lunes, 30 de diciembre de 2013

Un balance de 2013

2013: El desafío debajo de la mesa

Luis Carvajal Basto
En este año que termina parecieron acentuarse las diferencias entre Estados-Nación y globalización, con consecuencias en todos los países. ¿Podremos superarlas? Hora de “filosofar”.
Por: Luis Carvajal Basto
El mundo, lentamente, comienza a salir de la crisis que comenzó en 2008, pero resulta difícil afirmar que las políticas globales se emplearon a fondo o, siquiera, que todos los países las toman en serio. Cuando existen, se aplican solo a conveniencia. Mientras Estados Unidos usó, para salir del hueco, todo el arsenal  del Estado incluyendo  gasto público  y bajas tasas de interés; en Europa, con el liderazgo de Alemania, todavía se discute si son mejores las políticas restrictivas en un periodo en que ha estado en riesgo la misma supervivencia de la Unión Europea. China, defiende sus precarios pero numerosos empleos, que pierden otros países, girando, cada vez más, hacia el capitalismo de Estado y América Latina sigue disfrutando de un  relativo periodo de crecimiento en el que mucho han tenido que ver los precios de los productos que exporta.  Unidad de políticas en un mundo global? Por ningún lado.
En 2013 los desajustes en la globalización no movilizaron a los  indignados, pero se mantuvo la crisis fiscal de los gobiernos que les tiene hipotecada su capacidad de intervención a las reglas fiscales. Incluso, el presidente Obama ha visto tambalear su novedosa y necesaria reforma a la salud y desplomarse su imagen ante un congreso en que los  republicanos le recuerdan, permanentemente, la precariedad de las finanzas estatales, llegando, en el año que termina, al extremo de paralizar la actividad del gobierno más poderoso del mundo.
El debate es el mismo en todas partes y se refiere a los niveles de ingresos y gastos de los gobiernos en un periodo en que gran parte de ellos han visto reducir sus ingresos y  empleos como consecuencia del desplazamiento de la producción a países más competitivos por productividad o bajos salarios, como  China. Esta situación ha puesto a muchos a dudar acerca de los beneficios de la globalización.
En época de vacas flacas la corrupción se nota más y ello, a su vez, ha producido una pérdida de credibilidad global en la política, afectando los cimientos de la democracia. La primera víctima han sido los mismos políticos y la siguiente, los partidos, sindicados, cuando menos, de incompetencia y corrupción. En Europa, por ejemplo, esa situación ha permitido la reaparición de una vieja ultraderecha, xenófoba  y racista, sintonizada  ahora con sectores extremos del Partido Republicano que quieren pocos impuestos y gobiernos pequeños. En Colombia, la expresión  “Estado Austero”, que promueve el candidato Zuluaga, pareciera situarse al lado de  esa corriente.
Por lo que vimos en 2013 estamos en una carrera contra el tiempo para mantener las instituciones democráticas  en todos los países y la pregunta es si, antes de que termine el desgaste del régimen político y el Estado de Derecho, podremos crear unas reglas del juego acordes con la globalización y promover otro ciclo de crecimiento  de la economía, uno que no deje pobres a gobiernos y democracias y, más pobres, a los que ya  lo son.
En su discurso  de fin de año Don Juan Carlos, paradójicamente un Rey demócrata, postulaba, con razón, la necesidad de regenerar la política,  lo cual, añadimos desde acá, es imposible sin la aparición activa y el protagonismo de la ciudadanía. Sin embargo, aun esta condición se revela como indispensable sin ser suficiente para conseguir un nuevo equilibrio en un mundo globalizado. ¿Hace sentido cambiar unos políticos por otros si las condiciones objetivas y las “reglas” globales se mantienen estáticas y juegan en contra de las instituciones democráticas?
En este  2013 hemos visto claros anuncios de  nuevos tiempos: un Papa que quiere transformar la “vieja” Iglesia, también azotada por  corrupción y  mala política; la aparición de nuevos sectores que protestan, y que no se parecen a la clase obrera que vislumbró Carlos Marx, como los indignados en Europa, los  anti Wall Street en los Estados Unidos y el movimiento contra el alza en el transporte en el emergente Brasil, más cerca de expresar a una clase media empobrecida reclamando fundamentos del Estado Liberal que se revela como una utopía por conquistar y defender.
Pero en este pulso que se libra, soterradamente, entre Democracia y globalización, existen razones para el optimismo: cuando todos la considerábamos inminente se pudo detener otra guerra en Siria (¿también se detendría el arrasamiento de las minorías?) Mandela, desde el más allá, pudo convocar al mundo entero con su ejemplo de alegría y Libertad; y en Colombia estamos en el camino de conseguir la Paz. Sin que  lo que ocurra en el resto del mundo nos sea indiferente, ese es el más importante propósito de los colombianos  para 2014.Ojalá.¡¡¡Feliz año!!!

lunes, 16 de diciembre de 2013

Santos se “reencaucha”


Luis Carvajal Basto
Superando los efectos negativos del paro agrario en su imagen, el presidente sigue subiendo en las últimas encuestas. ¿Durará esta tendencia hasta mayo? El efecto Petro.
Por: Luis Carvajal Basto

Termina este año de 2013 con la encuesta de Gallup  de la semana anterior que muestra, básicamente,  la recuperación de la candidatura del presidente y, también, la certeza de que tendremos segunda vuelta. De noviembre a diciembre, en primera vuelta, ha subido 11 puntos que pierden sus competidores, incluido Zuluaga cuya candidatura se estanca. En una segunda vuelta, enfrentado a Zuluaga, sube 8 puntos mientras su contendor pierde 6. En este mes, que fue definitivamente un round para Santos, terminó de “recoger”  a Vargas Lleras cuya favorabilidad de imagen cayó 11 puntos, casi los mismos que subió Santos.
La izquierda no logra consolidar un candidato fuerte aunque los mejores números los tiene Clara López, quien ha perdido de dos a tres puntos en el mes. ¿Podrán proponer, ante el retiro de Navarro, un candidato de unidad que confronte el segundo lugar de Zuluaga? O, por el contrario, ¿Se abrirá camino Enrique Peñalosa quien no llegaría a segunda vuelta pero podría jugar a favor (si no participa)  de Zuluaga, después?
La encuesta se terminó de realizar el mismo día del anuncio de la procuraduría así que no recoge sus efectos. Por lo que se observa en otras mediciones la imagen de Petro mejoró con su destitución, pero hasta ahora no tiene candidato a las presidenciales. No es exagerado suponer que los votos de ese sector terciarían a favor de Santos y no de Zuluaga en una segunda vuelta. Con su respaldo tácito a Petro, el fallo de la procuraduría juega a favor del presidente.
¿Cuáles son los factores que comienzan a consolidar a este Santos renovado? En primer lugar el “desconocimiento” acerca de Zuluaga quien hasta ahora aparece como su rival más probable y el estancamiento en el endoso, a su favor, de los simpatizantes de Uribe. Luego, la polarización que, como se había previsto, caracteriza la elección entre amigos y opositores de la Paz, la cual comienza a “darle” los votos de opinión que no tenía hasta noviembre, y el respaldo decidido que encuentra en la Costa, una región en que históricamente ha predominado el sentimiento Liberal con el que se identifica, cada vez más, al presidente quien allí, literalmente, arrasa.
De acuerdo con esta y anteriores encuestas  el Liberalismo,  sus vertientes históricas, se ratifica como la columna vertebral de la reelección del presidente. La importancia del apoyo que ha recibido de  quienes se sienten  Liberales  se nota más en esta última encuesta: hasta el 64% de quienes sienten afinidad con el Partido le respaldan, bastante por encima, incluso,  de quienes  se identifican con el de la U. Entre los Liberales, la intención de voto en blanco es inferior a quienes se consideran de otros Partidos, alcanzando “apenas” el 17%.. Un dato  que aclara muchas cosas: en el último mes los votantes en blanco se redujeron un 6%, la misma cifra que “aumentaron” las simpatías por el Liberalismo.
Una manera de definir la elección, hasta ahora, es que mientras Santos ha logrado, cada vez más, identificarse con los sectores Liberales y progresistas, Zuluaga no logra hacerse identificar con el ex presidente Uribe, por parte de sus seguidores.
Otra conclusión de cierre de año puede ser que la candidatura Santos  se solidifica lo cual le hace ganador casi en cualquier escenario, aunque le va mejor si se mantiene, finalmente, la polarización con Zuluaga. Pero los hechos no son estáticos y la imagen del presidente, así como su favorabilidad en la intención de voto, se altera permanentemente. Sube y baja  con facilidad acusando el desgaste propio de un candidato en ejercicio del gobierno a quien le cobran, y le cobrarán, casi todo lo que ocurre. Salvo por eso, el presidente puede pasar las festividades tranquilo, aunque tengamos una campaña previsible y  aburrida en que lo más novedoso son los efectos políticos que tendrá, también en las presidenciales,  la destitución del alcalde.

lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Acabar los Partidos?


Luis Carvajal Basto
A medida que se acercan las elecciones, sube la temperatura política. Como es ya costumbre en Colombia el trompo de poner son los Partidos, especialmente el Liberalismo, pero ¿Se puede hacer política sin ellos?
Por: Luis Carvajal Basto

Entrados, como estamos, en un año electoral (faltan apenas meses) cabría esperar de nuestros  mejores pensadores una cadena de propuestas para  mejorar al país. Al fin y al cabo tendremos elecciones que elegirán Congreso y presidente, a través de quienes se orientarán las políticas públicas o  los presupuestos,  planes  y decisiones que  nos llevarán en una u otra dirección, lo cual ocurrirá a pesar de todo. En estas elecciones, además, tendremos un tema de mayor alcance: conseguir, o no, una Paz negociada.
Sin embargo, el fin de semana anterior estuvo  reñida una competencia acerca de quien propone una fórmula mejor para terminar con los Partidos en ausencia de propuestas que nos puedan empujar hacia adelante. A la andanada contra el Liberalismo, a quien algunos quieren enterrar sindicándole de ser  el único que ejerció la política en la era en que el narcotráfico permeo la política y la sociedad colombiana, iniciada  justamente antecitos de elecciones, se han sumado otras voces desde diferentes orillas: “¿Cuál Partido Liberal?” se pregunta el ex ministro Hommes en su columna, de la que se puede destacar el acertado señalamiento del divorcio entre Partidos y opinión;  “Voto blanco”, propone Salud Hernández, luego de denostar acerca de “la cuadrilla Liberal” y otras especies; “El amigo de Serpa” de María Isabel Rueda” en el que pide al Fiscal una nueva investigación sobre el refrito 8.000.La excepción vino por cuenta de María Jimena Duzan quien plantea una alianza de la “Izquierda”, no sin antes estigmatizar a los Partidos.
De nuevo, casi todos olvidan que la política se ha ejercido en el país que hemos tenido y tenemos y no en el que quisiéramos tener. “Si mi tío no fuera mi tío sería mi tía”, dicen en la calle. En un tono propositivo, por ejemplo, al doctor Serpa valdría la pena preguntarle que se le hicieron los cuatro millones doscientos mil votos entre las presidenciales de 1998 y 2006, fundamentalmente ubicados en los centros urbanos en los que el voto está menos expuesto a presiones. La respuesta nos acercaría a resolver uno de los principales retos del Liberalismo como es recuperar sus extraviadas mayorías urbanas.
Una hipótesis según la cual el responsable exclusivo de esa pérdida es el mismo doctor Serpa,  por cuenta de su persistencia o por convertirse en  blanco de los dardos de su ex contendor y luego presidente, el doctor Pastrana y sus amigos, con los mismos argumentos que se resucitan ahora que es  cabeza de la lista Liberal, estaría lejos de la realidad: si ello ha afectado al Liberalismo no se nota tanto.En todas las encuestas sigue siendo el sentimiento mayoritario entre los colombianos mientras el Conservador, al que pertenece el ex presidente Pastrana, ya va en el 5 % con tendencia a empeorar y él  es el ex presidente peor calificado en las encuestas. Quiso “acabar” al Liberalismo pero ha terminado “hundiendo” a su Partido y a él mismo. Mientras tanto, a través del presidente Santos, el Liberalismo histórico pudo llegar al gobierno  y es fácil establecer que una eventual tercería de la izquierda, o su actitud en una segunda vuelta ,podría estar más cerca de los liberales con quienes la identifica, entre otras cosas, el propósito de Paz.
Pero sería ingenuo pensar que la crisis de los Partidos tiene que ver, de manera exclusiva, con la influencia nefasta del narcotráfico o con quienes la han podido capitalizar políticamente , como el ex presidente Pastrana quien llegó al gobierno haciendo de ella casi su único discurso mientras entregaba el Caguán y la guerra seguía haciendo estragos.
La crisis de los Partidos tradicionales es mundial  y el déficit fiscal ha propiciado otra, global, de los gobiernos. El asunto más complejo es que en ninguna parte se ha podido encontrar otra manera de relacionar las demandas de la sociedad con el Estado diferente a los Partidos, por lo que no nos queda otra salida que persistir en su mejoramiento. Para ejemplos, está la manera como ha desaparecido el  importante movimiento de indignados.
La práctica de hacer política destruyendo a sus principales instrumentos puede, en el corto plazo, otorgar algunos dividendos. En el fondo, atenta contra la democracia, uno de los principales logros de la humanidad. Hacer política destruyendo a los Partidos es como terminar la  pobreza organizando guerras en que los pobres  se mueren. Por otra parte, es una manera sencilla de “suicidarse” políticamente como lo viene demostrando el ex presidente Pastrana quien, inevitablemente, nos hace evocar a otro Sansón y otros filisteos.
@herejesyluis

domingo, 10 de noviembre de 2013

Farc: la hora de proponer


Luis Carvajal Basto
Al acordarse el tema de participación política, luego del Agrario y a pesar de detalles, se ha recorrido un tramo muy importante del proceso de Paz. Las FARC deben pasar de acciones tendientes a confrontar al Estado a propuestas para convencer a las mayorías. Les llegó la hora de cambiar tácticas y estrategias violentas, por acción política.
Por: Luis Carvajal Basto

En el discurso en que Iván Márquez anunciaba el acuerdo con el gobierno sobre participación política, llamó la atención que sus palabras no se refirieran casi al tema, como si no se diera cuenta de su trascendencia. Luego de tantos años de violencia, por cuenta de “falta de garantías y espacios”, utilizó la atención nacional para  solicitar una comisión de la verdad sobre el conflicto; denunciar la corrupción en la contratación pública, en el “aparato” judicial y en el Congreso. Temas que, siendo importantes, han hecho parte del discurso histórico de esa organización  a manera de reclamos y también de la agenda que al país preocupa. Propuestas en positivo sobre participación, en un país en que más del 50% no lo hace a nivel electoral, nada. Fórmulas concretas para promover el interés de quienes no lo tienen sobre los asuntos públicos, tampoco. Es extraño.
Puede ser que las mismas FARC todavía no se reconocen en sus propios avances, los cuales significan, ni más ni menos,  la aceptación de unas reglas del juego en democracia, aun con las reformas que hagan falta. Si se mantienen en firme y se logra un acuerdo final, se desprenden, entre otras, una gran Reforma política, que el país se debe con o sin acuerdos.
Pero una cosa es la participación en política de las FARC y otra la necesidad de incrementar la participación en general, aunque puedan tener zonas de traslape. Acerca de la primera “detalles” como la seguridad que el Estado debe brindar a quienes representen esa opción política  son esenciales luego de lo ocurrido con la Unión Patriótica, del mismo modo que el país reclama garantías  acerca de la neutralización de la coacción armada de las FARC, sin la cual no es difícil pronosticar un cambio positivo en los liderazgos regionales y en la calidad de la política. Para nadie es un secreto que esos liderazgos regionales han sido afectados por factores de perturbación,  narcotráfico y violentos, a cuya exposición no todos “se le miden”. Es de esperar que las cosas cambien para mejorar.
Acerca de buscar el aumento de la participación en general, debemos reconocer que se trata de un esfuerzo de más largo plazo, relacionado no solo con aspectos legales sino culturales y de otro tipo. No solo es un asunto de garantías, Leyes o decretos. Países como Suiza y  Estados Unidos, donde la coacción es reducida, las garantías altas y los sistemas políticos vigorosos, muestran niveles de participación similares a los de Colombia, cercanos al 50%.
El acuerdo  sobre  participación política, que significa un avance de fondo en el proceso de negociaciones y es, sin dudas, un logro inobjetable del gobierno, tiene un mérito adicional, como lo recalcó el Procurador General de la Nación: transcurre dentro de la Constitución que, todos coincidimos, tiene, en este ámbito, inmensos espacios en blanco por llenar no solo por parte de las FARC sino de todos los colombianos.
A estas alturas los alzados en armas deben comprender que inician una nueva andadura en la que la crítica es indispensable pero no suficiente. En democracia es más importante crear  que destruir; persuadir  y seducir que imponer y el verdadero arte no consiste en exigir sino en conseguir: mayorías; políticas públicas etc. Se trata de proponer mejoras en las condiciones de vida  y en los procesos políticos que puedan transformarse en realidades. Si recordamos que “nada está acordado hasta que todo esté acordado” ¿No es este el momento de poner un seguro al proceso con unos acuerdos  mínimos para humanizar el conflicto?

lunes, 28 de octubre de 2013

El "mensaje" de la Corte


Por: Luis Carvajal Basto

La Corte Constitucional es el tribunal encargado de resguardar nuestra Constitución, la cual es, en esencia, una función política. ¿Qué significa un fallo que cuestiona por defectos de trámite un asunto tan importante, como el fuero militar, en un momento tan complejo y delicado para el proceso de Paz y en la “puerta” de las elecciones?


Es francamente sofista y demasiado simple  o “inocente” la lectura del fallo  como  estrictamente jurídica  o “apenas”  una concesión a los contradictores del fuero militar, una franja que va desde las organizaciones defensoras de derechos humanos y las FARC  hasta la oposición al gobierno, a “izquierda” y “derecha”  del espectro político.
La estrecha votación, 5 a 4, así  como las afirmaciones del magistrado Pretelt, quien salvó su voto, dejan ver, además de   las  naturales diferencias internas, la fragilidad del argumento. Nadie, que conozca los antecedentes y  experiencia de los miembros de la Corte, puede afirmar que su decisión se produjo solamente por premura o para “salir del paso”, ignorando sus alcances.
Aunque lo verdaderamente positivo del fallo quizá lo encontremos en la comprobación de la independencia de las diferentes ramas del poder, lo cual ratifica el carácter democrático de nuestras instituciones y su estado de salud,  preocupa  la falta de sintonía de la Corte con el proceso de Paz. El fuero militar es una parte importante de una totalidad  que también incluye el referendo, la Justicia transicional, la Ley de Justicia y Paz y los mismos diálogos que para sectores extremistas son, en sí mismos, una exagerada concesión, quizá en la misma magnitud en que para otros lo es el fuero militar. Resulta difícil pensar que la Corte no tuvo en cuenta esa consideración, al producir un fallo exegético en extremo.
Independientemente de interpretaciones subjetivas, se trata de una decisión política que compromete la gobernabilidad sobre una de las variables importantes del proceso de Paz. Una que se produce a meses de las elecciones. Es natural que, en la medida en que se acerca el final de los periodos de gobierno, estos pierdan parte de su capacidad de influir o conseguir que sus decisiones sean compartidas o acatadas, tanto como en sus inicios, lo cual nos lleva a afirmar nuevamente que la  postergación del anuncio formal de la reelección o no, mantiene al país en un limbo político que también se siente, ahora, en la Corte.
Si no fuera porque el proceso de Paz se encuentra en el  corazón de las próximas elecciones presidenciales, sería más difícil de entender lo ocurrido. Resulta complicado defender  una formalidad de trámite como una cuestión de principios. Para fundamentos, la obligación de  conseguir y mantener la convivencia, sustento sin el que resulta imposible cumplir  el mandato de la Constitución. ¿Puede entenderse el mensaje de la Corte como contrario a la manera en que el gobierno Santos ha desarrollado su propia visión para conseguirla; un palo en la rueda de la reelección de un gobierno que se ha jugado por la Paz? Pues eso es lo que es.
Esta decisión se produce en un momento  que , simultáneamente con los tiempos del proceso de Paz, el país se encuentra definiendo su próximo gobierno entre quienes apuestan por el diálogo y quienes consideran que la imposición de la autoridad del Estado excluye cualquier tipo de consenso y, subliminalmente o no, insisten en la preeminencia del uso de la fuerza. Es ese el escenario de un  fallo al que el pre candidato (¿) J.M Santos no se pudo anticipar y su reacción, el anuncio de la presentación del proyecto nuevamente al Congreso, no es equiparable ni, por ahora, suficiente para asumir  las riendas del momento político a pocos meses de las elecciones.
@herejesyluis
¿Cándidos o candidatos? El elegido, en la convención Uribista, doctor Zuluaga es, de acuerdo con todas las encuestas, un anti-candidato. En la política contemporánea es inexplicable que sobrevivan quienes no usan  métodos de medición y análisis  pero lo es más que, en la entrada, se coloquen contra ellos. ¿Será que la opinión pública no es relevante o, más bien, que la historia del candidato Uribista aún no termina?

lunes, 21 de octubre de 2013

Santos: cuenta regresiva

Santos: cuenta regresiva

Por: Luis Carvajal Basto

No es “obligatorio” que el presidente espere hasta el último minuto para proclamar, o no, su decisión de reelegirse. Cada día que pase puede jugar en su contra y en la del proceso de Paz.


“No hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla”. El 19 de noviembre comienzan  6 meses de conteo regresivo para que los colombianos voten en el exterior. El 25 para que lo  hagamos en Colombia. A medida que esa fecha se acerca aumentan las presiones sobre el escenario político, que afectan el desempeño del gobierno y, también, el desarrollo de los diálogos de Paz.

La incertidumbre, factor con el que puede caracterizarse el actual periodo, reina en el ambiente. En La Habana; en el Congreso; en las encuestas; al interior de los partidos y, dicen en la calle, en los paros promovidos desde sectores que “aprovechan” la vulnerabilidad del  gobierno en el momento.

Las FARC, expresan una duda razonable acerca de una situación a la que, sin embargo, la dilatación de los diálogos ha contribuido. Quieren garantías de que lo pactado será cumplido por parte del establecimiento y el próximo gobierno. Pero, más que una declaración en el sentido  de observar con simpatías la reelección del presidente, esas garantías no  las puede ofrecer sino la aceptación del referendo como mecanismo que ratifique los eventuales acuerdos, que pasarían, referendo de por medio, del plano político al Constitucional.

La parálisis del Congreso en las semanas anteriores puede explicarse solo en parte con el episodio de la reducción de sus sueldos y debe entenderse como un síntoma de esta incertidumbre generalizada. La reforma a la salud, por ejemplo, pasó, pero no sin dificultades. La clase política se encuentra a la expectativa de la decisión presidencial.

Las encuestas miden una opinión en que también se nota la incertidumbre. Si bien las más recientes no muestran variaciones importantes respecto de las anteriores (Los indecisos se mantienen y a pesar del desgaste del gobierno en los paros, Santos, en ausencia de Vargas Lleras, sigue siendo el candidato más opcionado entre los actuales) una especializada realizada por Gallup para  Dinero entre líderes empresariales, encontró, de acuerdo con la revista, un ambiente de “pesimismo” entre personas para quienes cifras y expectativas son fundamentales. Los números de la economía no son negativos (4% de crecimiento esperado; desempleo inferior a un dígito, etc.)  pero, más que pesimismo, está claro que los empresarios sienten este momento como uno de indefinición, en la política y el proceso de Paz, que ha generado, como en los demás casos,  el “limbo” de la incertidumbre. Por cierto, al igual que la mayoría de los colombianos, se manifiestan de acuerdo con el proceso de Paz y en iniciar otro con el E.L.N (72%)

Ante la situación descrita, resulta inútil para el gobierno persistir, exclusivamente, en la presentación de cifras y logros como una manera de contrarrestar un ambiente extendido de incertidumbre. Pareciera que no tiene y no se encuentra interesado en una estrategia de comunicaciones que haga más visible la imagen del presidente y  del mismo proceso de Paz, variables indisolubles. Desde hace mucho se encuentra establecido en el ABC de la  ciencia política que procesos de percepción y estadísticas son asuntos diferentes.

La campaña presidencial y los diálogos dan la impresión de encontrarse estancados o al garete. Está claro que, en cualquier circunstancia, estos deben mantenerse, en un ambiente en que incluso la misma oposición, en cabeza del ex presidente Uribe, habla de una Paz condicionada. Pero Santos está demorado en ejercer el liderazgo que el país espera y eso, en las actuales circunstancias, solo puede hacerse de una manera: definiendo, a la mayor brevedad, su intención o no de reelegirse. El tiempo, y la incertidumbre, empiezan a jugar en su contra.

@herejesyluis

La revolución de nuestro tiempo: mientras seguimos ocupándonos casi  “inútilmente” de  temas políticos, la ciencia avanza: Li-fi, la tecnología que permite la transmisión de datos a través de la Luz ya funciona. Es más económica  que wi-fi y por lo tanto democrática. Se vino otra revolución. Entre tanto la ciencia de gobierno marcha “a pie” y, las más de las veces, descalza.

lunes, 14 de octubre de 2013

Obama y el chantaje al Estado Liberal


Por: Luis Carvajal Basto

Cuando normas como el techo fiscal, que se elaboran con el pretexto del bien común, se convierten en una peligrosa arma en manos de una minoría. Hoy pasa en los Estados Unidos, mañana en cualquier parte.


El asunto se ha planteado de la siguiente manera: Obama retrocede en sus programas de salud, que ampliaron la cobertura a los norteamericanos más pobres, o no se levantará el cierre del gobierno, ni se elevará  el techo de la deuda por parte del Congreso, para cumplir  compromisos y pago de préstamos. Es el veto de los Republicanos.
Las primeras consecuencias han sido la suspensión de 800.000 trabajadores y los efectos que eso tendrá en la confianza, la demanda y el consumo, en un país que comienza, luego de la crisis, a levantar cabeza. Lo que podría pasar, si no se aprueba la elevación del techo de la deuda la semana que comienza, es impredecible para la economía norteamericana y  mundial. En un momento en que los organismos multilaterales sugieren a los Bancos centrales mantener medidas de estímulo para consolidar la salida de la crisis, lo que sucede en USA es un corto circuito que puede desencadenar un gran incendio.
¿Cómo reaccionarán los chinos y los demás  acreedores, ante el no pago de su deuda e intereses? ¿Cómo afectará su reacción a los demás mercados? Etc. Etc.
Establecer límites a los gastos de los gobiernos y su capacidad de endeudarse fue, en algún momento, una manera de poner freno a  los desfases de regímenes  populistas que dejaban hipotecadas las finanzas públicas. Lo que la reciente crisis en la economía nos ha recordado, sin embargo, es que el gasto público, de acuerdo con la fórmula Keynesiana, es la herramienta más poderosa para estabilizar unos mercados que por sí solos no lo hacen o se demoran mucho, aumentando el desempleo y generando  pobreza y desigualdad. La intervención del Estado es, también, una manera de reducir la incertidumbre que facilita la inversión y hace más ciertas las expectativas en que se fundamenta el desempeño y las variables decisivas de la economía.
Este pulso que se libra entre Demócratas y Republicanos puede observarse como el último capítulo entre dos formas de ver el papel del Estado y sus implicaciones van más allá de la circunstancial pugna política en el Congreso. Se trata de su adelgazamiento, como principio, en una discusión que lleva décadas para no decir centurias. La posición Republicana es similar a la que ha propiciado la reducción de los gobiernos en Europa y en otras latitudes. Pocos recuerdan que en 2008, en el furor de la crisis, nadie ponía peros a los gastos  que ahora se quieren recortar, con tal que jalonaran la demanda y  así superar  una burbuja generada, precisamente, por ausencia de supervisión estatal.
Por cierto, a nivel de percepción,  el pulso hasta ahora se salda a favor del presidente Obama quien de manera hábil ha conseguido el castigo de la opinión pública contra los Republicanos: su imagen favorable cayó desde 42% en 2010 hasta 28% la semana anterior y comienzan a recibir presiones, incluso, de empresarios que financiaron sus campañas. Esos empresarios, que por principio quieren un gobierno más pequeño y menos impuestos, han comprendido su importancia y el caos al que podría arribar la economía de mantenerse, a ultranza, las posiciones extremas promovidas desde la minoría del tea party.
Independientemente del desenlace de este episodio, en que el presidente Obama no ha cedido al chantaje, queda la lección acerca de los límites del control político que ejerce el Legislativo en situaciones verdaderamente excepcionales: colocar topes a la capacidad de acción de los gobiernos es renunciar a una herramienta que, en situaciones excepcionales, puede ser indispensable .De otra parte, el “suicidio” colectivo y obligatorio, propio de algunas sectas, al que puede llegar la terquedad de unos pocos, no es, propiamente, una forma de gobierno.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Ortega quiere más


Por: Luis Carvajal Basto

Las recientes declaraciones del presidente de Nicaragua, según las cuales San Andrés y Providencia también pertenecen a ese país, confirman que el fallo de La Haya es inaplicable.


Las palabras de Ortega son una amenaza pero también una advertencia: algo como decir que si Colombia no lo aplica inmediatamente nos puede ir peor. Ya sabemos que lo mismo ocurriría si lo hiciéramos, lo cual confirma que sus pretensiones pasan por una plataforma continental extendida con 200 millas de mar.
La respuesta de Colombia, hasta ahora, no ha excedido la formalidad de los canales diplomáticos y el derecho, sin descuidar un natural ingrediente político: se trata de obtener tiempo para actuar y restarle presión a lo que, evidentemente, es un fallo incomprensible que además se ha producido en un año preelectoral. Colombia, en verdad, no ha expresado la manera en que el fallo se acatará pero tampoco que no lo va a hacer, lo cual es perfectamente posible.
Este caso es un ejemplo, uno más, de la “desactualización” de un orden jurídico internacional establecido en la posguerra, confrontado con las realidades de la globalización. Sin que implique tomar partido frente a la intervención en Siria, la misma semana anterior, para recordar un evento cercano, el presidente Obama debió consultar a los gobiernos europeos acerca de la necesidad de una respuesta a presuntas atrocidades del régimen Sirio, ante la imposibilidad de hacerlo en el consejo de seguridad de Naciones Unidas, lugar donde los intereses de Rusia y China bloquean cualquier iniciativa. La renuencia de los gobiernos y la opinión pública en Europa y algunos tropiezos en el parlamento norteamericano han impedido, hasta ahora, los bombardeos, pero no el consejo de seguridad.
La realidad política internacional suele superar, ahora muy de seguido, lo que sugieren unos preceptos teóricos e Instituciones construidos en la década de 1940 que, muchas veces, ya no resultan suficientes. Con ello no se trata de incitar a la barbarie siendo, apenas, un reconocimiento de sus limitaciones. Los Estados Nacionales, por estos días, deben recurrir, con frecuencia, a respuestas de corte pragmático, teniendo en cuenta su evidente debilidad que tiene origen en la pérdida de credibilidad en la política y en las dificultades presupuestales. En casi todas partes los ciudadanos no quieren pagar impuestos pero requieren todo tipo de soluciones por parte de un Estado debilitado.
Si asumimos la situación con realismo debemos reconocer que, salvo por el fallo, para Colombia las circunstancias externas no son tan complejas como las internas: El gobierno de Nicaragua tiene un bien ganado prestigio de expansionista y pendenciero que, por ahora, le da réditos en la situación política interna, pero ha motivado también reclamos de Costa Rica y Panamá, sus habitualmente tranquilos vecinos.
Las expectativas de Ortega deben estar fundadas en la solidaridad de los países del Alba con los cuales se puede llevar sorpresas, dados los vínculos históricos, económicos, comerciales etc. de Colombia con Venezuela y Bolivia. En un hecho de diplomacia positiva, la semana anterior, por ejemplo, Colombia negoció con Venezuela exportaciones por más de 600 millones de dólares, a pesar de sus dificultades cambiarias y de pagos. No parece tampoco que la misma Cuba esté dispuesta a “entrometerse” a fondo en unas diferencias entre terceros.
Pero Ortega conoce de las diferencias políticas internas en Colombia, que han ocasionado desidia en la política exterior, y se aprovecha de ellas. Existen, sin duda, “responsables” del fallo, pero no parece el momento indicado para iniciar un juicio de irresponsabilidades. Si Ortega aprovecha nuestra circunstancia preelectoral y el momento de las negociaciones de Paz, no podemos “ayudarle”. Nuestra respuesta no puede ser más que una de Estado y resultaría incomprensible que actores políticos, en otro acto de canibalismo electoral, siguieran usando el fallo para ganar protagonismo o abrirse camino en las próximas elecciones.

Herejesyluis
Posdata: La noticia según la cual la asamblea de San Andrés sugiere reclamar la costa de mosquitos, perteneciente a Colombia hasta 1830 y lugar en que, por cierto, sus habitantes viven, lamentablemente, en peores condiciones que nuestros compatriotas, es una consecuencia de la actitud desaforada del presidente Ortega.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Santos: todo por la Paz


Por: Luis Carvajal Basto

Luego de los paros y una mala encuesta, el presidente, con el revolcón ministerial, reafirma su rumbo social hacia la Paz. Pero el nuevo gabinete no es, y no podía ser, una respuesta a esa encuesta.


De acuerdo con lo que ocurre en Colombia por estos días, medido por la última encuesta, podría parecer que reelección y proceso de Paz son incompatibles. El ambiente de pesimismo que van dejando los paros se  ha notado; también la tardía reacción de los ministros que fueron cambiados y la percepción de la gente, dejando en el aire la pregunta de si será su propia reelección el precio a pagar por el presidente para conseguir la Paz.
La mala situación de nuestro campo está fuera de discusión, así como la falta de respuesta del Estado, un acumulado histórico que compromete varios gobiernos, a los problemas del agro. Si bien los campesinos no han logrado constituirse en un interlocutor unificado y no es factible pactar acuerdos con cada grupo que realiza bloqueos, también lo es que no tenemos una idea cierta de la magnitud de esos problemas porque no hemos podido realizar un censo agropecuario, la primera herramienta de utilidad en este caso. No disponemos de una medición reciente de la realidad  que valide y sugiera políticas.
Lo que ha llamado la atención es la “gavilla” que, dada su uniformidad, todos a una, se ha armado, en la práctica, contra el gobierno y el proceso de Paz, lo que haría parecer  Paz y reelección como objetivos incompatibles. La respuesta de Santos fue un gabinete regional, capaz y con experiencia, sintonizado con la Paz, dejando en el ambiente que  la antepone a la misma reelección. Pero eso sería una lectura equivocada, partiendo, como se hace, de un presupuesto falso, según el cual las circunstancias actuales se mantendrán hasta las elecciones.
La respuesta presidencial parece fuera de cálculos electorales, pero ni los más enconados opositores anticipan la reacción de la opinión a los resultados de un proceso en que el presidente se ha jugado del todo, mientras recibe varapalos, por encima y por debajo de la mesa, de sectores que han compartido gobierno tanto como de sus detractores  políticos y de las FARC, que también bloquean las vías, dejando al gobierno como un emparedado. Para el presidente es el peor de los mundos, pero eso será hasta que se firmen los acuerdos o el proceso se cancele y  sustituya, como quieren muchos, por la opción puramente militar. En los dos casos las agujas de las encuestas girarían.
El  renovado  equipo de gobierno tiene muy poco tiempo para conseguir sus dos principales objetivos: reelección y éxito en el proceso de Paz. Las elecciones se acercan y vale recordar que, en política electoral, pasado y futuro son, apenas, insumos del presente. De nada vale denunciar la gavilla que trata de poner de acuerdo a quienes le culpan de todos los problemas  acumulados del país en todos los tiempos (San Andrés, situación del campo, empleo, inseguridad etc.). Aquí lo que cuenta  es la verdad que la opinión, que votará y refrendará los acuerdos, si los hay, considera. Para ello, el gobierno debe pasar de “padecer” la agenda, de la que la opinión se ocupa, a proponerla, situarse a la ofensiva y no solo como atajador de paros y ataques que, por estos días, le llueven.
El  reto inmediato que debe afrontar  es la respuesta a los pequeños campesinos garantizando precios de sustentación a sus cosechas (¿Un IDEMA público-privado?) como cuota inicial de una nueva política agraria y atender de manera competente las  reclamaciones de los Maestros, enfatizando el talante social de sus políticas. El segundo es comprender que  aunque la Paz tenga sus más inmediatos efectos en las regiones, el escenario electoral de 2014 lo definirán las grandes mayorías urbanas, incluidas las que no encuentran representación en el Congreso. Es a ellas a quienes debe explicarse (porque no la han padecido tanto como nuestros compatriotas del campo) que esta guerra, narco, absurda y fratricida, no puede durar para siempre y que eso está por encima de egos, intereses personales y otras  consideraciones.
@herejesyluis
Otro si: Sabemos que el futbol tiene sus propias reglas, pero el penalti que se inventó el árbitro en el último minuto del partido Millos-Chicó fue un “asalto” del que pudimos ser testigos, en vivo y en directo, millones de televidentes.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Papas explosivas


Por: Luis Carvajal Basto

¿El campo colombiano era diferente antes de los TLC? El “limbo” político a meses de elecciones.


Colombia ya no es un país predominantemente rural salvo por la extensión (94%) de sus campos sub utilizados (23% de la tierra laborable). En ellos sobreviven  menos del 20% de nuestros compatriotas (en 1938 era el 70% y en 1993 el 31%) que generan el 12% de lo que producimos. Ese campo, por décadas, ha sentido, en primera persona, el impacto de narcotráfico y violencia que han propiciado, en muchas regiones del país, una reforma agraria invertida con el desplazamiento  forzado de millones de compatriotas y la concentración violenta de gran parte de la tierra.
Pero, históricamente, la mala situación  de los pequeños campesinos no puede imputarse a los TLC. “El paro agrario no lleva doce días sino cincuenta años” dijo, con razón, Aurelio Iragorri, el funcionario del gobierno que le ha puesto la cara. Esa mala situación, vale recordar, sirvió como argumento para el nacimiento de las FARC y el E.L.N en los 50s y 60s y, más tarde, de los paramilitares. Por otra parte, aunque durante ese periodo el nivel de vida de nuestros campesinos ha mejorado, indiscutiblemente, ya era pobre en las épocas del peso devaluado, lo cual impide endosarla a su revaluación.
Desde un punto de vista práctico ¿Podrá competir esa pequeña producción campesina, detonante de los paros, con importaciones de productos más competitivos y/ o subsidiados? Sin TLC no lo hacía y ahora depende más de su capacidad, la del gobierno y empresarios del campo para adaptarse a nuevas tecnologías, productividad, vías, insumos etc. No se trata solo de normas para limitar importaciones que solo incrementarían el contrabando en ausencia de competitividad.
¿Podemos dar marcha atrás a los TLC? Difícilmente. Pero claro que se pueden aplicar salvaguardas, garantizar la compra de la pequeña producción campesina (¿Resucitar al IDEMA?) y aplicar su letra menuda hasta donde sea posible. ¿Es deseable? No parece, porque la globalización no es una opción sino un hecho tecnológico, económico y político aunque los coreanos del norte digan lo contrario. Otra cosa es la necesidad de estructurar, desde el gobierno y con la gente, un nuevo modelo agrario que nos haga más competitivos. De nada sirve añorar una  estructura agraria pre capitalista.
Por otra parte, atentos a la amenaza de enfermedad holandesa, vale la pena intentar sumas y restas. La importación de alimentos y otros bienes beneficia, aunque no sea en pleno paro popular decirlo, por la vía de la reducción de costos, a la población en general. Permite controlar la inflación y reducir los precios de la producción interna. Debemos tener en cuenta que Estados Unidos y Europa están apenas saliendo de una recesión que no durará para siempre.
No se trata de un discurso político o una propuesta ideológica. Hace más de doscientos años en el parlamento inglés se produjeron los primeros debates sobre el tema hasta que David Ricardo lo resolvió, a favor del comercio, con la demostración matemática de su teoría de las ventajas comparativas que hasta hoy se mantiene, científicamente, imperturbable. Otra cosa es la necesaria  intervención del Estado y  la particularidad de nuestros tratados: aunque el equipo negociador ahora  guarde silencio, muchos piensan que los TLC significan Todo Lo Cedimos. ¿Será?
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Como era de esperar y lo anticipamos desde esta columna  el pasado 14 de julio, la proximidad de las elecciones comienza a generar reacciones en los sectores económicos y políticos. Muchos quieren valorizar sus acciones por encima de “su precio de mercado”. Aprovechando la coyuntura del paro agrario, sectores políticos; camioneros; Concejales y hasta el alcalde Petro, quien anunció ruptura de relaciones con el gobierno luego de la reacción del ministro de vivienda ante el POT por decreto y ahora usa ruana, tratan de sacar su parte.
Mucho de lo que ocurre, incluido el paro, tiene que ver con la indecisión del gobierno frente a la reelección que le ha colocado, y con él al país, en un limbo político que, difícilmente, puede esperar hasta noviembre. Para empezar, un gabinete que está en mora de ejecutar, de acuerdo con la contraloría, gran parte de su presupuesto  y  ha dejado escalar un paro de la manera en que este lo ha hecho, no parece el más indicado para una reelección de unas políticas o del mismo presidente. Parece llegada la hora de anunciar la reelección o de no hacerlo. Lo ocurrido con el paro da una idea de las cartas que se van a jugar en las presidenciales, papas explosivas incorporadas.
@herejesyluis
Otro sí: en Democracia nadie debe asustarse por la expresión de sectores que históricamente no lo han hecho o no han podido hacerlo por la amenaza de narcos y violentos. Son formas de participación  que no excluyen el ejercicio de la autoridad, cuando se desbordan tratando de pasar por encima de los derechos de todos. El mismo presidente Obama, en el homenaje a Luther King la semana pasada, recordó que “debido a que marchaban, América llegó a ser más justa". Otra cosa es el oportunismo que financia vándalos a “$30.000 por lanzar pedradas” como dijo un alcalde.

lunes, 26 de agosto de 2013

Los TLC, la política y los paros


Por: Luis Carvajal Basto

Los bloqueos son la expresión de sectores fuertemente golpeados. ¿Son, también, un argumento electoral?


Las cifras muestran que es apresurado  afirmar que la economía perdió con los TLC aunque sean preocupantes los incrementos en las importaciones de lácteos (200% en el primer año).Pero si al agro no le va bien y a la manufactura tampoco, mucho de nuestro futuro queda en manos de la producción petrolera y la exportación de materias primas. El modelo económico está cambiando y eso se siente.
La geografía de los paros deja ver que en ellos hay de todo. Desde  reclamos de sectores cafeteros, tradicionalmente importantes y “consentidos” por el Estado, y los transportadores, con clara influencia de quienes antes promovieron los TLC y ahora los condenan, pasando por los reclamos justos de  pequeños productores campesinos de leche y papa en el altiplano cundiboyacense, Nariño y el Cauca, hasta las expresiones politizadas de zonas con clara influencia de las FARC que deben considerar “obligatorio” participar en las protestas, a pesar(o como complemento) de que sus jefes negocian en La Habana.
Los efectos positivos de los TLC existen, pero no salen a desbloquear las vías: a estas horas nadie destaca el impacto de las importaciones  en el control de la inflación, cosa que beneficia a la mayoría de colombianos; el “bajo” costo de maquinarias, vehículos y otros componentes importados etc.
Por defecto atribuible a la escasa respuesta de sectores llamados a aprovechar la ampliación de mercados para promover exportaciones, nuestras ventas al exterior no salen tan bien libradas, hasta ahora, y la balanza comercial, con los países con que tenemos tratado, no se puede calificar positivamente. Mientras en Colombia el TLC es motivo, aún, de debate filosófico, las importaciones “baratas”, de producciones más competitivas y a veces subsidiadas, llegaron y con ellas sus efectos que  empiezan a generar distorsiones en el mercado interno.
Las cifras son contradictorias: La siembra de Arroz aumento 13.4% en el primer semestre de 2013, mientras los sectores  afectados  denuncian los efectos de sus importaciones; las exportaciones a Estados Unidos cayeron en un 13% y la manufactura  un 3.4%.Son cifras para preocuparse pero no todas son responsabilidad de los TLC. Existen otros factores, como la revaluación del peso, y la caída en el mercado mundial de materias primas, como consecuencia de la desaceleración en China y la crisis de occidente, que han afectado las exportaciones.
¿Estamos cortos en competitividad? Pues claro. Por ejemplo, los fletes internos siguen siendo más costosos que los internacionales por una confluencia de gasolina y peajes caros con vías deplorables. En la estructura productiva del país no conseguimos remplazar los empleos que perdemos con los productores chinos, aunque no tengamos tratado .La competitividad, en este nuevo modelo, parece reducida a la ventaja natural que el país tiene en los sectores petrolero y minero sin que la reacción de gobiernos y empresarios se note, todavía.
Existen razones válidas para la protesta de sectores que resienten alto costo de insumos y bajos precios en sus productos. La pequeña producción campesina a la cual el Estado debe responder con prontitud. Otros, como los cafeteros, están vinculados, históricamente, con la política tradicional.  Es cuestión de tiempo y las respuestas deben ofrecerse rápidamente: el gobierno debe conocer que muchos de los palos que bloquean las carreteras tienen como objetivo prioritario meterse en las ruedas del  carro de su reelección.
 @herejesyluis