lunes, 17 de febrero de 2014

¿Maleducados?




Luis Carvajal Basto
El estudio de la fundación compartir “Tras la excelencia docente” demuestra las cosas que se pueden hacer para mejorar la educación, además de lamentarnos.
Por: Luis Carvajal Basto
Los recientes malos resultados del país en las pruebas PISA, que miden los conocimientos y habilidades de los jóvenes en 65 Países, en matemáticas, lectura y ciencias,  sirvieron para recordar nuestras carencias pero también para hacer toda clase de cuestionamientos y decir algunas excentricidades sobre el sistema educativo, como que  “194 años le tomaría a Colombia alcanzar el nivel de Shanghái /China  en matemáticas” (Semana 7 de diciembre de 2013). Afirmaciones como esas estarían en problemas para pronosticar, con base en los mismos cálculos, cuantos le llevaría a Singapur y Corea del Sur, ahora punteros,  para alcanzar el nivel en que hoy se encuentran, si ubicamos el punto de partida, por ejemplo, en 1960.
Las revoluciones tecnológicas, como la que estamos viviendo en las últimas décadas, tienen el efecto de reducir las diferencias entre países acercándolas a cero, como un nuevo comienzo, criterio que podría explicar mejor el ascenso de los asiáticos en  el  escalafón, complementado con unas políticas adecuadas  convertidas en asuntos de Estado y no circunstanciales o políticos. La historia de los países no es lineal  ni caben, en estos asuntos, métodos determinísticos. ¿Alguien pensaría, otra vez en 1960 antes de la guerra, que Vietnam obtendría  en 2013 mejores resultados que Estados Unidos en unas pruebas educativas?.
En Colombia las conclusiones  de las pruebas son un jalón de orejas, pero no  para el sector educativo sino para el país. Hemos estado “ocupados” en una guerra fratricida y estéril, como los mismos coreanos en la década del 50, teniendo, sin embargo, cosas para mostrar como los indudables avances en cobertura y un justo mejoramiento en las condiciones laborales de los docentes, iniciado en 1997 y objeto, precisamente, del estudio de la fundación Compartir.
El estudio parte de unas premisas básicas como el papel de la educación en el progreso social y, dentro de él, la importancia de la calidad  en la docencia, para luego realizar un mínimo inventario de nuestra realidad educativa en el contexto mundial, y llegar a una propuesta de reforma,  buscando la excelencia docente y describiendo con precisión  acciones en 1) formación previa al servicio, 2) selección,3) evaluación para el mejoramiento continuo, 4)formación en servicio y, finalmente,5) remuneración y reconocimiento, incluyendo, como es natural, una propuesta de mejora  salarial. Finalmente, el estudio demuestra que la propuesta es financiable y rentable socialmente, luego de medir costos e impacto, dejando dimensionadas las cosas maravillosas que se pueden hacer con menos  plata de la que gastamos en   guerra y corrupción.
Por supuesto  necesitamos más estudios como el de la Fundación Compartir que midan otras variables como, por ejemplo, las  relaciones entre empleo - habilidades laborales-competitividad y mercados, para iniciar un remezón profundo en el sistema educativo, uno que partiendo de la situación en que nos encontramos  conduzca a la que quisiéramos tener en un mundo que cada día se transforma, bajo el liderazgo de un Estado  visionario que “aplique” tanto diseño. Pero este, centrado en la excelencia docente, es un indiscutible e importante aporte para que los colombianos, dignificando la actividad de los maestros, consigamos mayores niveles de crecimiento y vivamos mejor.
@herejesyluis
    0
     
    Opiniones
    Para opinar en esta nota usted debe ser un usuario registrado.
    Regístrese o ingrese aquí

    Si quiere leer los comentarios o participar en el foro: DESPLEGAR COMENTARIOS

    lunes, 10 de febrero de 2014

    Votos blancos: ¿novedad o estrategia?


    Luis Carvajal Basto
    Las más recientes encuestas coinciden en un alto porcentaje de votos en blanco e indecisos. ¿Qué significa?
    Por: Luis Carvajal Basto
    Salvo por un pequeño detalle las cifras que muestran las encuestas resultan difíciles de entender: una cosa es la intención de voto, medida a  cuatro meses de la elección, y otra el porcentaje efectivo de votantes. Según la más reciente medición de Datexco, por ejemplo, el 74% de los encuestados tiene intención de votar y, dentro de él, el 30. % votaría en blanco mientras el 14.5% no sabe, aún, por quien. El resultado aparente  “descresta”: sumados, el 45% de “habituales votantes” parece inconforme con la lista de candidatos, mucho más allá de las cifras históricas.
    Una simple observación al estudio del DANE sobre cultura política en que el 46.2 % se siente representado por el espectro de fuerzas  que hoy existe, una cifra ligeramente inferior a la de votantes reales habituales, entra en contradicción  con las interpretaciones  de estas encuestas, máxime si se considera la probable integración a la oferta política de lo que hasta ahora ha sido una organización ilegal como las FARC, en pleno, y ojalá exitoso, proceso de Paz. ¿No parece absurdo que con el Uribismo movilizado, escogiendo candidato entre el quemado Zuluaga, Martha Ramírez y Peñalosa y la “izquierda” representada en un sector del Liberalismo, el Polo,  progresistas y la desaparecida UP; más los Verdes etc., la gente quiera votar en blanco como nunca antes?
    Pues claro que es absurdo. Más bien, es engañoso e irreal o facturado con el deseo. La verdad es que si bien la participación electoral ha rondado el 50% en los últimos veinte años, con un pico de 59% en 1998 y un piso de 45% en 2006, no hemos tenido ninguna del 74% como pregonan, inocentemente, muchos “interpretes” de  encuestas. De allí surge la explicación al cacareado  e inflado 30% de votantes en blanco.
    El voto en blanco también es democrático y por supuesto que vale, pero no cabe hacer cábalas con un cambio tan inesperado como inexplicable de nuestra conducta política, a menos, claro,  que nos encontráramos ante una situación excepcional, como una dictadura repentina, en cuyo caso es difícil pensar que se permitieran o  publicaran elecciones y encuestas.
    La pérdida de credibilidad en la política es un factor común en las democracias contemporáneas. En Colombia, transfuguismo,   corrupción y mala política han “ayudado” en  un proceso de des institucionalización. Debemos persistir en regenerar la política pero su desaparición es improbable, salvo por lo que piensan los fanáticos de las dictaduras, que los hay.
    La habilidosa maniobra  en la convención conservadora, que resultó en la candidatura de Martha Ramírez; la casi segura candidatura de Peñalosa por los Verdes, como “caballos de Troya”, y la presentación inflada del voto en blanco, pueden ser hechos aislados pero también una estrategia con la pretensión de cambiar el escenario  político, buscando capitalizar los supuestos votantes blancos.
    En estas circunstancias el presidente  Santos parece inexplicablemente  conforme con la expectativa de Paz, la exhibición de logros de su gobierno y el efecto que producirá su candidato a vicepresidente para mantener la ventaja que hoy tiene en las encuestas, un camino que le lleva directo a la segunda vuelta. Pero  le llegó la hora de ejercer como  candidato aunque no sea por la “amenaza” del voto en blanco que, por ahora, es infundada.
    @herejesyluis
    Posdata: Es extraña la tranquilidad de miembros del equipo económico del  gobierno, ante la subida del dólar que encarecerá los productos importados y  generará inflación, en plena campaña.

    lunes, 3 de febrero de 2014

    Obama, gobernando por decreto


    Luis Carvajal Basto
    La reacción de un presidente al que se le acaba el tiempo. Demócrata sí, pero no tonto.
    Por: Luis Carvajal Basto
     La decisión del presidente de los Estados Unidos para gestionar todo lo que pueda sin recurrir al Congreso, es una respuesta a las malas encuestas, en las que hasta un 60% le es desfavorable, pero también un reconocimiento de las deudas pendientes con un electorado para quien ha sido su gran esperanza, a veces frustrada. Ha decidido poner freno, “por decreto”, a la dura e irracional oposición republicana, en una confrontación en la que Obama parece haber perdido en su manejo del Congreso, variable en que hasta un 78% de sus compatriotas le desaprueba. Nadie olvida que los republicanos “le hicieron la fiesta” con el cierre del gobierno.
    Pero, aun perdiendo en las encuestas, ante la peor crisis en décadas el presidente respondió como debía: cuando le tocó puso a funcionar la máquina de hacer billetes e incrementó, hasta donde fue posible, el gasto público dando un aire indispensable a la economía, de la mano con el apoyo de la reserva federal que mantuvo las tasas de interés pegadas a cero y respaldó, comprando bonos por cifras millonarias, la credibilidad en el gobierno y las finanzas públicas. Hoy, cuando todavía le llueven críticas a pesar de evitar lo que pudo ser para el mundo un gran desastre, muchos resultados le acompañan pero su propia imagen está en el peor momento.Sus logros son indiscutibles, como lo recordó en su intervención sobre el estado de la nación: “ la tasa de desempleo más baja en más de cinco años; un mercado de la vivienda mejorando; un sector manufacturero que está agregando puestos de trabajo por primera vez desde la década de 1990; más petróleo producido en Estados Unidos que el comprado en el resto del mundo, la primera vez que ha sucedido en casi veinte años ; el déficit reducido a más de la mitad, y por primera vez, por primera vez en más de una década, los líderes empresariales de todo el mundo han declarado que China ya no es el lugar número uno del mundo para invertir: es Norteamérica”. En síntesis, el presidente ha hecho la tarea.
    El gran mérito de Obama, y por lo que todos debemos estarle agradecidos, consiste en haber hecho exactamente lo contrario a lo que la ortodoxia neoliberal, y la oposición republicana, recomendaba, en plena crisis y en un momento en que nadie sabía cuál era el camino adecuado. Ahora, cuando crecimiento y empleo son aun modestos pero indiscutibles, pone sus ojos sobre la distribución de los ingresos, reconociendo que su país salió del hueco pero los más pobres ganan menos, lo que no es solo un problema moral si no un freno a la capacidad de la economía para expandirse.
    El reciente declive de su imagen no tiene que ver con las grandes cifras de la economía sino con la cuenta de cobro que le facturó la oposición por el cierre forzado del gobierno, en realidad un “logro” de los republicanos, y un error administrativo al implementar la reforma a la salud, el colapso de una página web convertida en eje de esa gestión. También, porque empieza a tener el sol a sus espaldas y ni él ni su partido pueden correr riesgos en las elecciones legislativas del próximo noviembre. Muchos candidatos al Congreso prefieren hacer campaña con una Hillary Clinton en ascenso y probable candidata presidencial (73% entre los demócratas en las encuestas) que con un Obama empezando a despedirse.
    Recordaremos a Obama como el primer presidente negro en un país que hasta hace pocos años, abiertamente les discriminaba, pero también como el que tuvo la lucidez y el valor necesarios para usar todas las herramientas del gobierno a su disposición para salvar a su país y al mundo de una gran amenaza, generada por la voracidad sin control de algunos pocos. Aunque le vaya mal en las encuestas; aunque no hubiese cerrado, todavía, Guantánamo; aunque gobierne por decreto, la mayoría de ciudadanos del mundo “volveríamos” a votar por Obama.
    @herejesyluis
    Presidenciales: La “movida” del sector Pastranista-Uribista del Conservatismo, que hasta ahora va en la candidatura de Marta Lucia Ramírez, con el equipo de campaña que ha nombrado, inevitablemente nos hace recordar los “mejores” momentos del Caguan.