lunes, 31 de diciembre de 2012

Política & economía 2012



Por: Luis Carvajal Basto

En un entorno mundial recesivo el desempeño económico de Colombia, que estará entre el 4.2 y 4.5%, puede considerarse como positivo, pero podría haber sido mejor. Fue el año en que se protocolizó la ruptura entre Santos y Uribe y, a propósito de la expresión popular que se observó ante la fracasada reforma a la Justicia, se hizo más notoria la distancia entre el congreso y la opinión pública que puede tener consecuencias en 2014.


La caída del PIB en el tercer trimestre a niveles de 2.1%, viniendo de 4.9% en el segundo y de 5.9% en 2011 hizo que se encendieran las alarmas. La caída en las exportaciones de carbón y la estabilización en el precio del petróleo tienen parte de responsabilidad, como han expresado sectores del gobierno. No han podido comprobarse, sin embargo, otros efectos de la crisis internacional que se usan a menudo a manera de clichés: en un entorno de crisis las exportaciones totales aumentaron un 7.4% en el periodo enero- octubre con relación a 2011.Dentro de ellas, las compras de España crecieron un 129% y las de Estados Unidos un 4.3%.Ambos países, fuertemente afectados por la crisis. La desaceleración en China tampoco se notó pues sus compras aumentaron un 53% en lugar de disminuir.
Las causas del bajón de la economía podrían explicarse por el aumento desmesurado en las tasas de interés que, aunque tardíamente corregidas a la baja, resintieron la inversión y la demanda interna; la caída en el sector de la construcción y la revaluación del peso que ha propiciado un aumento en las importaciones (8.6% en el periodo enero octubre) y una reducción del agregado nacional.
Las perspectivas para 2013 pueden ser alentadoras, si se tiene en cuenta la esperada recuperación de los Estados Unidos, nuestro principal comprador, y el mejoramiento del crecimiento en China, así como los efectos de un plan de inversión en vías por más de 40 billones y el dinamismo, en general, del gasto público, incluidos proyectos como el de las 100.000 viviendas. Cabe, sin embargo, esperar continuidad en la tendencia de suavizar las tasas de interés, lo que mejoraría las expectativas de crecimiento y empleo. La inflación, aun a costa de crecimiento, se mantuvo en niveles aceptables.
Por otra parte, todo hace esperar que la situación cambiaria y fiscal se mantenga estable.
Precisamente la relativamente sólida situación de la economía hace prever un escenario propicio para la postulación del presidente Santos a su reelección, asunto al cual se referirá a mediados de año cuando empieza la inhabilidad de German Vargas Lleras, pero eso es diferente a pensar que la tiene ganada por anticipado. Con un balance positivo en el desempeño de la economía, el presidente observó caer sus niveles de aprobación hasta 53% en el presente mes. La “partición de cobijas” con el Uribismo y el efecto San Andrés pueden explicarlo solo en parte. Una encuesta realizada en agosto reveló que aunque el 51% de los colombianos no estén de acuerdo con la reelección de Santos, sería el candidato más votado con el 43% de los votos. La diferencia entre clichés y percepción se observa en el plano político: la última encuesta de Gallup muestra que a pesar de los logros en seguridad y empleo mostrados por el gobierno, el 73% y 64% respectivamente tienen una opinión desfavorable de su labor en esas áreas. Un punto de quiebre fue lo sucedido con la fracasada reforma a la justicia y otro, el inicio de los diálogos de paz con las FARC. ¿Dependerá del resultado de esos diálogos la eventual reelección?
En principio, podría ser al contrario. En el pasado las FARC renunciaron a continuar dialogando aduciendo el ocaso de los periodos de los gobernantes. También puede ser un motivo para explicar continuidad en la política de dialogar. Sin embargo, independientemente de los resultados del proceso, existen al menos dos sucesos que señalarán el rumbo de la política en 2013:la división en la coalición que eligió presidente en 2010, con el nacimiento del llamado “puro centro democrático” que tendrá listas de congreso propias pero no define un candidato presidencial con posibilidades de ganar(Zuluaga tiene 14% de aprobación) y, por otra parte, la expresión creciente de sectores urbanos que han tomado distancia de la “política tradicional”, la que se expresa en el congreso, y el papel que jugará en las elecciones de 2014.
En relación al voto que mueven los congresistas, cabe esperar que algunos engrosen las toldas Uribistas con o sin el mismo Uribe encabezando. Esto se definirá luego de enunciada, o no, la reelección del presidente. La coalición triunfante en 2010 tendrá dos candidatos presidenciales y todo hace presumir que dividiría su voto, abriendo camino a un candidato que identifique sectores de opinión, que se expresaron en la “ola verde”, alejados de la política parlamentaria y que han “puesto” alcaldes y gobernadores, ya por años, en diferentes sectores del país, incluyendo la Bogotá de Petro quien se “coló” entre dos votaciones minoritarias. ¿Se repetirá a nivel nacional? Pues hasta hoy, puede decirse que hacia allá marchan los acontecimientos políticos. No es cuestión de gustos, solo lo que se ve, por ahora.¡¡¡Feliz 2013!!!
@herejesyluis


lunes, 24 de diciembre de 2012

Una jugada irresponsable



Por: Luis Carvajal Basto

Develado el misterioso plan de Petro y luego de observar a la ciudad desbordada por las basuras, al alcalde le cuesta reconocer que perdió su apuesta. Pero eso es lo de menos. Queda confirmado que la percepción y el conocimiento de la ciudad, por parte de quien la gobierna, están lejos de la realidad.



Cuando muchos se preguntaban que iba a ocurrir el 19 de diciembre con la recolección de las basuras, era frecuente encontrar una respuesta con sesgo ideológico para un problema de administración. Al final se ha podido observar que el plan del alcalde no funcionó y que, fiel a su estilo, pretende obtener utilidades de una derrota que él mismo fabricó.
A la hora del balance resulta difícil hacer sumas y restas. En el torrente de declaraciones y entrevistas la alcaldía manifiesta que el esquema de aseo “ha sido satisfactorio” (El Espectador, 20/12) al mismo tiempo que reconoce haber dado “marcha atrás” (El Tiempo, 19/12). ¿Cuál será la realidad? Si la gestión pública se tratara de hacer declaraciones o estructurar discursos, las cosas serían de otra manera. Puesto a prueba, el discurso de Petro no fue suficiente para recoger los desechos de la ciudad. La gestión de los gobiernos no se mide por la particular lógica de sus actores tanto como por sus resultados. En este caso se trató de un remiendo mal elaborado y peor ejecutado.
La verdad de fondo es que la administración no pudo estructurar una licitación conforme a reglas y a la decisión reciente de la Corte Constitucional, debiendo recurrir al desorden, convertido en discurso, que hemos observado. Después de la oratoria, del debate mediático y de la jugada del alcalde, seguimos en lo mismo y con los mismos a quienes colocó en la picota pública para luego contratarlos de nuevo, sin una licitación.
¿En realidad el alcalde esperaba que su plan daría resultado y que el servicio sería adecuadamente prestado sin necesidad de dar marcha atrás? ¿Su objetivo era denunciar los sobrecostos, cosa que ya hizo la contraloría? ¿Tendrán razón quienes opinan que utiliza el gobierno de la ciudad para promover una futura candidatura presidencial? ¿O, sencillamente, no conoce de gestión pública ni la dinámica de la ciudad y se encuentra al vaivén de los acontecimientos respondiendo de manera reactiva a lo que se presenta, es decir improvisando y aprendiendo sobre la marcha?
Todo parece indicar que se trata de lo último. Sus vaivenes en los temas de movilidad, con tranvía y sin él, con inmensos recursos de salud y vías sin ejecutar lo ratifican. ¿Se pueden esperar resultados en movilidad si no fue posible que estirara el Transmilenio apenas unas cuadras para que llegara al aeropuerto a pesar de contar con recursos apropiados por la Nación? La cortina de humo de las basuras no puede ocultar el estancamiento y parálisis de la ciudad. Es, por el contario, una expresión y un síntoma de ella.
A un año de su posesión el alcalde no puede responder a las expectativas ciudadanas con denuncias que le fueron útiles en su condición de candidato. Qué existen intereses encontrados en la gestión de los gobiernos no es, propiamente, una novedad sino una de sus características, lo que la diferencia, entre otras cosas, de la administración privada; Qué los empresarios buscan obtener utilidades, tampoco. Es uno de los objetivos de las empresas; Qué las decisiones de gobierno deben ejecutarse conforme a reglas, menos. La administración pareciera encontrarse “descubriendo” el escenario en que transcurre el gobierno. El tiempo pasa y, al iniciar su segundo año de mandato, un gobernante no puede persistir en responsabilizar a los demás de su propia incapacidad.

lunes, 17 de diciembre de 2012

El gobierno no aprende



Por: Luis Carvajal Basto

(Cero y van tres) Se apruebe o no la reforma tributaria, los errores de procedimientos y comunicaciones del gobierno se repiten. Algo parecido a lo que estamos viendo ocurrió antes con las reformas Educativa y de Justicia.



Ojalá tengamos una reforma tributaria que sirva para hacer más sólidas las finanzas públicas. Más transparentes. Para que el Estado pueda cumplir bien sus funciones como promotor de la economía y el bienestar y reductor de los desequilibrios. En una época en que existe, en todo el mundo, un fuerte cuestionamiento al papel de los gobiernos y una ofensiva para su adelgazamiento por cuenta de quienes no quieren pagar impuestos, una característica de la globalización de le economía pero no de los instrumentos de gobierno, viene bien una reforma tributaria que propende por el fortalecimiento del Estado.
En contra de ella existen solo dos argumentos de fondo: que, como contraprestación, se implementen medidas efectivas contra la corrupción (“para qué más ingresos si se los roban”, dicen en la calle) y que sea de carácter progresivo. Que paguen más quienes ganan más, como un instrumento de equidad.
Las motivaciones del gobierno, al proponer la reforma, están claras. Las finanzas públicas no se encuentran en situación de emergencia y el recaudo ha superado las expectativas y los ingresos históricos, lo cual se relaciona con la relativamente buena situación de la economía. Pero en el juego político el solo anuncio de una reforma tributaria es una señal de alarma que no solo coloca a todos los actores económicos en situación de “defender lo suyo”, sino que muchos de ellos creen encontrar una oportunidad para mejorarlo.
Como consecuencia de ello, los expertos en lobby, al ejercer sus funciones, superan a veces los propósitos gubernamentales. En cambio “la clase media”, cuyo crecimiento es vital para el desarrollo del país, de las mismas empresas y el empleo, tiene escasa representación, salvo por las funciones que puedan ejercer los partidos, cuyos miembros están acostumbrados a la dinámica transaccional de la política en el congreso que los ha alejado de sectores importantes de la opinión pública. El Partido Liberal, por ejemplo, ha estado alerta a los incrementos en la tributación negándose a dar trámite a aumentos en las tasas a funcionarios con ingresos medios cuya reducción en la capacidad de gasto, que propicia el incremento de impuestos, es nociva para ellos pero también para la economía.
Sin embargo, a pesar de lo establecido en la Constitución, la veeduría ciudadana acerca de procesos como este es casi nula y el interés general queda en manos de los medios que se encargan de difundir los aspectos más sobresalientes e informar. Pero los medios y la ciudadanía no aprueban las Leyes, quedando en manos de sus representantes, los cuales mantienen en el congreso una dinámica propia, cuyos resultados, pupitrazo o no, pueden ser impredecibles, tal y como ocurrió con la fracasada reforma a la Justicia.
La idea original del gobierno, a estas alturas, se ha visto claramente modificada en aspectos importantes, lo cual es propio del juego político, Pero eso es diferente a la manera en que el gobierno estructura y aclimata sus proyectos o los presenta y comunica, no solo al congreso sino a la ciudadanía, a veces con resultados sorprendentemente negativos.
Es difícil establecer si la convocatoria de sesiones extraordinarias al congreso y una semana adicional sean suficientes para un debate de fondo que concluya con una verdadera reforma estructural de nuestro sistema de impuestos. En principio no parece, por lo que podría ser conveniente que la reforma se posponga, lo cual no quiere decir que no se necesite. Lo ocurrido con La reforma educativa fue un claro ejemplo de cómo fracasar con una buena idea, por cuenta de malos procedimientos. El asunto es que con “buenas intenciones” y mayorías en el congreso, con esta van tres reformas que se han quedado, o se pueden quedar, en su enunciado lo cual, en todo caso, puede ser mejor que improvisar en materia tan delicada.
@herejesyluis

lunes, 10 de diciembre de 2012

¿Agitar o gobernar?



Por: Luis Carvajal Basto

No es cuestionable que el alcalde Petro promueva debates. Lo verdaderamente preocupante es que se dedique prioritariamente a ello, teniendo pendiente administrar bien una ciudad inmensa.



La no tan secreta reunión del alcalde con funcionarios del acueducto sobre el tema de basuras deja en claro un estilo de administración que confronta y presiona. ¿No resultaba más conveniente solicitar formalmente a los operadores del servicio la información requerida, antes que proceder como se sugiere en la conocida conversación? La gestión pública puede ser, o no, discreta, pero jamás secreta. Difícil ejercer un cargo como la alcaldía manteniendo un talante conspirador, en este caso, contra si mismo. Se trata de la primera autoridad de la ciudad.
Que Petro promueva debates no es una novedad. Así logró reconocimiento público y su triunfo como alcalde. Su anterior cargo como senador era propicio para desarrollar funciones de control político, las cuales ejerció algunas veces con más objetividad que otras. Pero su trabajo actual es otra cosa. Se trata de hacer gestión pública en un escenario para nada sencillo en el cual, sin embargo, la ciudadanía espera su lucimiento como mandatario y no como agitador. A un año de su posesión pareciera tener confundidos los roles y, salvo por la medida de pico y placa, para lo cual solo requería de un decreto, y la discusión sobre toros, debemos decir que su administración transcurre como si tal.
Se ha generado una situación que la gente percibe como negativa y se refleja en las encuestas, ante la cual sectores conservadores comienzan a promover su revocatoria de manera más oportunista que oportuna, sino fuera por que parece una situación buscada por el mismo alcalde, al punto de manifestar que no le disgustaba un escenario en que puede ratificar sus probadas habilidades y porque, no teniendo los conservadores mucho para mostrar en Bogotá, pueden tener, esta vez, razón acerca de las capacidades del mandatario.
Bajo la responsabilidad del alcalde están las controversias, pero también el manejo de un presupuesto que para 2013 vale casi 14 billones de pesos y al cual el concejo le acaba de aprobar una adición presupuestal por 234.000 millones. Los ciudadanos, en un ejercicio de cultura tributaria, siguen pagando sus impuestos y el recaudo en 2012 fue un 8% superior al del año anterior.
Pero, mientras el recaudo crece, los niveles de ejecución son muy bajos en áreas importantes. De acuerdo con cifras de la secretaría de Hacienda al 31 de octubre, la inversión en el IDU apenas llega al 41.9%; al 58.2.% en el IDRD, donde acaba de renunciar su director; en la secretaría de movilidad al 47.8%;en la secretaría de desarrollo económico al 32.5%; en la unidad de rehabilitación y mantenimiento vial al 33.6%.De acuerdo con el consolidado por objetivos de los establecimientos públicos, la inversión directa apenas llega a niveles del 50.6% y objetivos como “Un territorio que enfrenta el cambio climático y se ordena alrededor del agua” y “Una Bogotá que defiende y fortalece lo Público” muestran niveles de ejecución, del 5.5% y 40.2%, respectivamente. No se defiende muy bien lo público ni se puede “enfrentar el cambio climático” si los recursos no se aplican oportunamente. La ejecución se refiere a la implementación de políticas que, de lo contrario, se quedan en frases rimbombantes o efectistas, sin que la gente se beneficie. Parece un caso de parálisis en la administración.
El alcalde Petro podría ser el primer mandatario revocado. Y no se trata de que le guste o no, porque sería traumático para la ciudad e inconveniente, como lo señalo un editorial de El Espectador la semana anterior. A la ciudad no le conviene que revoquen a este o a cualquier alcalde. Pero queda demostrado que además de aparecer permanentemente en los medios, tratando de copar la agenda pública, la gente espera que sus gobernantes demuestren una buena gestión y, cuando menos, ejecuten oportunamente los presupuestos.
@herejesyluis

lunes, 3 de diciembre de 2012

El efecto La Haya



Por: Luis Carvajal Basto

El inexplicable e injusto fallo de la Corte de Justicia ha puesto ante nuestros ojos realidades de la política internacional que no nos gusta ver, pero existen.



El asunto confronta, como nunca antes, dos formas de ver las relaciones entre países: las que deberían ser y las que, en realidad, existen. El realismo político. En un mundo en que algunas prácticas de la globalización confrontan la existencia misma del Estado Nación, por cuenta de su debilitamiento fiscal, las limitaciones nacionales de sus decisiones de política y política económica, entre otros factores, resultaba difícil esperar un fallo salomónico en que la realidad de dos naciones tan similares pero tan diversas, sus derechos y su historia, se vieran reflejadas. La vieja estratagema de pedir mucho para recibir la mejor “oferta” le dio a Nicaragua resultados. Colombia solo reclamaba una justicia justa que, quedó demostrado, tampoco existe, al menos en la corte de La Haya.
El asunto de fondo es que las reglas de las relaciones entre naciones, después de la globalización, están por escribir. El pacto de Bogotá, al que en buena hora hemos renunciado, por ejemplo, tiene más de sesenta años. Ya no nos comunicamos con teletipos ni los Estados, incluidos los más poderosos, tienen las capacidades que entonces tenían. Entre tanto los conflictos, se encuentran lejos de desaparecer. Parece extraño, sin embargo, que en plena época del GPS existan fronteras sin delimitar, pero eso se explica por la escasa capacidad de Estados que han debido afrontar asuntos más urgentes aunque no tan importantes, como observamos ahora.
Aunque resulte difícil reconocerlo, las fronteras, en general, son resultado de conflictos y posiciones de fuerza y los territorios siguen siendo un factor limitado con tendencia a ser, cada día, más escaso. Y en ellos vivimos seres humanos organizados en Naciones. Si somos una, resulta obligatorio defender nuestros derechos ante los más fuertes pero también ante los “débiles”, como parece ser este caso. No caben afirmaciones de “nacionalismo depresivo”, que en realidad son una pobre manera de justificar la desidia e irresponsabilidad de un sector de nuestra dirigencia que nos trajo hasta el fallo. En este punto vale recordar que internacionalistas como el ex Presidente López, advirtieron en su momento la inconveniencia de llevar el asunto a la Haya.
Nuestra Constitución se refiere a tratados, como ha expresado el presidente Santos. El fallo de la Haya debe dar lugar a uno, ahora que el de Esguerra-Bárcenas no fue suficiente para el gobierno de Nicaragua, como no lo es el actual fallo para Colombia. No se trata de crear un conflicto sino de evitar fricciones y escalamiento de un problema que a ninguno de nuestros países conviene, pero tampoco de legitimar una acción que no tiene sustento, más allá del juicioso trabajo del delegado de Nicaragua y experto en cabildeo, señor Carlos Arguello, frente a la ineficiente labor de nuestro locuaz experto, el señor Fernández de Soto. ¿Intervinieron empresas interesadas en la licitación promovida por el gobierno Ortega? Nadie lo sabe, pero el rumor existe. ¿Qué Ortega no quiere un tratado? Será el único responsable de lo que ocurra. Es lo que conviene a las dos Naciones y a toda América. Colombia, teniendo argumentos para hacerlo, no ha reclamado la Costa de Mosquitos, por ejemplo.
El fallo es un hecho político aunque no corresponda a la realidad histórica ni a la actual, pero sus consecuencias y las relaciones con Nicaragua deben ser reguladas por ese nuevo tratado, como corresponde a naciones civilizadas. Confiemos en que el actual gobierno de Nicaragua atienda el llamado del Gobierno de Colombia y abandone la diplomacia de micrófono y las declaraciones pendencieras. La invitación a terceros países a realizar ejercicios navales en aguas que en realidad son internacionales (el fallo solo reconoce derechos económicos) no puede entenderse sino como una provocación.
En las actuales circunstancias son importantes las comunicaciones con los gobiernos de Guatemala, Honduras y Costa Rica y valdría la pena conocer el estado de ánimo del Presidente Chávez frente al tema. Los venezolanos no entenderían que en un asunto como este respalde la pretensión nicaragüense.
El gobierno de Colombia ha iniciado un proceso tranquilo pero firme, para afrontar los efectos de la decisión de la Corte de La Haya. Ha sido positivo observar que, con excepciones como la señalada arriba, el espíritu de unidad frente a este tema recoge el sentir de todos los colombianos. Colombia ha sido, históricamente, un celoso defensor del derecho internacional y el respeto a los tratados. Un fallo injusto nos ha colocado en posición de entender que una cosa es el mundo, como debería ser, idealmente, y otra la realidad política. Confiemos en que sabremos afrontar las consecuencias de tanto realismo.
@herejesyluis
Posdata: a propósito de derechos y de historia, el Himno Nacional debe modificarse para corresponder a la verdad histórica. Los Centauros indomables, colombianos y venezolanos, no descendieron a los Llanos sino que venían de allí. ¿Alguien lo duda?

lunes, 26 de noviembre de 2012

Petro y su revocatoria



Por: Luis Carvajal Basto

Ante un problema administrativo, el alcalde se resguarda en consideraciones ideológicas al plantear, de nuevo, el debate entre público y privado; pero, en medio de tantos argumentos “filosóficos” ¿Alguien sabe quien recogerá las basuras el 20 de diciembre? Si se sigue equivocando en este asunto, puede prosperar la revocatoria de su mandato, paradójicamente “promovida” por él mismo.



Cuando la ciudad creía que el del servicio de recolección de basuras era un problema superado, se convirtió en punto de honor para la administración distrital. En ninguna encuesta realizada en los últimos años es señalado como un asunto para solucionar, ni ha sido tema de debate esencial en las campañas para alcalde, ni los ciudadanos lo sienten como un lastre comparable al de movilidad, para citar un caso. ¿Porqué razón es tan importante este asunto para un alcalde que tiene gran parte de su presupuesto por ejecutar, que ha patinado con su tranvía por la séptima y el metro, que se demoró tanto en pavimentar 100 metros de vía en la carrera 11 y que no ha podido solucionar un asunto sencillo, como la llegada del Transmilenio al aeropuerto, aunque la Nación le dé la plata?
Puede ser, como lo afirma el alcalde, que las tarifas que se pagan a los operadores del servicio de recolección de basuras sean demasiado costosas para la ciudad. Si ello es así pueden ser renegociadas, los operadores cambiados etc., en todo caso atendiendo los procedimientos y el ordenamiento legal. Para eso, para buscar eficiencia en los recursos públicos, son elegidos los mandatarios. Es una cuestión de administración y de costos y no un problema ideológico.
Sin embargo, a menos de un mes de vencerse las prorrogas con quienes hoy prestan el servicio, la ciudadanía no conoce de que tamaño son los eventuales sobrecostos, los cuales deben tener como referentes, entre otros, las tarifas en otras ciudades, el tamaño de la inversión y la calidad con que se presta. Nada más costoso que un servicio que no existe, pero ese no es el caso de las basuras en Bogotá que, debemos reconocerlo, funciona, cosa que no ocurría en el pasado, cuando estaba a cargo de la EDIS. Nadie sabe, a ciencia cierta, quien recogerá las basuras el próximo mes. A lo mejor el alcalde lo sabe, pero es un secreto bien guardado.
La semana anterior, luego de una visita de la superintendencia de Industria y Comercio, el alcalde se “atrincheró” en la Empresa de Acueducto, denunciando excesos en los procedimientos realizados, en lo que puede, o no, tener razón, buscando ejercer presión mediática contra los eventuales atropellos, en un hecho que no tiene antecedentes. Si el efecto buscado es conseguir atención y ejercer formas de presión, puede fácilmente lograr lo contrario. No parece que la ciudadanía este dispuesta a iniciar una insurrección por un servicio que se presta, hasta ahora, aceptablemente. El argumento según el cual “los operadores ganan mucho” puede ser objeto de negociación, despertar envidias o estimular la competencia, pero no alcanza para una convocatoria popular a su favor. Puede conseguir, en cambio, una, pero en contra.
¿No sería más sencillo reconocer que no ha tenido tiempo para estructurar una nueva licitación en los términos de Ley y de acuerdo al más reciente fallo de la Corte Constitucional? ¿Será que le cuesta demasiado aceptar que la administración se quedó corta frente a los acontecimientos? Por cuenta de ello no nos podemos devolver a las épocas en que el servicio de recolección de basuras era un caos.
El panorama que se observa no es nada claro y se parece más a una aventura que a una decisión planificada y consensuada. ¿No valdría la pena una consulta popular a ver si los ciudadanos quieren “Estatizar” el servicio? Entre otras razones por cuanto, como ocurre en cualquier democracia, cualquier error en este asunto puede terminar con una solicitud para su revocatoria. En una ciudad con cinco millones de posibles votantes, de los cuales 2.3 participaron en la última elección de alcalde, su victoria, con apenas 723000 votos, no parece sustento suficiente.
@herejesyluis

lunes, 19 de noviembre de 2012

Esposas, mozas y divorcios



Por: Luis Carvajal Basto

El presidente del Senado, doctor Barreras, no debería confundir su percepción de los Partidos con los sentimientos Partidistas de los Colombianos.



En medio de temas como las elecciones norteamericanas y el proceso de Paz, la frase doctor Barreras no tuvo la importancia que merecía. Se refirió al Liberalismo colombiano entendiendo, él, que se trata de la actual bancada parlamentaria, lo que no es lo mismo, pero que, en todo caso, defiende las ideas del Estado Liberal, el equilibrio de poderes, el contrato social y el papel del Estado como promotor del progreso social, la economía y reductor de los desequilibrios, que han sido la esencia de su doctrina y denominador común de sus tendencias.
Fue desafortunada su afirmación según la cual el partido era la “querida” del presidente, aunque sea, apenas, una más entre muchas que han denostado de los partidos, sin los cuales, sin embargo, la democracia que hoy funciona y a la que se refiere nuestra Constitución, no puede sobrevivir.
Hace unos años se afirmaba que la responsabilidad en la crisis de los partidos tenía que ver con el Frente Nacional. Luego de 1991 no se puede decir lo mismo y más adecuado sería afirmar que los partidos en Colombia han sido, al igual que la estructura Institucional y el país mismo, victimas del narcotráfico, la corrupción y la violencia asociada, lo cual no significa que no necesitemos de ellos o que pierdan vigencia nuevas formaciones, como el Polo, los Verdes y otros por verse, que recojan el sentir de sectores de la población o formas de ver esta Colombia del siglo 21 que se transforma aceleradamente.
Hablando de queridas, los partidos tradicionales se divorciaron de la opinión, entre otras razones por diferencias internas, generando fenómenos como la “U”, inicialmente una escisión del Liberalismo entonces oficial, sin que ello signifique que se pierdan de la memoria Nacional logros que son reconocidos como el “sentimiento” Liberal, mayoritario históricamente entre los colombianos. Eso no es gratuito y tiene que ver con antecedentes que a veces se extravían en esa frágil memoria. Vale recordar algunos:
• La liberación de los esclavos en 1851, cuyos responsables fueron José Hilario López y Vicente Azuero, Liberales.
• El reconocimiento de derechos de los trabajadores, mujeres y campesinos propiciado por los Gobiernos de Alfonso López Pumarejo y Eduardo Santos. La modernización del Estado, bajo el supuesto de la función social de la propiedad.
• La modernización y adecuación de las instituciones y finanzas públicas en el Gobierno de Carlos Lleras Restrepo. (Ley 444 de 1967 etc.) Muchas de sus reformas se encuentran vigentes hoy.
• La lucha de Luis Carlos Galán contra la influencia del narcotráfico en la política y sus efectos en la sociedad Colombiana, por la transparencia y la equidad.
• La participación de Alberto Lleras en la superación de la dictadura y en la consolidación de la democracia y la Paz, entonces.
• Las realizaciones del ex Presidente López en el reconocimiento de los derechos de la mujer y la familia, su preocupación pionera en los temas ecológicos, su política exterior que consolidó nuestros derechos en aguas marinas y sub marinas y las políticas públicas del DRI en beneficio del agro.
• La Constitución de 1991, promovida por el Presidente Cesar Gaviria, que transformó la vida del país, “actualizó” el ejercicio y disfrute de derechos más recientes y otorgó rango constitucional a la descentralización y la participación ciudadana.
• El Salto Social del Presidente Samper que dio origen al Sisben y la Red de Solidaridad, sentó las bases para la universalización de Salud y Educación, a pesar del entorno que debió afrontar.
En una sociedad democrática los anhelos y necesidades de los ciudadanos deben ser gestionados por ellos mismos y por los partidos. El Liberalismo lo ha hecho, teniendo una historia centenaria para mostrar que no excluye, si no más bien refuerza, la idea de respeto de la Libertad, las Leyes y la autoridad basada en ellas, como resultante de la soberanía popular. Después del entierro de quinta que dio la Humanidad al fascismo y a las dictaduras de la cortina de hierro ¿Alguien tiene una idea mejor acerca de la manera de organizarnos como sociedad civilizada, diferente al Estado Liberal con sus defectos?
Hablando de divorcios y de la desafortunada categorización del presidente del senado, convendría recordar que fue el gobierno Liberal de López Michelsen, el que hizo posible tanto el divorcio como el matrimonio civil en nuestro país y aunque ahora las tareas son otras, el espíritu, los principios y el talante son los mismos. Vale recordar, por ejemplo, que el Liberalismo fue también la cuna de Cambio Radical, el primer partido del Doctor Barreras, antes de su primer divorcio político.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Nuevos retos para Obama



Por: Luis Carvajal Basto

"…es el primer presidente que gestiona la crisis y gana" Felipe González.



Si. No solo fue el primer presidente negro de los Estados Unidos. En un escenario internacional recesivo y casi depresivo, que ha cobrado la cabeza de sus mandatarios y partidos de gobierno, también fue la excepción. Pero la celebración duró bien poco y, de inmediato, debe afrontar enormes tareas.
Por lo general, una vez elegidos, los presidentes tienen un periodo de gracia que en este caso no aplica. Si no logra un acuerdo antes de diciembre con los republicanos, que mantienen el control de la cámara, sobre el techo de la deuda, los Estados Unidos entrarían el próximo año en cesación de pagos. Los efectos de algo como eso en la economía mundial son difíciles de pronosticar. Rápidamente debe maniobrar.
La economía estuvo en el centro de la campaña presidencial y lo seguirá estando ahora, pero, si resuelve tomar el toro por los cuernos, la tarea más compleja que afrontará, tiene que ver con medidas políticas, de gobierno, que le permitan modificar el cerco conservador que ha reducido la capacidad de intervención de los gobiernos en muchos países mediante medidas como las del techo de la deuda. Si no hubiese aumentado el gasto público desde 2009, el mundo se habría visto ante una catástrofe, pero solo para ser aplazada hasta 2013.
El presidente tiene un mandato actualizado que debe utilizar con firmeza. Se trata de una visión ratificada en las urnas de manera informada y consciente por las mayorías. Una cuestión de principios, acerca del papel del Estado, aplicada a la política del día a día. El New York Times, por ejemplo, editorializó después del triunfo que “En términos más generales, los votantes del Medio Oeste parecían respaldar el argumento del presidente de que el gobierno tiene un papel importante en la creación de empleos del sector privado e impulsar la economía. Ellos rechazaron la posición de Romney de que Washington simplemente debe mantenerse al margen de estas cuestiones y dejar que el libre mercado funcione a voluntad”. Tal es el mandato que recibió el presidente Obama.
Como están las cosas y dado el carácter global de la economía y los mercados, esa decisión del elector Norteamericano trasciende la política interna. Se trata de lograr unos nuevos consensos mínimos acerca del papel de los gobiernos con sus pares europeos y asiáticos, fundamentalmente. Corresponde al presidente Obama liderar un proceso de sincronización de las políticas públicas que corresponda a los problemas globales. Tenemos un ordenamiento institucional internacional previo a la globalización que ya no funciona. Para la muestra el caos en que se ha visto el mundo en esta crisis, sin referirnos a problemas transnacionales como el de medio ambiente o drogas ilícitas. Mercados globales que no encuentran respuestas en gobiernos nacionales que, por otra parte, han perdido gobernabilidad frente a los locales de grandes ciudades.
El asunto más complejo que ha develado la crisis de 2008-2009 es la falta de respuesta de las instituciones de gobierno a esos problemas. Ante argumentos ciertos como ineficiencia y corrupción en la gestión pública, se dieron batallas políticas que culminaron con relevos en los partidos de gobierno, pero que en el fondo han promovido el debilitamiento del Estado Liberal, que en realidad es patrimonio de la humanidad. Medidas como el techo fiscal tienen mucho de razonable, pero funcionan como una camisa de fuerza que condiciona la función y la capacidad de intervención del Estado.
El triunfo de Obama es una forma de decir “alto” a un modelo irracional que no ha tenido ningún inconveniente en llevarse por delante a las instituciones de gobierno con todo lo que ello implica, aunque, como consecuencia de la corrupción la mala política y peores políticos, el desgaste de los partidos y la democracia, en muchos lugares del mundo, no necesite ayudas exógenas.
Recuperar las finanzas públicas, reducir la cifra de doce millones de desempleados, conseguir competitividad de su propia industria, por ejemplo, son metas para las que resulta imprescindible un acuerdo de mínimos en la globalización entre los gobiernos del mundo. La tarea más importante del presidente Obama, el primer ciudadano negro en ser elegido presidente de los Estados Unidos, el primero en ratificarse en medio de la crisis, consiste en ser el primero en consensuar esas nuevas reglas que permitan a los hombres y mujeres de los Estados Unidos y de todo el mundo, beneficiarse del progreso tecnológico y la globalización en lugar de padecerlos.
@herejesyluis

lunes, 5 de noviembre de 2012

Las apuestas dicen Obama

 

Por: Luis Carvajal Basto

El resultado de las encuestas es un empate técnico. Cualquiera puede ganar. Sin embargo Obama es claramente favorito cuando se pregunta “¿Quien cree usted que va a ganar?” Eso se ha traducido en las apuestas que dan ganador al Presidente que, por otra parte, ha hecho méritos para ser reelegido.


La elección presidencial en los Estados Unidos pocas veces ha estado tan apretada apenas a horas de la votación. Las encuestas dicen que la cosa está 48% Obama- 48% Romney en términos de votos, aunque con una leve ventaja para el presidente en el Colegio Electoral, para alcanzar la cifra mágica de 270 delegados que se necesitan. Cualquier variación en Carolina del Norte, Virginia, Florida, New Hampshire, Iowa, Ohio, Nevada y Colorado, en el último momento puede cambiar la elección. Como ejemplo Romney gana en las encuestas en Florida por un escaso 1%(29 votos electorales) y pierde en Ohio por 2%(18).Sobre un total de 538 votos Obama parece tener asegurados 201 y Romney 191, mientras 146 están muy apretados.
La campaña ha estado signada por las malas cifras de la economía que han mostrado un ligero repunte, favorable a Obama, en el último trimestre cuando mostraron un crecimiento del PIB de 2.0, el cual no es todavía suficiente para reducir la cifra de 12 millones de desempleados, aunque la cifra de desempleo en octubre, 7.9%, fue la segunda más baja desde 2009 y el sector privado creara, en el último mes, 170.000 nuevos puestos de trabajo. Todo parece indicar que en un entorno mundial recesivo, la economía norteamericana se encuentra saliendo del hueco gracias a las políticas de Obama, pero ni siquiera la comparación con las malas cifras de Europa han sido argumento suficiente para convencer a muchos votantes de la difícil situación que heredó. Tampoco parecen recordar que fue la falta de regulación promovida en los gobiernos Bush, la que permitió la crisis de la burbuja, responsable de casi todo lo negativo que hoy ocurre con la economía. Un Romney que no se muestra tan radical, se ha encargado de impulsar esas formas de amnesia.
También se ha querido extender la idea según la cual el presidente no tiene mucho para mostrar de su primer mandato, como si no fuera suficiente evitar otra gran depresión de características mundiales, lograr la reforma a la salud ampliando su cobertura, crear, en un escenario recesivo, más de cinco millones de nuevos empleos y reglamentar la igualdad salarial entre sexos. Pero el asunto no trata solamente de lo que hizo si no de lo que hubiese ocurrido si no lo hace.
El juego sucio no ha estado ausente en esta reñida campaña: Donald Trump, promotor de Romney, anticipó una “noticia excepcional” que, supuestamente, “acabaría” con Obama, la cual resultó un refrito de las denuncias sobre su lugar de nacimiento; Un diario “presentó” cifras según las cuales de tres millones de empleos creados, dos correspondían a nuevos inmigrantes, y, finalmente, se extendió el rumor según el cual las empresas automotrices, que en realidad fueron salvadas por Obama, trasladarían sus producciones a China, afirmación desmentida de inmediato por los responsables de esas empresas. “Calumniad, calumniad, que de la calumnia algo queda” dicen, parodiando a Voltaire, los malos políticos en Latinoamérica. En Estados Unidos pasa algo parecido, por cuenta de malos políticos Republicanos. El mismo Romney hace constantemente afirmaciones que luego contradice, como cuando afirma que “los Estados Unidos han perdido los empleos por las políticas de Obama”, para luego decir que es por “las trampas cambiarias de China”, país a donde muchos empresarios, como él, han desplazado sus inversiones.
Lo que está en juego no es solamente el gobierno de los Estados Unidos. Será determinante para el mundo, comenzando por Europa donde el Estado de Bienestar ha sido fuertemente cuestionado y, prácticamente desmontado o a punto de serlo, en medio de la crisis fiscal de los gobiernos. Un triunfo de Obama será un espaldarazo al papel de los gobiernos como promotores de la economía, el empleo y la reducción de los desequilibrios. Si gana Romney ocurrirá lo contrario y los Estados Unidos quedarán expuestos a repetir crisis como la de 2008.Ni hablar de los efectos fiscales que tendrían las propuestas de Romney o su impacto en la clase media y los más pobres. El interés individual, es cierto, es el motor de nuestras sociedades, pero sin reglas ni Estados sólidos, ese mismo interés no puede ser garantizado. Es el fundamento del Estado Liberal.
Ante la dificultad de utilizar, en este caso, las encuestas, como se señaló arriba, para predecir un resultado, queda la herramienta del sentido común social y, un poco, el albur que expresan las apuestas. Estas arrojan 66-34 a favor de Obama. Esperemos que esa cifra se exprese en el colegio electoral.
@herejesyluis
P.D: Ha dicho el señor Romney que Obama sabe poco de negocios. Probablemente tenga razón. Si usted necesita generar utilidades en su portafolio de inversiones, puede escoger a Romney, pero si se trata de elegir un presidente, no dude en hacerlo por Obama.

lunes, 22 de octubre de 2012

Mejor Obama

Elecciones en Estados Unidos


Por: Luis Carvajal Basto

En plena crisis mundial de la economía, que se ha hecho extensiva a los gobiernos, la disputa en las elecciones norteamericanas se produce entre dos modelos: el que ha sido responsable de la crisis y el que propone herramientas probadas para salir de ella.


La coincidencia entre el inicio de Obama 1 y la crisis financiera en 2008 condicionó el futuro de la política en Norteamérica pero también en el mundo, poniendo, otra vez, sobre la mesa, la discusión acerca de si el mercado puede ajustarse a sí mismo o si, por el contrario, la participación de los gobiernos en la orientación de los recursos de la sociedad importa y hasta donde. El gobierno Obama, avocado desde su inicio a su solución, ha optado por el incremento del gasto y el estímulo de la economía. Sin que se trate de una tarea sencilla, su esfuerzo comienza a mostrar resultados, observables en la reducción de los niveles de desempleo (7.8%vs 11.4 en la zona del Euro) y el crecimiento (1.7%vs – 0.3% en la zona del Euro) aun moderado, de la economía.
Pero, a estas alturas, nadie puede olvidar que la crisis comenzó por falta de controles al sector financiero, como proponen los republicanos, y no por exceso de ellos. Es el origen de la burbuja y la desconfianza que pone condiciones a la inversión y al empleo. Ya en 2007, sin Obama, las cifras de ahorro de los Estados Unidos mostraban una tendencia descendente. Obama no ha sido responsable de la crisis sino un bombero que, en su tarea, ha debido afrontar obstáculos como la cerrada oposición republicana que en el pasado reciente casi paraliza las actividades del gobierno, en el debate sobre el techo de la deuda pública, con consecuencias mundiales difíciles de pronosticar. Gasolina para apagar el incendio.
Las acusaciones republicanas a Obama, en el desarrollo de una campaña negativa, están centradas en su responsabilidad en los niveles de empleo y el déficit fiscal. Veamos.
A pesar de una crisis de características mundiales, el gobierno Obama tiene cifras, diferente a los discursos, para mostrar: 5 y medio millones de empleos creados contra 800.000 que perdía mensualmente al asumir el gobierno, como se ha destacado en el más reciente debate. Las propuestas de Romney no son muy esperanzadoras; al solicitar “nivelar el campo de batalla” para conseguir competitividad, no solo está proponiendo desregular, como en el origen de la crisis. Su “nivelación” está relacionada, ineludiblemente, con los bajos salarios que se pagan en China y con el irrespeto a las mínimas normas ambientales, como hacen sus propias empresas que operan allí. ¿Son esos los empleos que propone el señor Romney?
El incremento del gasto público es una consecuencia natural del esfuerzo descomunal para expandir la economía, el cual ha debido combinarse con las reducciones de impuestos vigentes, no decretadas por Obama, que no han sido capaces de generar los empleos necesarios y que, el señor Romney no explica, aplicando su misma fórmula, de que manera, si no los han creado en el pasado, lo harán en el futuro, tal y como lo propone. ¿Es el déficit fiscal una consecuencia de los bajos niveles de impuestos que pagan empresas como las de Romney, proporcionalmente inferiores a lo que paga una secretaria, como lo denunciara Warren Buffett, o del incremento del gasto público en que ha incurrido el gobierno para salir de una crisis generada por falta de regulación? En los dos casos pierde el señor Romney.
El candidato republicano fundamenta su discurso en el supuesto falso de que con Obama los siguientes cuatro años serían iguales que los primeros. Ello no es así porque ni el gobierno ni la economía fue inventado por él. La herencia que recibe no es la misma. Tiene la experiencia y el conocimiento necesarios. Es responsable, aunque eso le costara perder el primer debate por respeto y compostura propios de su dignidad presidencial, que, momentáneamente, se impuso a su condición de candidato.
Los norteamericanos en pocos días deben escoger entre un ilusionista que, palabras más palabras menos, propone sentarse a esperar a que un mercado desregulado se ajuste autónomamente, con empresas que volverán a producir solo sí los impuestos y los salarios son bajos, y un gobernante ahora maduro, que plantea utilizar las herramientas de que el gobierno dispone para salir de la crisis. ¿Gobernante o mago? Esperemos que acierten en esa crucial elección.
@herejesyluis

lunes, 15 de octubre de 2012


Revocar al congreso?

Por: Luis Carvajal Basto

La revocatoria del congreso, promovida por un parlamentario, parece más una actividad para ganar adeptos que una encaminada a solucionar problemas estructurales de nuestra democracia.


Si no fuera porque es el mismo congreso quien, en últimas, decide si se puede revocar, podríamos pensar que nos encontramos frente a un hecho político con consecuencias. En vista de que no es así, queda pensar que se trata de promover políticamente a quienes lo proponen, utilizando su evidente desprestigio. Puede ser un objetivo imposible, pero popular. Un “Caballito de batalla”.
Luego de lo ocurrido con los congresos anteriores y el desfile de parlamentarios por las cárceles, el congreso llegó a sus niveles más bajos de credibilidad. Eso pensábamos hasta que pasó lo que pasó con la fracasada reforma a la justicia, seguramente la más importante tarea que debía acometer en el presente.
El editorial de El Espectador el pasado viernes se refirió a lo que muchos ciudadanos observan como la manera en que el congreso se convirtió en “apéndice del gobierno”, cuestionando, con razón, la ausencia de iniciativas parlamentarias. Se recoge así la percepción de amplias capas de la población que manifiestan su desencanto con la gestión del congreso, encontrándose, en el fondo, un problema mayor: la pérdida de credibilidad en la política y en las instituciones de gobierno.
¿De qué manera ocurre esa contradicción entre un inmenso sentimiento popular que califica como negativa la gestión del congreso mientras que, reiteradamente, sigue votando por él con niveles de participación entre el 40% y el 50%? La respuesta no es difícil: no hemos desarrollado otras formas de participación, establecidas por la Constitución, diferentes a la electoral y esto afecta no solo el funcionamiento del congreso si no el del Estado en su conjunto. La descentralización, por ejemplo, sin participación ciudadana ha funcionado pero de manera limitada. Otro tanto ocurre con la gestión pública, en que la vigilancia de la ciudadanía es casi nula, debiendo ser reemplazada por los medios de comunicación que, en buena hora, ejercen ese tipo de control.
La participación ciudadana debe ser mejor reglada promovida y estimulada con recursos. No debemos olvidar que es una columna de la Constitución y su ámbito no es solamente jurídico, tal y como muchos hasta ahora, parecen entender. Dicho de otra manera, el mundo de lo público, lo político, no puede reducirse al congreso. De eso se trata nuestra Constitución.
Por cuenta de la participación reducida a lo electoral, hemos asistido en el pasado reciente a varios “picos” en el divorcio entre política “típica” y opinión pública. El deterioro de los partidos puede verse desde esa óptica y también el surgimiento de “movimientos ciudadanos” que tratan de recoger el desencanto para luego caer en las mismas conductas que antes cuestionaron, lo cual es natural en cuanto el problema se encuentra en la raíz y no en “las ramas”. Resulta por lo menos significativo que, a pesar del aumento en la oferta electoral, ciudades en que la gente está “mejor informada”, como Bogotá, donde el voto es más independiente, registraron una participación hasta 10% por debajo del promedio nacional, asuntos que no pueden pasar desapercibidos para nuestro ministro del interior, uno de los promotores de la séptima papeleta. Por cierto, en esa ocasión el congreso se revocó y las cosas realmente han cambiado, desafortunadamente, para empeorar.
Desde otro punto de vista, el de la política del día a día, el unanimismo del congreso puede ser considerado como un caso de “éxito” político para la coalición de gobierno. Es, en todo caso, mejor gobernar con mayorías en el congreso que sin ellas, aunque la gobernabilidad no esté reducida al parlamento o a la representatividad que puedan tener líderes de opinión, aunque muchos piensen así.
Los promotores de la revocatoria del congreso, entre ellos un congresista, han conseguido las firmas necesarias para comenzar el proyecto. Se trata, evidentemente, de otro caso de éxito si se tiene en cuenta que las 200.000 firmas conseguidas ya multiplican, casi por 5, los 44.800 votos que alcanzó para ser elegido.
@herejesyluis