lunes, 28 de octubre de 2013

El "mensaje" de la Corte


Por: Luis Carvajal Basto

La Corte Constitucional es el tribunal encargado de resguardar nuestra Constitución, la cual es, en esencia, una función política. ¿Qué significa un fallo que cuestiona por defectos de trámite un asunto tan importante, como el fuero militar, en un momento tan complejo y delicado para el proceso de Paz y en la “puerta” de las elecciones?


Es francamente sofista y demasiado simple  o “inocente” la lectura del fallo  como  estrictamente jurídica  o “apenas”  una concesión a los contradictores del fuero militar, una franja que va desde las organizaciones defensoras de derechos humanos y las FARC  hasta la oposición al gobierno, a “izquierda” y “derecha”  del espectro político.
La estrecha votación, 5 a 4, así  como las afirmaciones del magistrado Pretelt, quien salvó su voto, dejan ver, además de   las  naturales diferencias internas, la fragilidad del argumento. Nadie, que conozca los antecedentes y  experiencia de los miembros de la Corte, puede afirmar que su decisión se produjo solamente por premura o para “salir del paso”, ignorando sus alcances.
Aunque lo verdaderamente positivo del fallo quizá lo encontremos en la comprobación de la independencia de las diferentes ramas del poder, lo cual ratifica el carácter democrático de nuestras instituciones y su estado de salud,  preocupa  la falta de sintonía de la Corte con el proceso de Paz. El fuero militar es una parte importante de una totalidad  que también incluye el referendo, la Justicia transicional, la Ley de Justicia y Paz y los mismos diálogos que para sectores extremistas son, en sí mismos, una exagerada concesión, quizá en la misma magnitud en que para otros lo es el fuero militar. Resulta difícil pensar que la Corte no tuvo en cuenta esa consideración, al producir un fallo exegético en extremo.
Independientemente de interpretaciones subjetivas, se trata de una decisión política que compromete la gobernabilidad sobre una de las variables importantes del proceso de Paz. Una que se produce a meses de las elecciones. Es natural que, en la medida en que se acerca el final de los periodos de gobierno, estos pierdan parte de su capacidad de influir o conseguir que sus decisiones sean compartidas o acatadas, tanto como en sus inicios, lo cual nos lleva a afirmar nuevamente que la  postergación del anuncio formal de la reelección o no, mantiene al país en un limbo político que también se siente, ahora, en la Corte.
Si no fuera porque el proceso de Paz se encuentra en el  corazón de las próximas elecciones presidenciales, sería más difícil de entender lo ocurrido. Resulta complicado defender  una formalidad de trámite como una cuestión de principios. Para fundamentos, la obligación de  conseguir y mantener la convivencia, sustento sin el que resulta imposible cumplir  el mandato de la Constitución. ¿Puede entenderse el mensaje de la Corte como contrario a la manera en que el gobierno Santos ha desarrollado su propia visión para conseguirla; un palo en la rueda de la reelección de un gobierno que se ha jugado por la Paz? Pues eso es lo que es.
Esta decisión se produce en un momento  que , simultáneamente con los tiempos del proceso de Paz, el país se encuentra definiendo su próximo gobierno entre quienes apuestan por el diálogo y quienes consideran que la imposición de la autoridad del Estado excluye cualquier tipo de consenso y, subliminalmente o no, insisten en la preeminencia del uso de la fuerza. Es ese el escenario de un  fallo al que el pre candidato (¿) J.M Santos no se pudo anticipar y su reacción, el anuncio de la presentación del proyecto nuevamente al Congreso, no es equiparable ni, por ahora, suficiente para asumir  las riendas del momento político a pocos meses de las elecciones.
@herejesyluis
¿Cándidos o candidatos? El elegido, en la convención Uribista, doctor Zuluaga es, de acuerdo con todas las encuestas, un anti-candidato. En la política contemporánea es inexplicable que sobrevivan quienes no usan  métodos de medición y análisis  pero lo es más que, en la entrada, se coloquen contra ellos. ¿Será que la opinión pública no es relevante o, más bien, que la historia del candidato Uribista aún no termina?

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