lunes, 13 de agosto de 2012


Globos sobre Bogotá

Por: Luis Carvajal Basto

Los debates de opinión que constantemente propone el alcalde Petro pueden ser saludables, como en el caso de los centros de atención a drogadictos, pero los ciudadanos esperamos, además de denuncias, que administre con tino los millonarios recursos de la ciudad y avance en la solución de sus problemas.


La manera en que la exposición mediática inherente a un cargo como la alcaldía de Bogotá es utilizada por algunos gobernantes, se ha transformado en los últimos tiempos permitiéndonos observar paradojas de mandatarios encabezando manifestaciones que deberían ser en su contra y demostrando que ejercer simultáneamente gobierno y oposición no es una facultad exclusiva del partido de la U. Algo de eso tiene la estrategia de comunicación política del alcalde Petro, responsable de lo que ocurre en la ciudad, quien se anticipa y propone debates que en su posición deberían ser políticas públicas claras, cuantificables, financiables, jurídicamente viables y no apenas denuncias, aunque sean temas candentes que atraen a la opinión.
Así ha ocurrido en diferentes ocasiones, como cuando “propuso” la integración de las empresas públicas, con resultado directo sobre el patrimonio de las que cotizan en bolsa, o cuando abrió el debate sobre las corridas de toros, cual activista que reclama buen trato para animales que terminan servidos en su mesa. Temas que convocan a la opinión y sobre los cuales cada quien “echa su cuarto de espadas”, garantizando la presencia del alcalde en los medios. El asunto es que no fue elegido para eso, si no para administrar una inmensa ciudad con innumerables problemas.
No le falta razón al ex alcalde Jaime Castro, fundador de la Bogotá superavitaria y creador de su actual andamiaje institucional, al afirmar que el alcalde “se ocupa de temas nacionales porque desconoce los locales”. Ha sido francamente errática su postura y actitud frente a asuntos vitales como la movilidad por la séptima, Transmilenio, el plan de desarrollo y la manera vergonzante como se tranzó con el concejo, y una larga lista de etcéteras compilados recientemente por la columnista María Isabel Rueda. Eso no debería extrañar a nadie si se tiene en cuenta que Petro apenas aterrizó en los temas de Bogotá cuando fue candidato a alcalde, trance no superado en cuanto sigue actuando como tal.
Mientras Petro echa sus globos, la ciudad sigue su marcha y mientras debatimos sobre toros, por ejemplo, el paso por la circunvalar y la carrera 11 permanece interrumpido, los buses de Transmilenio siguen abarrotados, el destino de la ALO en la incertidumbre, y asuntos más complejos, como el de recolección de basuras, se mantienen en el limbo. Capítulo aparte merece la amenaza de racionamiento de agua potable que ha denunciado un estructurado informe del diario El Tiempo.
Algo similar ocurre con las finanzas distritales que, de acuerdo con informes de la misma secretaría de hacienda, a junio 30 había ejecutado cero pesos del presupuesto asignado a los fondos de desarrollo y las alcaldías locales, epicentros de la descentralización, y entidades como el Fondo Financiero Distrital de Salud apenas llegan a un 28% en los niveles de ejecución. Entre tanto, en la mitad del año, los bogotanos habíamos superado en un 10% las cifras estimadas de pago del impuesto predial. ¿Se administra bien la plata?, ¿Ha estado, o todavía está, la ciudad paralizada? No parece, en todo caso, un escenario propicio para aumentar el predial ni colocar peajes urbanos como lo propone el alcalde, quien debería tener en cuenta la relación entre niveles de tributación y cultura tributaria, además de la capacidad de ejecución y medidas efectivas, no solo denuncias, contra la corrupción. Es algo como decir que necesita recursos para ir no se sabe a dónde.
Queda la impresión, generalizada por lo que dicen las encuestas, que mientras la ciudad mira hacia el cielo y debate acerca del colorido de globos y sofismas lanzados por el alcalde, construyendo una imagen nacional y pensando, seguramente, en una futura candidatura, suficientes problemas terrenales sin solucionar, que deberían merecer su atención, continúan al garete en la metrópoli que le eligió para gobernar y en la que se desempeña, apenas, como agitador.
@herejesyluis 

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