domingo, 5 de agosto de 2007

AL OIDO DEL MINISTRO HOLGUIN

l oído del ministro Holguín

Un Régimen Parlamentario es una opción de Gobierno válida. Pero no en las condiciones de Colombia hoy, ni con este Congreso. Se trata de mejorar y no de disminuir o fragmentar la capacidad de Gobierno.

Luis Carvajal Basto


viernes, 27 de julio de 2007

El Espectador

Como pasan todos los micos, camuflado en medio de titulares de prensa que se ocuparon de las decisiones de la Corte Suprema y la reacción del Gobierno defendiendo su interpretación de la seguridad jurídica del proceso de paz, avanza la propuesta de instaurar un Régimen Parlamentario en Colombia. Los ciudadanos y el ministerio de la política, tenemos la obligación de salirle al paso, antes que sea tarde.
Es una forma de Gobierno utilizada, con éxito, en muchos países. Legítima. Pero proponerla en la Colombia de hoy parece, por lo menos, un mal chiste. Por dos razones básicas: la necesidad del país de consolidar su fortalecimiento institucional y la unidad nacional, en cabeza del Ejecutivo y por la realidad política que nos muestra un Congreso desprestigiado como nunca antes en la Historia, donde los cuestionamientos a muchos de sus miembros han pasado de éticos, morales, de falta de representatividad o políticos, a ser penales.
Uno de los argumentos más fuertes que se usan para explicar los males de Colombia es "la ausencia de Estado". Sirve para "justificar" desde la barbarie guerrillera o paramilitar, hasta la carencia de agua potable en municipios rodeados de fuentes hídricas, o la desnutrición de nuestros niños, pasando por la influencia del narcotráfico. Mejor dicho: todo. Y ante esa realidad, ¿vamos a dejar el mango del sartén a este Congreso?
Consolidar las instituciones en una democracia Liberal contemporánea pasa por recuperar la autoridad del Estado para proteger las Libertades y garantizarlas. Así lo han entendido los colombianos. Orden y Libertad parecen las exigencias del momento. Con antecedentes históricos en nuestras corrientes Santanderistas y Bolivarianas. Frente a las amenazas a la democracia, unidad. En cabeza de quien pueda tomar decisiones de manera rápida y acertada. Planificar, dirigir, ordenar. Eso, después de la reedición de la "Patria Boba", en el Gobierno del doctor Andrés Pastrana, en el que no se improvisó más, porque no se podía.
¿Qué tal un régimen parlamentario en que los problemas de orden público se diluciden con la "ilustración" propia de los pupitrazos o la agilidad y el compromiso que ha mostrado el actual Congreso? Para no hablar de lo que pasaría con la ejecución de los presupuestos de las entidades del orden Nacional y las políticas que adopten.
Las características de la moción de censura que ya se coló y los impuestos que vamos a tener que pagar a las clientelas de muchos congresistas incluidas en el Plan de Desarrollo parecen, más bien, una forma de cogobierno. En manos de un Congreso que atiborró la platea cuando los jefes paras asistieron al salón elíptico, que cada rato le hace "coquitos" a Tirofijo, pero que fue incapaz de hacer la recepción que merecía el féretro del ex presidente López (observé dos parlamentarios al momento de su arribo) o asistir a escuchar las víctimas de la violencia que les hicieron el honor, con su presencia digna, de visitar un parlamento, cada vez menos honorable.
El tema es uno de Gobierno. De interpretar el momento y establecer prioridades. Administrar mejor. Pero si se trata de impedimentos éticos o de opinión, el actual Congreso los tiene todos. En periodos como el presente debe aumentarse, en lugar de disminuirse o fragmentarse, la capacidad de Gobierno. Por otra parte, este Congreso no es el más indicado para una reforma de tanto calado. Ojo, Ministro.









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