jueves, 26 de julio de 2007

FALTAN LAS FARC

Faltan las Farc
No se puede decir que Alvaro Leyva sea un mandadero de las Farc. Pero sin duda las conoce y las interpreta. Aunque sea con resultados como los del Caguán.
Luis Carvajal Basto

El Espectador
lunes, 25 de junio de 2007


Por eso llama la atención la propuesta que presentó al Gobierno esta semana. Parecería que no es una respuesta a la liberación de Granda. Pero si es así, mejor. De todos modos, estamos en una situación que puede sacar el problema de donde quedó en el Gobierno Pastrana. Pero no es una que se pueda afrontar con solo buenas intenciones, como en aquella ocasión.
Un análisis objetivo debe preocuparse más de los actores y sus intereses que de los deseos del Gobierno, la clase empresarial, las mismas Farc, el negocio del narcotráfico y los Gobiernos extranjeros involucrados. El pragmatismo puede ser el mejor lenguaje para empezarnos a entender. La pregunta es: ¿Cuál es el límite o el valor máximo que las partes están dispuestas a conceder y los valores mínimos que requieren recibir a cambio? El resultado es la zona posible para negociar la Paz, con el intercambio humanitario como cuota inicial. Por ejemplo. Donde se encuentre, podría ser lo de menos.
Para un proceso de esta talla se requiere de un Gobierno con respaldo popular que interprete tan bien al ciudadano de la calle como a los grandes empresarios y propietarios. Difícilmente las Farc van a encontrar un interlocutor que como Uribe, reúna esas condiciones.
Los efectos del “destape” o parapolítica que no es otra cosa que la influencia del narcotráfico en las instituciones y la sociedad, han puesto en evidencia a un Congreso cada vez más deslegitimado. Uribe está pagando un alto costo (según una encuesta el 73% de los colombianos rechaza la excarcelación de los políticos), pero en la escena, hoy, no tiene reemplazo. No solo porque está arrancando periodo, o porque sigue con más del 70% en las encuestas si no por que no es realista pensar que los colombianos estén dispuestos a sacrificar las instituciones y menos, la mas importante de todas en un país en conflicto: la institución Presidencial. ¿Estará dispuesto Uribe a reconocer que aparte del narco y su influencia, también en las Farc, en Colombia tenemos un conflicto, para empezar?
Por otra parte es necesario conocer con precisión hasta donde pueden llegar los empresarios a quienes no les ha salido gratis desarrollar su actividad en medio del conflicto. Y tampoco una Paz que les permitirá prosperar y liderar el crecimiento. ¿Estarán dispuestos a racionalizar sus inversiones para fomentar empleo y pasar los límites de una Constitución, que a veces choca con el ambiente global competitivo, a cambio de reducir unos márgenes de utilidad que podrían recuperar en volúmenes, nuevos negocios y empleos?
En cuanto a las Farc, ¿sus sectores más políticos podrán imponer su línea sobre el día a día de una guerra narcotizada y sus efectos en su militancia? Entender que el fomento del empleo, el bienestar y la superación de la pobreza, no dependen de Leyes o decretos sino de la competitividad del trabajo colombiano y que en una sociedad Global el asunto no es ideológico si no de eficiencia y bajos costos como lo ha entendido la sociedad y el Gobierno Chino.
¿Estarán dispuestos a reconocer que después del Caguán el efecto en la opinión de su “línea dura” y los secuestros, generaron la elección y reelección de Uribe y el rechazo de las mayorías? ¿O es que renuncian a conseguir objetivos políticos y lo que piensa la gente, no les interesa? ¿Que a pesar de la improvisación del Gobierno Pastrana en el Caguán y sus evidentes equivocaciones, lo que se percibe es que desde el comienzo utilizaron el proceso para consolidar su retaguardia y un territorio y no para buscar la Paz? (Recordemos los 90 días que iba a durar).
Y, finalmente , deben expresar con claridad si su teoría de la dualidad de poder y la construcción de un Estado paralelo, se encuentra vigente en una eventual mesa de negociación. Para que los colombianos sepan si negociar con las Farc incluye el Estado de Derecho y el modelo democrático.
Si se pueden establecer esos límites mínimos, no solo será posible el acuerdo humanitario. También un gran acuerdo Nacional que involucre, asuntos de mayos calado. Hoy, es imposible pensar en ello, negociar la política de seguridad democrática o tomar cualquier medida que cambie las condiciones de confianza que perciben empresarios e inversionistas, ha dicho el Presidente.
Pero existen, para empezar, aspectos positivos que todos compartimos: el conocimiento que hoy tenemos de los efectos del narcotráfico y el desmonte del paramilitarismo, el interés por que se conozca la verdad de una guerra soterrada, de que todos acepten sus responsabilidades, afronten sus verdades y paguen sus costos. Incluida la organización que al comenzar el proceso del Caguán, como hoy, nos hizo pensar al ver la silla de Marulanda vacía, y el desconcierto de Pastrana: ¿donde están y que quieren? Otra vez, faltan las Farc.
Coletilla: Con lo ocurrido esta semana en el Congreso, quedan demostradas dos cosas: que como lo dijimos desde el comienzo, la Ley de bancadas, ante la ambigüedad de la objeción de conciencia, es un saludo a la bandera. Y que los actuales congresistas se cocinan en sus propios caldos. El “mico” para juzgarse ellos mismos, no solo desconoce la realidad de su desprestigio. La democracia requiere de un Congreso que represente a los ciudadanos. Pero los actuales congresistas solo se representan a si mismos. ¿Qué tal un régimen parlamentario, como proponen algunos?

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