sin dificultad) sino por incapacidad de los gobiernos. Los carruseles sucesivos confirman que el problema de la ciudad no es de recursos tanto como de su correcta administración.
Para el ex alcalde Castro, también el principal promotor de la elección popular de alcaldes y gobernadores, la descentralización es "un proceso. No se agota con una decisión, llámese reforma, ley o decreto. Es un proceso que requiere de ajuste, que reconoce los cambios, que los interpreta. En Colombia iniciamos el proceso pero no le dimos continuidad. No se volvió una política pública estable y hoy es más bien sinónimo de clientelismo corrupción y politiquería".
Pues eso pasó en Bogotá en estos años: se crearon las Juntas Administradoras Locales (JAL), pero no se amplió su capacidad de ejecución ni la de las alcaldías locales y, como consecuencia de ello, esta inmensa metrópoli sigue "administrándose" desde el cada vez más distante Palacio Liévano. Tampoco se promovieron nuevas formas de participación ciudadana, como una manera de controlar y hacer rendir los recursos públicos.
Por otra parte, los partidos tradicionales, muy influenciados por dirigentes regionales, renunciaron al voto de opinión, dejándole en manos de "quien aparezca" y observándose casos como que si se va a pedir cuentas a un partido, el respectivo exalcalde ya no hace parte de él y nadie responde institucionalmente por el desorden y la corrupción. Dos contralores de la ciudad sancionados en serie llaman la atención sobre la necesidad de la elección popular de contralor y personero para garantizar su independencia. 25 años después la descentralización en Bogotá es una tarea por concluir. 
 

lunes, 11 de marzo de 2013

Chávez: percepción y realidad



Por: Luis Carvajal Basto

Cada quien, ahora y en adelante, aplicara su propio filtro o sus pretextos ideológicos o políticos al recordarle. Con el tiempo será más difícil comparar lo que hizo con lo que la gente cree, y creerá, que hizo.


Sin ninguna duda, Chávez ha puesto un hito en la política Venezolana, Latinoamericana y mundial. Hizo realidad el proyecto más largo de un gobierno que se reclamó de izquierdas en América, luego de la revolución cubana, y dentro de él adquirió liderazgo internacional en un periodo en que el precio del petróleo se convirtió en un importante argumento y persuasiva arma política.
Las inmensas reservas de petróleo le permitieron promover proyectos como UNASUR Y EL ALBA. Muchos de sus aliados políticos pudieron serlo por la transferencia o venta de petróleo barato en un mundo en plena crisis energética. Pero ese no es un modelo económico sostenible en un mundo globalizado. Tampoco constituye una alternativa productiva que mantenga empleos estables, los cuales solo son posibles con una economía competitiva y en constante crecimiento. Como el petróleo es una ventaja comparativa de Venezuela y otros cuantos países “afortunados”, nos quedamos con que el socialismo de Chávez no puede ser sino un modelo nacional o de países boyantes con excedentes públicos para distribuir. Sin embargo, su “socialismo del siglo 21”, la redistribución social de los ingresos de la Nación, pudo ser compartido sin dificultad por matices variopintos de lo que se conoce, internacionalmente, como centro izquierda. Como estructura o modelo teórico no parece que pueda perdurar.
La gran particularidad, y mérito, de Chávez es haber conseguido su elección y reelección, extensiva ahora a su sucesor, que será elegido con el impulso, mediante el voto popular, aunque no se pueda decir que exenta, plenamente, de constreñimiento o violencia. Vale recordar la asfixia a que han sido sometidos algunos medios de comunicación, las violaciones a los derechos humanos, el golpe que dio y la manera como su gobierno reaccionó al que le dieron, además de la evidente concentración del poder en sus amigos.
En ese entorno se puede vaticinar, sin riesgo de error y con el dato fresco de las pasadas elecciones, que Maduro mantendrá, luego de las próximas y desde el gobierno, izadas las banderas de su revolución Bolivariana. A propósito, extraña observar el desgaste del derrotado candidato de la oposición tratando de encontrar en interpretaciones de la Constitución Venezolana lo que deberían ser sus propuestas de gobierno para el cambio. En esta Venezuela de hoy las mayorías del Chavismo son irrefutables y no es cuestión de apasionamientos o gusto. Algo tiene que ver en ello la mala calidad y el pobre mensaje de la oposición
El Chavismo tendrá para mostrar éxitos conseguidos en reducción de la pobreza y las cifras sociales, aunque también “peros” enormes en el manejo de la economía y la violencia que campea. Desde 1999 la pobreza se redujo a la mitad, incluida la población en pobreza extrema; la desigualdad disminuyó casi en un 30%, al igual que la mortalidad infantil. Por otra parte, la inflación creció hasta casi un 28% en 2011 y la tasa de homicidios es una de las más altas del mundo, al alcanzar la cifra de 50 por cada 100.000 habitantes.
A nivel de percepción, Chávez ha sido y será recordado como defensor de causas justas y redentoras. ¿Alguien puede estar en contra de su discurso y sus hechos contra la pobreza? Ni siquiera los millones de consumidores que en el mundo observaron como el precio del petróleo, que beneficia a los doce afortunados países miembros de la OPEP, se mantuvo rondando los cien dólares, subiendo desde 18 en 1999, luego de que el fallecido presidente de Venezuela revitalizara y reposicionara a esa organización controlando los flujos de petróleo. La diferencia en los ingresos que consiguió permitió la ejecución de sus programas y gran parte de su política exterior. ¿Puede calificarse negativamente que redistribuyera, entre los pobres de su país, aun sin sembrar para el futuro y sin exigir nada a cambio, esas utilidades? Difícilmente, por ahora.
Si se observa el desempeño económico de Venezuela, independientemente de los precios del petróleo, se podrá encontrar un país escasamente competitivo que en el mediano y largo plazo podría tener enormes dificultades. Pero eso no afectará la memoria de un hombre que en su paso por este mundo ofreció muestras de talante, independencia y valor innegable, recursos bien escasos entre los políticos contemporáneos. Si ello no es así, poco importa, es lo que creen y creerán sus seguidores.
@herejesyluis
Posdata:
Mucho del talante de Chávez no podría comprenderse sin tener en cuenta su “Llaneridad”: Paradójicamente Socialista- Católico, oriundo de una región colonizada por las misiones en que la Iglesia era el Estado; Picardía, que García Márquez bautizó como “mamagallismo”, para definir una forma de ser de los hijos del Caribe. Su natal Barinas queda “abajito” del lago de Maracaibo y los primeros pobladores de las franjas del Orinoco fueron, entre otros, indígenas Caribes, definidos por los conquistadores españoles como “Guerreros, de elevada estatura, inteligentes y hábiles para comerciar”. 

lunes, 4 de marzo de 2013

Ya no tenemos cafetal



Por: Luis Carvajal Basto

Razones de una inédita movilización.


“Porque la gente vive criticando
me paso la vida sin pensar en “na”.
Pero no estás viendo que yo soy el hombre
que tengo un hermoso y lindo cafetal”.
…Yo tengo mi cafetal y tú ya no tienes “na”…
Crescencio Salcedo
No se recuerdan antecedentes de una protesta similar por parte de las gentes del café, a pesar de sus altibajos y problemas a lo largo de la historia. Su importancia ha sido tan grande que, hace unos años, una mejora en sus precios era una bonanza y su deterioro un desastre cambiario para nuestra economía. Su pérdida de peso en el total de exportaciones y en el PIB no concuerda con la riqueza de su legado y el de generaciones de colombianos vinculados a él. Esta época de vacas flacas para los cafeteros da renovada vigencia al dicho según el cual “no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla”. Pero esta, es una deuda de la sociedad colombiana con la historia y no solo con el presente de los cafeteros, ni con el 10% de ellos que producen el 70% de nuestro café y espera un reajuste inmediato del precio de sustentación. La mayoría de los marchantes son gentes que, con el paso del tiempo y el declive de la producción cafetera, han visto desmejorada su forma de vida y sus ingresos. Lo delicado del asunto es que no se trata de un problema de gobierno sino uno de Estado que compromete a todos y no solo por razones de solidaridad. Tampoco es uno que se pueda resolver, desafortunadamente, en el corto plazo.
El café permitió la inserción de la economía colombiana en los mercados mundiales. Por décadas fue la fuente de divisas que nos hizo posible comprar bienes en el exterior, a la vez que generaba empleos en lo interno y una importante participación en el Producto Interno Bruto hasta la década del 70 cuando empieza a decrecer, pasando de niveles cercanos al 16% de la producción mundial, al 6% en la pasada. Perdimos nuestros mercados con países como Brasil, que en el mismo periodo duplicó su participación y Vietnam que en el 70 estaba en una guerra terrible lamentada por todos. Entonces ni siquiera aparecía entre los exportadores y ahora su parte del mercado mundial es más del doble que la nuestra.
De acuerdo con estudios del Banco de la República, mientras las áreas cultivadas se han mantenido relativamente estables en los últimos 40 años, cerca de 900000 hectáreas, la productividad se ha rezagado con respecto a otros países. El envejecimiento de los cafetales y la producción en pequeñas fincas (de acuerdo con el mismo estudio el 95% de los cafeteros produce en fincas de menos de 5 hectáreas) que no permiten el mejor aprovechamiento, utilización de economías de escala y aplicación de tecnología, pueden ser los factores más importantes del atraso. Nuestro café sigue siendo el mejor pero no es competitivo. Poco importa, en este momento, establecer si la responsabilidad es del Estado o de los caficultores. ¿Se nos fue la mano en la diversificación que se justificó, en su momento, para no depender del monocultivo? ¿No renovaron a tiempo sus cafetales, cuando pudieron hacerlo, los grandes cultivadores? El Estado y los gobiernos no se ocuparon del tema? ¿Se resolverá este asunto incrementando el precio de sustentación? Probablemente el paro sí. El problema del café y la quiebra de la producción cafetera, quien sabe.
Se ha calculado que el incremento en los precios de sustentación podría costar cerca de un billón y medio de pesos que, dadas las circunstancias fiscales, habría que conseguir recortando otros programas gubernamentales. En términos prácticos es un subsidio a un sector de la economía que puede hacerse realidad restándoselo a otros.
La solidaridad y gratitud que Colombia debe al café tiene que ver con ayudarle a recuperar la competitividad más que con subsidios. No parece que un incremento en el precio interno genere más empleos tratándose de un producto que depende, ahora y en el largo plazo, de la demanda externa siendo tan grave la pérdida de competitividad que mucho del consumo en el mercado interno proviene del extranjero. Si la inferioridad de nuestra productividad se solucionara con paros…
Ya no tenemos cafetal pero si muchos colombianos que dependían de él. Recuperarlos para la actividad económica es una enorme tarea que va a comprometer varios periodos de gobierno.