lunes, 18 de junio de 2012

Colombia en tiempos de crisis



Por: Luis Carvajal Basto
Si situamos el origen de lo que hoy ocurre en la burbuja financiera de 2008, no tendremos que ir muy lejos para observar la manera como nos afectará, tanto como para pronosticar que no nos debe ir tan mal.
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Mientras el mundo está pendiente de los desarrollos de la crisis europea, la evolución de España y los resultados de las elecciones en Grecia, en Colombia comenzamos a debatir su impacto. Hace pocos días fue el Ministro de Hacienda quien dio la noticia de que venía un periodo difícil y apenas la semana anterior el gerente del Banco de la República, al dar un parte de tranquilidad, señaló con razón, que el país contaba con los instrumentos monetarios y cambiarios para afrontarla. Podemos añadir que ello es verdad, al menos en el corto plazo.
Pero si consideramos que la crisis en Europa es un capítulo de la que inició en 2008, debemos reconocer que nadie estaba preparado para lo que hasta ahora hemos visto: crisis del sistema bancario pero también de los gobiernos, simultáneamente con recesión en Estados Unidos y en el viejo continente. Aunque la pérdida de empleos en los países desarrollados se explica por su falta de competitividad frente a China y el rendimiento comparado de los capitales al invertir allí, lo que genera y multiplica la incertidumbre es la manera extemporánea como las instituciones han reaccionado, produciéndose un corto circuito entre ellas y la realidad económica.
El cuestionamiento a los gobiernos no tiene que ver solamente con el extendido déficit y está más relacionado con el alcance de las decisiones y los presupuestos locales en una economía globalizada. El descrédito de políticas y políticos en cada país es explicable si se entiende que controlan los presupuestos nacionales pero no, y cada vez menos, un entorno determinante, revelándose una paradoja en la globalización.
La política rara vez actúa en tiempo real y, como lo enseña lo que hoy ocurre en Europa, pueden pasar años antes de conseguir consensos. En Estados Unidos no es diferente y esa es la razón por la que el debate entre modelos económicos se ha convertido en el corazón de la campaña presidencial, pasando a segundo plano donde, cómo, cuando, en qué gobiernos y con qué políticas comenzó la actual debacle. La extemporaneidad de las decisiones públicas está arrasando con la confianza y aumentando la incertidumbre con los efectos del caso, aumentados por la lentitud y la dispersión de los sistemas políticos y las respuestas que ofrecen.
Es ese escenario, salvo por la caída del PIB en 2009, a Colombia no le ha ido mal en el entorno de crisis, aunque nuestro crecimiento esté más relacionado con el aumento de la producción petrolera que con mejoras en competitividad. Lo que puede venir estará determinado, fundamentalmente, por el precio y los volúmenes de producción de crudo. Una recesión generalizada nos afectará, pero en el mediano plazo no se observa un aumento de la oferta mundial ni una reducción de la demanda de consideración.
Otras variables exógenas, como la disminución en las remesas provenientes de Europa y Estados Unidos, menos del 1% del PIB, no tendrán tanto impacto y la reducción de las exportaciones a Europa, 15% del total, no son comparables con la dinámica de crecimiento que han tenido. En cualquier caso, el colchón de seguridad del país puede referirse no solo a las herramientas monetarias y cambiarias, sino a las potencialidades de restablecer el mercado venezolano, para unas exportaciones intensivas en mano de obra, y dinamizar nuestro comercio con China actualmente destino de apenas el 3% de nuestras exportaciones. El TLC con los Estados Unidos, en cualquier escenario, algo debe agregar.
Por otra parte, el actual diferencial entre las tasas de interés nacionales y las internacionales hacen poco probables dificultades cambiarias y el receso en Europa hace mirar hacia Colombia a muchos inversionistas que encuentran atractivas nuestras expectativas y cifras de crecimiento, así como las condiciones de seguridad jurídica. La inversión extranjera mantiene su tendencia ascendente.
Contrario a lo que ocurre a nivel internacional, el sistema bancario y las finanzas públicas están más que boyantes y la demanda interna debe reaccionar mejor a los niveles de gasto del gobierno y con ella el empleo. Como se dijo, nadie está suficientemente preparado para una crisis y menos si tiene tendencia a empeorar, pero, esta vez, tenemos razones fundadas para considerar que podremos capear el temporal.
@herejesyluis

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