sábado, 28 de noviembre de 2009

La renuncia del ex presidente Gaviria


Por: Luis Carvajal Basto
Crea una nueva coyuntura en el Liberalismo y hace inevitable un balance de su gestión. Pero el problema no es si se va o se queda, sino si será el partido capaz de recuperar las mayorías y cómo.

Buena parte de los dirigentes liberales parecen desconcertados con la renuncia del ex presidente. La ex Ministra Cecilia López ha mostrado su preocupación porque no fue consultada, el ex Fiscal Gómez Méndez ha dicho no saber si es una renuncia para irse o para quedarse, en vísperas del congreso donde podría ser proclamado, y parecería natural que el candidato Pardo asumiera en pleno funciones.

Podría interpretarse esta renuncia como una respuesta ante los malos resultados de la consulta liberal, en la que apenas se alcanzó la mitad de la votación de la misma en 2006 y el segundo precandidato más votado fueron los tarjetones no marcados. Pero ello no es así, entre otras razones porque nadie ha reclamado ni se han debatido las razones de esa monumental derrota que la actual dirigencia ha asumido como “natural”. ¿Se habrá resignado esta versión del Liberalismo a su condición de minoría?

Los resultados electorales dicen que el ex presidente Gaviria equivocó su estrategia, exclusivamente centrada en las formalidades de la representación parlamentaria y alejada de la opinión liberal que se sigue expresando en las encuestas pero no se identifica en la actual estructura del Partido. Los acercamientos con sectores del polo acabaron de “desteñir” su imagen, al continuar la fracasada estrategia de Horacio Serpa de confraternizar con sus competidores, sin establecer diferencias, con las consecuencias observadas en 2006.Puede decirse que en el imaginario ciudadano el partido extravió su identidad.

La convocatoria a sectores Liberales alejados de la estructura oficial tampoco fue suficiente por una razón tan poderosa como sencilla: el anti Uribismo a ultranza, olvidando que el disidente Presidente se llevó con él la mayoría de la opinión Liberal. Y la mantiene. Por otra parte ¿se habrá sentido representada la corriente encabezada por el ex Presidente Samper bajo la dirección renunciante? Nadie lo cree.

Luego del ex Presidente Gaviria el partido continúa disperso y alejados sus sectores históricos más representativos. La capacidad de consenso que lo convirtió en mayoritario e hizo posibles tan importantes transformaciones en la Historia de nuestro país, parece haberse perdido definitivamente y la mitad de la respuesta no la tendría tanto el congreso del actual Liberalismo, el del ex Presidente Gaviria y el Gobernador Serpa, como los sectores que se encuentran “afuera”, encabezados por el Presidente Uribe y el ex Presidente Samper.

La otra mitad, dependerá de un mensaje que cautive a esta opinión de comienzos de milenio, que no entiende tanto discurso trasnochado y tiene prioridades diferentes a las del siglo pasado, después de la globalización, las mafias, el paramilitarismo, el terror y el narcotráfico.

La por ahora utópica unidad de los sectores Liberales no resiste confrontarse con una realidad política en la cual el candidato Pardo fue elegido de acuerdo a las reglas del Partido, pero no a las de sus posibilidades de ganar. El primer tema de discusión en el próximo congreso, debe ser si se mantiene la oposición al Presidente Uribe, a la luz de resultados y encuestas o, por el contrario, se abren espacios a los sectores que le son afines. De esa decisión depende el futuro del Partido como alternativa de poder.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Por qué está tan bravo el presidente Chávez?


Por: Luis Carvajal Basto
Tumbar dos puentes fronterizos es un mensaje que envía sobre hasta dónde está dispuesto a llegar. Solo la difícil coyuntura que vive Venezuela y la talanquera en que se convirtió Colombia para su proyecto expansionista, explican tan violenta actitud.

Las “malas” noticias le llegaron al Presidente Chávez no solo con el acuerdo que permite el uso de bases a los Estados Unidos. Su baja continuada en las encuestas y el caos financiero de una empresa fundamental para el Estado Venezolano y que no debería “tener pierde”, como PDVSA, que cada vez debe más y cuyas utilidades cayeron un 66% en el último año.

Después de Bariloche ya no es tan clara su influencia en Unasur. El Gobierno Ecuatoriano, al establecer de nuevo los lazos comerciales y reactivar la Combifron con Colombia, así como el freno en el Congreso de Brasil del ingreso en Mercosur, le han mostrado que el sol de su proyecto empieza a declinar y que no tiene tanto poder afuera como creía y quería hacer creer.

Ahora sabemos más acerca de su Socialismo del Siglo 21, en el que las ideas son reemplazadas por las ofensas, la Gestión pública es de baja calidad, sirviendo de ejemplo sobre como dilapidar una inmensa riqueza, y su política exterior utiliza métodos de los Talibanes que, en su momento, también bombardearon sin explicación monumentos milenarios (entre ellos un Buda de 1500 años) por considerarlos “reaccionarios”. El mundo conoce lo que ocurrió después.

Nadie ve como cierto un conflicto entre Colombia y América del sur, idea que quiso “vender” para justificar su actitud. Ni siquiera nuestros hermanos Venezolanos que sienten el impacto de la inseguridad, la inflación y la pobreza en niveles muy superiores a los de Colombia, a pesar de las secuelas del narcotráfico.(Ver cifras en esta columna , octubre 30).

Su pretensión de bloquear el comercio binacional tiene el claro objetivo político de desprestigiar al gobierno de Colombia internamente, pero ha conseguido todo lo contrario. El país político, empresarial y la ciudadanía, han cerrado filas en torno al Presidente Uribe y su actitud prudente. El belicismo de Chávez va consiguiendo lo mismo, pero en contra, en Venezuela.

Valdría la pena que los Gobernadores de Táchira y Zulia promovieran una encuesta de percepción ciudadana acerca de los efectos internos de la obstrucción al comercio. El argumento según el cual Colombia “se estaba beneficiando de un intercambio de 10.000 millones de dólares” demuestra mal talante y algo de ignorancia en la dirigencia chavista. La teoría de las ventajas comparativas explicó matemáticamente hace 200 años que el comercio puede convenir más a quien vende menos de lo que compra. Pero si eso no es suficiente, que consulten a la gente, como se hace en las democracias.

La voladura de los puentes se puede entender como una extensión de las ofensas y amenazas, al terreno militar, y los mismos venezolanos parecen no prestar la atención que merece. ¿Estarán conscientes nuestros Hermanos de los efectos de la guerra que viene promoviendo ese gobierno? ¿Será que los problemas del día a día no les dejan observar el tamaño de la amenaza que se cierne sobre nuestros países?

La estrategia del Presidente Chávez para desestabilizar al gobierno de Colombia y promover uno afín a su proyecto, está llegando a su punto más alto y se pueden esperar aun provocaciones mayores que nuestro gobierno se debe cuidar de no escalar. Pero tampoco desestimar a quien pasó ya de los discursos a los hechos, haciendo explotar las primeras (y ojala las últimas) bombas en la frontera.

sábado, 14 de noviembre de 2009

La guerra de Chávez (¿en verdad es por las bases?)


Por: Luis Carvajal Basto
Debería saber que las inclinaciones políticas de los colombianos y de los mismos venezolanos, no se pueden cambiar mediante trabas al comercio, amenazas o violencia.

Hacer la lista de sus ofensas excede el espacio de esta columna. Pero muchas han estado sucedidas de su respectiva marcha atrás, lo cual deja el análisis con las cosas que hace y no con las que dice, no por ello menos preocupantes.

Tres cosas deben intranquilizar a los colombianos del “modelo” Chavista : su proclamado expansionismo redentorista, la forma como el comercio se ha visto afectado y el armamentismo con que ha querido consolidar su idea de socialismo del siglo 21, cuya fórmula, al decir del ex Presidente Carlos Mesa, solo conoce el mismo Chávez.

Las intenciones de expandir su proyecto encuentran más similitudes en el fracasado modelo Soviético de pos guerra, con el paso victorioso de ejércitos tratando de imponer una ideología, que en el de la Unión Europea, el cual ha buscado la unidad política desde la integración Cultural, comercial y económica.

Los resultados del primero están a la mano: el muro derribado y las estatuas de los dirigentes de la “revolución” arrastradas por las calles de los países que ese tipo de socialismo “liberó” y del que no quedan en Europa más que malos recuerdos. Cincuenta años después, un Chávez trasnochado quiere construir otro muro y ordena, a discreción, el cierre de fronteras e interrumpe un comercio con raíces estructurales, ancestrales y naturales. Esta vez, su reversa es en contravía de la Historia.

La reducción del comercio ha hecho perder miles de empleos en Colombia pero no los ha creado en Venezuela. El ánimo de retaliación ha partido de efectuar sus compras a terceros (síndrome del mal vecino), desandando el camino de la integración. Por otra parte, nada ha cambiado tanto, al menos para bien, en Venezuela, y su Economía sigue atada a los caprichosos precios del petróleo después de diez años de discursos.

No es un delito expandir una idea pero pueden serlo los medios que se usen para conseguirlo. Son expresiones suyas “mándeme un contingente de tanques a la frontera”, “enviamos los Sukhoi” y “vamos por la guajira” o hechos como traer a la Armada Rusa a patrullar ( y a conocer) el Caribe. Por siglos, no se ha necesitado de violencia, armas o soldados para que el territorio de Colombia sea de nuestros hermanos del otro lado. El mismo Chávez, en su momento, recibió nuestra hospitalidad y sintió la calidez de los colombianos, los mismos a quienes ahora ha proclamado una guerra.

Y todo lo anterior ocurrió cuando no se había firmado la extensión de un tratado que permite utilizar bases colombianas a los Estados Unidos (¿No se le habrá ocurrido pensar que alguna motivación para este han sido su armamentismo y amenazas, es decir lo contrario?), lo cual deja en evidencia un pretexto que nadie cree. Ni el congreso de Brasil, con una fuerte presencia se los amigos de Lula, ni la prensa Libre de los Estados Unidos, ni un ícono de las Libertades como el diario El País de España, ni sus compatriotas que en un 80% rechazan su actitud belicista, y mucho menos la inmensa mayoría de los colombianos.

Así que su guerra, Presidente Chávez, afortunadamente la perdió sin dar batalla, entre otras razones porque de este lado no encontrarán nuestros hermanos Venezolanos ninguna disposición al fratricidio. Somos, como ellos, gente de trabajo y después de tanto solo queremos vivir en Paz y prosperar. Si de algo sirve, nos damos por “derrotados” por anticipado, pero por favor pare, Presidente. Los hijos de Bolivar y Santander, a ambos lados de esta difusa frontera, a quienes usted dice defender, se lo agradecerán.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Lo que no dice la Corte ni la Comisión de Acusaciones


Por: Luis Carvajal Basto
La negativa de la Corte Suprema a explicar las razones para mantener la fiscalía en interinidad, se parece a la de la comisión de acusaciones de la cámara, al renunciar. En los dos casos se niegan a cumplir, sin explicación válida, un mandato Constitucional.

La intervención del Presidente en televisión revelando detalles de sus conversaciones con los directivos de la Corte Suprema, al preguntarles de manera directa si lo que cuestionan es la legitimidad de su gobierno y a lo que responden que no, nos deja sin explicación frente a la actuación del alto tribunal.

Ha sido difícil y meritorio el trabajo de la Corte, develando y castigando la para política, pero no le otorga credenciales para negarse a cumplir un mandato expreso de la Constitución al no dar trámite al nombramiento de Fiscal. Los ternados cumplen los requisitos de Ley y no se conoce de un reglamento o norma que requiera calidades diferentes a las acreditadas por estos.

Es delicado cuestionar las aptitudes profesionales de los ternados y peor aún dejar en el aire dudas sobre sus calidades éticas y morales. En reiteradas entrevistas ,que se repiten casi diariamente por las cadenas radiales, el Presidente de la corte dice no pero no explica por qué no, lo cual nos deja en un escenario de sombras, “verdades” sabidas sin buena fe guardada, no reveladas y especulaciones.( ¿Qué quiere decir “inviable”?).

La más fuerte de todas es que se trata de obstaculizar la reelección Presidencial y dar vida a los contrapesos que se han perdido por cuenta de la inédita reelección. En este caso, se estaría utilizando un argumento parlamentario, dilación, y entrando en el terreno de la Corte Constitucional, responsable de dirimir estos asuntos y que actualmente analiza la solicitud de referendo. Es una postura política que afecta el andamiaje institucional tanto o más que la pérdida de contrapesos, lo cual haría indispensable una reforma a los organismos de Justicia, de acuerdo con sectores de opinión.

Pero si en la Corte llueve, en el Congreso no escampa. Está en el ambiente la renuncia de los miembros de la comisión de acusaciones de la Cámara, responsable de acusar ante el Senado a los altos dignatarios, incluida la Corte Suprema, sin que se conozca, a ciencia cierta, la razón.

“Falta de garantías”, argumentan, pero se dice que la renuncia obedecería al temor de ser investigados por la Corte Suprema (¿Juez y parte?), porque nadie cree que se deba a falta de lápices, secretarias y papel, lo cual tampoco justifica que tengan alrededor de 2000 procesos sin resolver.

En cualquier caso la renuncia de la comisión dejaría sin contrapesos a la Corte y la utilización, ahora extendida, de su fuero. De más está recordar que esta Comisión tiene más responsabilidades Constitucionales que recursos logísticos y académicos (¿Deben ser fiscales especializados sus miembros para acusar con competencia o Jueces los Senadores que deciden?), lo cual no argumenta su renuncia. ¿Cuál será la razón?

En los dos casos, queda la impresión de que no se conoce toda la verdad, lo cual abre el camino a que en el imaginario de la opinión se construya una que en cualquier caso es real y tendrá consecuencias incluso electorales. Al final de cuentas no se puede obstruir la Constitución ni siquiera invocando el “buen” propósito de defenderla. Tendría que “terciar” la Ciudadanía con la regla de oro de la Democracia: la consulta de las mayorías. ¿A alguien se le ocurre otra salida de seguir las cosas como van?

  • Luis Carvajal Basto