lunes, 4 de marzo de 2013

Ya no tenemos cafetal



Por: Luis Carvajal Basto

Razones de una inédita movilización.


“Porque la gente vive criticando
me paso la vida sin pensar en “na”.
Pero no estás viendo que yo soy el hombre
que tengo un hermoso y lindo cafetal”.
…Yo tengo mi cafetal y tú ya no tienes “na”…
Crescencio Salcedo
No se recuerdan antecedentes de una protesta similar por parte de las gentes del café, a pesar de sus altibajos y problemas a lo largo de la historia. Su importancia ha sido tan grande que, hace unos años, una mejora en sus precios era una bonanza y su deterioro un desastre cambiario para nuestra economía. Su pérdida de peso en el total de exportaciones y en el PIB no concuerda con la riqueza de su legado y el de generaciones de colombianos vinculados a él. Esta época de vacas flacas para los cafeteros da renovada vigencia al dicho según el cual “no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla”. Pero esta, es una deuda de la sociedad colombiana con la historia y no solo con el presente de los cafeteros, ni con el 10% de ellos que producen el 70% de nuestro café y espera un reajuste inmediato del precio de sustentación. La mayoría de los marchantes son gentes que, con el paso del tiempo y el declive de la producción cafetera, han visto desmejorada su forma de vida y sus ingresos. Lo delicado del asunto es que no se trata de un problema de gobierno sino uno de Estado que compromete a todos y no solo por razones de solidaridad. Tampoco es uno que se pueda resolver, desafortunadamente, en el corto plazo.
El café permitió la inserción de la economía colombiana en los mercados mundiales. Por décadas fue la fuente de divisas que nos hizo posible comprar bienes en el exterior, a la vez que generaba empleos en lo interno y una importante participación en el Producto Interno Bruto hasta la década del 70 cuando empieza a decrecer, pasando de niveles cercanos al 16% de la producción mundial, al 6% en la pasada. Perdimos nuestros mercados con países como Brasil, que en el mismo periodo duplicó su participación y Vietnam que en el 70 estaba en una guerra terrible lamentada por todos. Entonces ni siquiera aparecía entre los exportadores y ahora su parte del mercado mundial es más del doble que la nuestra.
De acuerdo con estudios del Banco de la República, mientras las áreas cultivadas se han mantenido relativamente estables en los últimos 40 años, cerca de 900000 hectáreas, la productividad se ha rezagado con respecto a otros países. El envejecimiento de los cafetales y la producción en pequeñas fincas (de acuerdo con el mismo estudio el 95% de los cafeteros produce en fincas de menos de 5 hectáreas) que no permiten el mejor aprovechamiento, utilización de economías de escala y aplicación de tecnología, pueden ser los factores más importantes del atraso. Nuestro café sigue siendo el mejor pero no es competitivo. Poco importa, en este momento, establecer si la responsabilidad es del Estado o de los caficultores. ¿Se nos fue la mano en la diversificación que se justificó, en su momento, para no depender del monocultivo? ¿No renovaron a tiempo sus cafetales, cuando pudieron hacerlo, los grandes cultivadores? El Estado y los gobiernos no se ocuparon del tema? ¿Se resolverá este asunto incrementando el precio de sustentación? Probablemente el paro sí. El problema del café y la quiebra de la producción cafetera, quien sabe.
Se ha calculado que el incremento en los precios de sustentación podría costar cerca de un billón y medio de pesos que, dadas las circunstancias fiscales, habría que conseguir recortando otros programas gubernamentales. En términos prácticos es un subsidio a un sector de la economía que puede hacerse realidad restándoselo a otros.
La solidaridad y gratitud que Colombia debe al café tiene que ver con ayudarle a recuperar la competitividad más que con subsidios. No parece que un incremento en el precio interno genere más empleos tratándose de un producto que depende, ahora y en el largo plazo, de la demanda externa siendo tan grave la pérdida de competitividad que mucho del consumo en el mercado interno proviene del extranjero. Si la inferioridad de nuestra productividad se solucionara con paros…
Ya no tenemos cafetal pero si muchos colombianos que dependían de él. Recuperarlos para la actividad económica es una enorme tarea que va a comprometer varios periodos de gobierno.

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