jueves, 26 de julio de 2007

ESTO (SI ES) LA VERDAD

Esta (sí es) la verdad
Los ejecutivos de la Multinacional pagarán sus crímenes con una multa. En Estados Unidos, en dólares y en cuotas. ¿Qué tal?
Luis Carvajal Basto

El Espectador
martes, 20 de marzo de 2007


Por cuenta de la justicia norteamericana y las declaraciones del Fiscal a una publicación extranjera, los colombianos hemos sabido de una verdad que conocíamos pero que se encontraba sin protocolizar: la violencia paramilitar asociada no sólo al narcotráfico sino a grandes propietarios de tierras y exportadores de bienes agrícolas. Además, a políticos que, según el fiscal, “corrompieron a los paramilitares” y los utilizaron para adueñarse del Gobierno y los recursos públicos en muchas regiones, municipios y departamentos.
Faltan detalles, de interés sobre todo para víctimas y desplazados, pero las líneas gruesas ya están. La verdad es un rompecabezas que hemos comenzado a armar. El país conocía que los narcotraficantes trajeron a los instructores israelíes que les enseñaron a asesinar y a convertir la paraseguridad en un próspero negocio. Lo que no se sabía es que empresas transnacionales como Chiquita no sólo pagaban por seguridad sino que, como todo parece indicar, prestaban su infraestructura para traer al país las armas y los recursos con que se asesinó a muchos colombianos.
La verdad es que a pesar de las declaraciones y saludos a la bandera acerca de la extradición de los ejecutivos que patrocinaron semejante barbarie, esto no se va a poder porque se excusarán en cualquier cosa para no pagar su deuda con la Justicia colombiana. Para eso tienen los mejores abogados. Por ejemplo en el principio jurídico de “non bis IN ídem”, es decir, que no se puede condenar dos veces a alguien por el mismo delito. Pagarán los asesinatos en dólares, en Estados Unidos y en cuotas. ¿Qué tal?
El de la empresa bananera es un comportamiento que subvierte y daña nuestro orden institucional. Tanto como el de las Farc. Las utilidades del narcotráfico y el banano, desde esa óptica, son comparables. Se confirma que no sólo los colombianos somos permeables a la influencia nefasta del dinero mal ganado.
Mientras tanto, en la medida que van apareciendo las verdades, crece la ilegitimitad en la opinión de todo lo que tenga que ver con la política. “El que quisiera hacer política tenía que conversar con nosotros”, declaró un conocido líder paramilitar. Muchos alcaldes y gobernadores que ejecutaron y ejecutan los presupuestos regionales y congresistas, que hicieron y hacen leyes, han tenido que ver con ellos. Muchos de los que aún no han sido juzgados ni condenados se encuentran, no se si legalmente, pero sí ética y moralmente, impedidos para seguir actuando. A lo mejor es por eso que el Congreso no funciona, hasta ahora, como debería. ¿Complejo de culpa colectivo?
Y mientras seguimos conociendo verdades, sorprende que los Petros y Cía, no se han pronunciado sobre el asunto de la Bananera. A lo mejor se encuentran ocupados en su empeño de construir su versión de la verdad que los conduzca a llevarse por delante al Gobierno y, de paso, a las instituciones.
Para ellos, lo importante es conseguir el triunfo en 2010. Consolidarse como alternativa de poder. No importa si deben salir al exterior a desacreditar a Colombia. Se está volviendo costumbre hacer política interna utilizando temas de Estado y una institución como el Congreso no para de hacer leyes –pues en un costoso periodo de extras sólo se tramitaron dos–, sino escándalos y protagonismo ante el silencio y desconcierto de las mayorías uribistas que no encuentran un escudero de peso en el Congreso que los aglutine y represente con autoridad.
La verdad es que vamos a tener que hablar de las verdades. Cada quien tiene la suya. Por lo pronto, la justicia, en este caso la norteamericana, nos ha mostrado facetas desconocidas de las actividades criminales. Lástima que a los culpables los castigue cobrándoles una parte de sus utilidades. Y a crédito.
La impunidad adquiere una dimensión “legal” y tiene un precio: 25 millones de dólares en cuotas de cinco millones pagará la empresa Chiquita al fisco norteamericano . “Costos imprevistos del negocio”, dirá el presidente de la bananera al explicar esa cifra a su junta directiva. Desinstitucionalizar un país se paga con una multa. Será apenas una cifra en un balance. ¡Qué horror!

No hay comentarios: