viernes, 22 de enero de 2010

Telecomunicaciones: una revolución de verdad


Por: Luis Carvajal Basto
El impacto de las nuevas tecnologías en Educación, Justicia, competitividad empresarial, calificación laboral y Salud está produciendo las transformaciones sociales más grandes observadas en la Historia. Sus efectos en los cambios culturales, la política y el ejercicio del gobierno, apenas se empiezan a sentir.



Tecnología es productividad. Al punto que Los economistas la han integrado como factor de producción. Pero es mucho más. Para empezar, una característica sin la que sería inimaginable la sociedad contemporánea. El cambio como regla para beneficio del hombre y la revelación de que lo inmaterial, también es real.

Por su cuenta, hemos conocido que la debida y oportuna administración de Justicia, por ejemplo, no es solo un principio o un discurso. Tiene que ver con capacidad de gestión o lo que es casi lo mismo, productividad. Que el acceso a la mejor educación puede no ser tan costoso y estar disponible en óptimas condiciones para todos. Que los mejores médicos pueden diagnosticar e intervenir, también a menores costos, a cualquier paciente en cualquier lugar. Etc.

Así como la globalización no es una opción, la utilización de estas nuevas tecnologías, tampoco. No es un asunto filosófico, más bien uno de supervivencia y bienestar.

Así lo han entendido los gobiernos y el nuestro, en particular. El plan Tic, que se viene ejecutando, las reconoce como un eje transversal.

Las cifras conocidas comprometen al País en su ejecución, reconociendo la existencia de al menos dos grandes retos: su financiación suficiente y la universalización del acceso.

A pesar de que existen más de veinte millones de colombianos conectados a internet y el 90% de las conexiones son de banda ancha, tenemos que conseguir la ampliación de la oferta del servicio en los estratos bajos, hoy en una desproporción de uno a tres en relación con los altos. Algo similar ocurre con el estrato medio, en una correlación inferior.

En el sector educativo, el acceso creciente de las instituciones escolares públicas y la mejora de los indicadores de gestión, aunque indispensable no parece suficiente. El asunto podría pasar por una más completa integración de las nuevas tecnologías en el modelo educativo y una mejor formación y capacitación de docentes.

En el ámbito de la Justicia, además de la integración del sistema , manejo de software y capacitación a todos los niveles, las cifras de conectividad y disponibilidad de hardware y software apropiado en los juzgados municipales, son más que preocupantes. Aquí, pronta y cumplida Justicia es algo más que un eslogan.

Las aplicaciones en telemedicina están por desarrollar. El Plan obligatorio de salud puede reducir costos inmensos utilizando aplicaciones disponibles hoy para prevención, diagnostico y tratamiento. Por ejemplo, la Universidad Nacional de Colombia ha desarrollado una gran cantidad de software médico con utilidad real que actualmente no está siendo utilizado.

El Gobierno, el sector privado y la academia han tomado en nuestro país muy en serio este asunto y eso nos ha permitido un desempeño más que decoroso a nivel internacional, pero son numerosas las asignaturas pendientes, comenzando por el cumplimiento de las metas de universalización.

Estímulos y prerrequisitos para la adjudicación de nuevas licencias de construcción, como se hace con los servicios básicos, popularizar el acceso e internet móvil, como meta de los gobiernos departamentales y locales, pueden ser la mejor “traducción” de igualdad de oportunidades. Par y paso (y pesos) con la transformación de todos los establecimientos educativos a manera de aulas virtuales, entre tanto internet y televisión se integran aún mejor.

Se trata de poner a Colombia a tono con la realidad de una revolución sin violencia que ha transformado al mundo y de maximizar unos recursos que siempre serán escasos, para que nuestros compatriotas vivan mejor.

  • Luis Carvajal Basto

domingo, 17 de enero de 2010

Retorno del populismo en América Latina?


Por: Luis Carvajal Basto
El aumento del gasto en que incurrieron los gobiernos del mundo para salir de la crisis, explica en buena medida el déficit fiscal en muchos países. Pero lo que ocurre en Argentina, entre la Presidenta, el Banco Central y el poder judicial, así como el intervencionismo de Chávez, nos recuerda al populismo, en sus peores épocas.

Tuvimos periodos en que los gobiernos en Latinoamérica controlaban la moneda y las tasas de interés. Los bancos centrales emitían billetes a chorros, generando procesos inflacionarios que no se detenían nunca y se endeudaban más allá de sus posibilidades. En algunos países se llegó al absurdo e ilustrativo caso de tener que llevar una caja de billetes para comprar unos cigarrillos.

En Venezuela, donde el gobierno es como en esos tiempos, todopoderoso, han “aprendido” de los errores del pasado y para que nuestros hermanos no tengan que llevar “cajas de dinero”, han recurrido al “Bolivar fuerte” e implementado el control de cambios a discreción, introduciendo elementos políticos poco deseables. Resultado: una inflación del 30% y empeorando, y un grave desajuste cambiario.

Si no fuera porque la Historia es bastante conocida y la inflación el peor de los impuestos, como lo reconocieron las reformas Constitucionales que elevaron a esa categoría la independencia de los bancos centrales en los 90s, poco se puede decir a favor de estas novedades del “Socialismo del Siglo 21” que convierten las decisiones monetarias y fiscales en apéndices de un discurso ideológico poco claro.

Pero lo que ocurre en Argentina no es menos deplorable. El uso de las reservas para atender compromisos de gobierno, es diferente a orientar el gasto público para salir de la crisis. Así lo entendió el director del Banco central, quien se opuso, costándole su empleo.

Los malabares al estilo Kirchner, no se reducen a su concepto de reelección familiar. El despido ocasionó una decisión judicial reintegrando al funcionario, con lo cual se abrió un choque entre poderes.

Hechos como estos recuerdan inevitablemente los tiempos en que se consideró a Latinoamérica una región no viable, con hiperinflación y una deuda impagable, antes de las reformas estructurales que permitieron estabilizar las economías y en periodos críticos como el actual, mostrar mejores resultados y expectativas que otras regiones del mundo.

¿Estaremos retornando al populismo? Lo que ocurre en Colombia, México, Brasil, Chile y Perú, por ejemplo, no confirma tal hipótesis pero tampoco descarta las oscilaciones naturales en un periodo de crisis y grandes transformaciones. En un mundo globalizado, competitividad debería ser el único seguro estable contra el desempleo, aun cuando Brasil comienza a mostrar que el crecimiento del mercado interno es una alternativa factible y viable, lo cual no hace más que confirmar que las condiciones de cada país son diferentes y el pragmatismo se impone a las recetas abstractas cargadas de ideología.

En todo caso, contra lo que podrían pensar muchos extremistas que preferirían que funcionara un solo hemisferio de su cerebro, se está demostrando que no son excluyentes competitividad y desarrollo del mercado interno.

¿Es el buen gobierno un asunto de eficiencia en la gestión pública? Indudablemente. Los discursos e intenciones no son suficientes en una sociedad cada vez más informada que permanentemente evalúa el desempeño del gobierno mediante encuestas o elecciones. Por otra parte, los instrumentos de medición, son cada vez más precisos. Los indicadores de Inflación, desempleo y pobreza, explican mejor la realidad que los discursos de gobernantes al estilo Chávez.

  • Luis Carvajal Basto

sábado, 9 de enero de 2010

Economía y elecciones 2010


Por: Luis Carvajal Basto
Deben tomarse todas las precauciones para que la acidez del debate político no afecte temas de Estado como las Instituciones, el control de la inflación, la inversión y el empleo.

El entorno económico mundial en 2010 se presenta como uno en que las economías en crecimiento o emergentes van a obtener mejores resultados que las avanzadas, apenas saliendo de la crisis. Se espera un crecimiento liderado por China, India y Brasil. El pronóstico para América Latina es del orden del 4% del PIB.

En Colombia, las autoridades y el Banco de la República han obrado con prudencia y los resultados están a la vista, manteniendo una tradición de décadas en el manejo técnico de los asuntos económicos. El mayor éxito, sin duda, ha sido el control de la inflación, que es el peor impuesto para los pobres y para todos.

Sin embargo, existen tres asuntos a los que se debe prestar especial atención en 2010: la oferta de productos agrícolas, el manejo de las tasas de interés y la influencia del debate electoral en la confianza de consumidores e inversionistas.

El sector agropecuario, fundamental en la estabilidad de precios, presentó en 2009 una excelente oferta de alimentos reflejada en la baja de costes de productos como el arroz. Puede decirse que por la misma razón muchos productores no salieron bien librados, no sembraron y se puede pronosticar escasez, con la consecuente alza en 2010.Esto, sin considerar los efectos del intenso verano.

Algo similar ocurre con productos como la soya y el maíz, ligados a las importaciones de Estados Unidos y Canadá con productores subsidiados allí; un manejo monopólico de los precios ha desestimulado la oferta. Las autoridades deben promover las siembras con subsidios, prestamos favorables y, en casos excepcionales, control de precios y márgenes de intermediación.

Por su parte, la baja en las tasas de interés no se siente aún por inversionistas y consumidores. El diferencial entre captación y colocación por parte de las entidades financieras, a pesar de encajes y gastos, podría disminuirse incentivando la demanda de crédito y aumentando los volúmenes , lo cual permitiría a los bancos mantener los márgenes de utilidad pero dinamizando demanda y empleo.

Sin embargo, el asunto más delicado para nuestra economía en 2010 tiene que ver con la estabilidad política y la seguridad jurídica indispensables para mantener la confianza. Que la contienda electoral no devenga en canibalismo y se respete el fuero de los temas de Estado y las Instituciones. Ya en 2008, empezando a sentirse los efectos de la crisis mundial, no faltaron quienes, buscando dividendos políticos, quisieron crear en la opinión un clima artificial de caos.

Las elecciones Presidenciales, independientemente de la reelección, nos van a mostrar de nuevo políticos dispuestos casi a cualquier cosa para acceder al gobierno y no es descabellado pensar en la necesidad de un pacto por la estabilidad Institucional y económica respetado por los partidos y fuerzas políticas. Con el bienestar de la gente y las Instituciones debemos ser más que responsables.

No van a alcanzar consignas como “no a la reelección”, “contra Uribe todo vale” o “todos contra Uribe” como sustitutos de programas de gobierno. Cabe esperar que luego del fallo en derecho de la Corte Constitucional, las ofertas políticas a los electores alcancen un nivel más alto y que, en todo caso, los candidatos renuncien a las campañas negativas, inútiles por cierto, aunque a veces rentables en el corto plazo, y propongan caminos concretos y factibles para que los colombianos vivan mejor. Entre tanto, al gobierno le corresponde gobernar.

lunes, 4 de enero de 2010

Profetas del desastre (de nuevo) erraron sus pronósticos


Por: Luis Carvajal Basto
Aun cuando no fue el mejor año de la Economía tampoco tuvimos desastre, como muchos estimaron hace un año. Sin embargo, se deben potenciar cuidados “especiales” en algunos sectores.

Cuando los efectos de la crisis mundial se empezaron a sentir, abundaron las opiniones sobre 2009 como un año apocalíptico para la Economía Colombiana. Se cuidaban, quienes emitían tales conceptos, de minimizar los efectos externos e imputarlos todos a errores de política, sin considerar que se trataba de un asunto de Estado. Afortunadamente no ha sido así.

Advirtiendo que los factores sicológicos (pérdida de confianza, etc.) constituían un fundamento de la crisis mundial y sopesando la dinámica positiva que ha mostrado nuestra economía, decíamos hace un año en esta columna: “No tendremos el crecimiento de años anteriores pero catástrofe, tampoco. Las exportaciones, el empleo y las finanzas públicas se resentirán. La probable caída en la inversión privada, debe “reemplazarse” con gasto público. Los remedios habituales no servirán y el gobierno y el Banco de la República deben actuar con audacia y jugarse a fondo”.

Los gobiernos en el mundo están saliendo de la crisis aumentando el gasto público y generando el respectivo déficit fiscal. Un panorama de esas economías muestra que Estados Unidos, donde se perdieron 20 millones de empleos, comienza a “salir”, con un crecimiento del PIB del 2.2% en el tercer trimestre, mientras Europa al final del año mostrará cifras negativas aun y solo China sigue creciendo a una tasa esperada del 8%.

La hermana Venezuela, al cierre del tercer trimestre, mostró cifras negativas superiores al 2%.Entre tanto Colombia cerrará con una cifra positiva entre 0 y 1 %, cifra que se puede considerar aceptable teniendo en cuenta el entorno de crisis mundial y factores como el arbitrario cierre de nuestras exportaciones a Venezuela, -17%, la reducción de las compras de Estados Unidos,-22% y la reducción en la inversión extranjera Directa.

Pero no se puede afirmar que la crisis esté superada y, por el contrario, debe tenerse en cuenta que la salida se relacionará inevitablemente con un aumento de productividad y perdida o reasignación de empleos. Valga de ejemplo lo que ocurre en Estados Unidos donde la productividad crece a niveles del 8% y el costo del trabajo cae a tasas cercanas al 5%.

Tenemos sectores en que la inversión sigue creciendo, como el de minas y petróleos, pero desafortunadamente no se generan los empleos suficientes. La construcción, tan importante, muestra unas cifras preocupantes de caída en las licencias cercana al 25% hasta octubre, contrario a Estados Unidos, donde comenzó la crisis y el precio de las viviendas se empieza a estabilizar. Es de esperar que la confianza se recupere por parte de familias e inversionistas.

En ese campo, cerramos el año con expectativas positivas. El Índice de confianza industrial, con base en la encuesta de opinión empresarial, ha mejorado en el último mes en un 1.6% y El Índice de Confianza del Consumidor (ICC), medido por Fedesarrollo, mejoró en 8,5 puntos en noviembre.

Aunque no ocurrió el desastre que muchos esperaban, olvidando “que van subidos en el mismo avión”, muchas cosas tenemos pendientes, además de la socorrida diversificación de mercados. La ejecución del gasto en obras públicas debe superar el discurso; una clara política de estímulos, de ser necesario subsidios, al comercio en las zonas de frontera que supere la demencial voladura de puentes, y el traslado efectivo en la baja en las tasas de interés a compradores de vivienda y consumidores, podría ser urgente.

Un libro indispensable


Por: Luis Carvajal Basto
En un país en el cual se analizan los sucesos políticos bajo la óptica de los propios intereses o los alcances de la formación de cada quien y en que la política es tan vilipendiada como importante, hacía falta que alguien se tomara el trabajo de poner en blanco y negro y precisar, las diferentes formas de observarla.

Un inventario. Esa podría ser una definición sobre el libro “Enfoques para el análisis político” que ha publicado la facultad de Ciencia Política y Relaciones internacionales de la Universidad Javeriana con la autoría de Rodrigo Losada y Andrés Casas. Se presentan en él, con sencillez y claridad, diferentes maneras o enfoques útiles para interpretar el mundo político.

Encontramos entonces, lo que los autores llaman “macro moldes”(Conjunto de valores primordiales, principios y ejemplos”) como presentación previa a diversos “enfoques” (“una perspectiva para analizar algo, en este caso fenómenos políticos”).Estas definiciones, en sí mismas, invitan a que los interesados en estos asuntos se pongan de acuerdo en un lenguaje mínimo común en que la única perjudicada es la especulación, lamentablemente tan corriente, no digamos, en el mundo político, sino en las mismas aulas universitarias.

A este enorme merito del Libro, debe añadirse la dificultad para precisar, sin apasionamientos, y con el mínimo de prejuicios posible, los límites de enfoques tan diversos como el sociológico, el estructuralista, el marxista o el feminista y otros. También, definiciones más “simples”, acerca de la política y la función del politólogo, así como las relaciones entre ellos.

El esfuerzo realizado coloca un punto muy alto en el trabajo que desarrollan las Facultades de Ciencia Política en Colombia y es una verdadera “joya” para presentar en Facultades y foros internacionales. Resultaba indispensable, como lo expresan los autores con modestia, en los diferentes cursos de Pregrado y posgrado. Su alcance, sin embargo, va mucho más allá.

El nivel “teórico” del Libro no lo hace una cuestión de élites. Tampoco proporciona algún tipo de “verdad”, en particular. Un lector desprevenido, puede fácilmente concluir que las diferentes metodologías que se derivan, pueden ser de gran utilidad dependiendo de los procesos u objetos particulares motivo del análisis, de manera no diferenciada.

Además de los cursos relacionados con el tema, se puede esperar que sea de gran utilidad para docentes, economistas y planificadores, comunicadores y medios, formadores de opinión, publicistas y todos quienes quieran encontrar un marco de utilidad para explicar mucho de las actividades que desarrollan. Un referente conceptual, y sus herramientas, pueden complementar talentos y conocimientos o añadirlos a la lógica que frecuentemente se usa para los diferentes análisis y trabajos relacionados con el campo político.

En esa medida, este Libro “sube” el nivel de la conversación entre quienes consideran expresar diferentes formas de observar la realidad. En vista de que “lo político” se relaciona con las actividades de los ciudadanos, independientemente de su nivel de conocimiento, conciencia de ello o voluntad, se puede esperar que sea incorporado como documento de texto en diferentes currículos y programas académicos.

La forma en que los ciudadanos conviven entre si y su relación con el Estado y las Instituciones, la manera y métodos en que movimientos y partidos acceden al gobierno o luego de encontrarse allí, se desempeñan, no ha cambiado tanto como se pudiera creer . Pero ese cambio y su dinámica observable, han sido suficientes para otorgar a la política un lugar en el panorama de la ciencia. Este libro recoge las visiones más importantes, por eso resultaba indispensable.