domingo, 10 de noviembre de 2013

Farc: la hora de proponer


Luis Carvajal Basto
Al acordarse el tema de participación política, luego del Agrario y a pesar de detalles, se ha recorrido un tramo muy importante del proceso de Paz. Las FARC deben pasar de acciones tendientes a confrontar al Estado a propuestas para convencer a las mayorías. Les llegó la hora de cambiar tácticas y estrategias violentas, por acción política.
Por: Luis Carvajal Basto

En el discurso en que Iván Márquez anunciaba el acuerdo con el gobierno sobre participación política, llamó la atención que sus palabras no se refirieran casi al tema, como si no se diera cuenta de su trascendencia. Luego de tantos años de violencia, por cuenta de “falta de garantías y espacios”, utilizó la atención nacional para  solicitar una comisión de la verdad sobre el conflicto; denunciar la corrupción en la contratación pública, en el “aparato” judicial y en el Congreso. Temas que, siendo importantes, han hecho parte del discurso histórico de esa organización  a manera de reclamos y también de la agenda que al país preocupa. Propuestas en positivo sobre participación, en un país en que más del 50% no lo hace a nivel electoral, nada. Fórmulas concretas para promover el interés de quienes no lo tienen sobre los asuntos públicos, tampoco. Es extraño.
Puede ser que las mismas FARC todavía no se reconocen en sus propios avances, los cuales significan, ni más ni menos,  la aceptación de unas reglas del juego en democracia, aun con las reformas que hagan falta. Si se mantienen en firme y se logra un acuerdo final, se desprenden, entre otras, una gran Reforma política, que el país se debe con o sin acuerdos.
Pero una cosa es la participación en política de las FARC y otra la necesidad de incrementar la participación en general, aunque puedan tener zonas de traslape. Acerca de la primera “detalles” como la seguridad que el Estado debe brindar a quienes representen esa opción política  son esenciales luego de lo ocurrido con la Unión Patriótica, del mismo modo que el país reclama garantías  acerca de la neutralización de la coacción armada de las FARC, sin la cual no es difícil pronosticar un cambio positivo en los liderazgos regionales y en la calidad de la política. Para nadie es un secreto que esos liderazgos regionales han sido afectados por factores de perturbación,  narcotráfico y violentos, a cuya exposición no todos “se le miden”. Es de esperar que las cosas cambien para mejorar.
Acerca de buscar el aumento de la participación en general, debemos reconocer que se trata de un esfuerzo de más largo plazo, relacionado no solo con aspectos legales sino culturales y de otro tipo. No solo es un asunto de garantías, Leyes o decretos. Países como Suiza y  Estados Unidos, donde la coacción es reducida, las garantías altas y los sistemas políticos vigorosos, muestran niveles de participación similares a los de Colombia, cercanos al 50%.
El acuerdo  sobre  participación política, que significa un avance de fondo en el proceso de negociaciones y es, sin dudas, un logro inobjetable del gobierno, tiene un mérito adicional, como lo recalcó el Procurador General de la Nación: transcurre dentro de la Constitución que, todos coincidimos, tiene, en este ámbito, inmensos espacios en blanco por llenar no solo por parte de las FARC sino de todos los colombianos.
A estas alturas los alzados en armas deben comprender que inician una nueva andadura en la que la crítica es indispensable pero no suficiente. En democracia es más importante crear  que destruir; persuadir  y seducir que imponer y el verdadero arte no consiste en exigir sino en conseguir: mayorías; políticas públicas etc. Se trata de proponer mejoras en las condiciones de vida  y en los procesos políticos que puedan transformarse en realidades. Si recordamos que “nada está acordado hasta que todo esté acordado” ¿No es este el momento de poner un seguro al proceso con unos acuerdos  mínimos para humanizar el conflicto?