lunes, 14 de mayo de 2012

El efecto Hollande



Por: Luis Carvajal Basto

La victoria del candidato Socialista en Francia reacomoda el tablero de la política y la economía en todo el mundo. Ahora debe convencer primero a sus colegas europeos, acerca de la conveniencia de promover el crecimiento y la equidad desde el gobierno, sin ahuyentar a los inversionistas y sin que su pulso con la dirigencia alemana ocasione fisuras en Europa.


Las primeras reacciones que se encontró el nuevo presidente de Francia fueron miel y sal: los mercados a la baja por la incertidumbre acerca de los resultados de su pulso con la señora Merkel y las declaraciones de la misma en el sentido de abrir una conversación acerca del tamaño de la promoción del crecimiento desde las entidades de gobierno, pero con la advertencia clara de que el pacto fiscal, que impone austeridad, no se encuentra en discusión.

El escenario Europeo es más que complejo: con unas expectativas de crecimiento de apenas el 1% en 2013 y la amenaza latente de un efecto dominó en España, Portugal e incluso Italia, no se vislumbra la manera de generar los empleos que necesitan. Tampoco, la forma de aumentar la inversión pública sin nuevos impuestos que harían a sus economías menos competitivas. Fórmulas como devaluar o acabar con el euro, serían un claro retroceso para el proyecto de unidad y tendrían efectos mundiales catastróficos.

Por lo pronto, el efecto Hollande también se siente en los Estados Unidos. Más allá de la similitud de sus propuestas con las ya probadas del presidente Obama, que sirvieron para crear cuatro millones de nuevos empleos en los últimos años, la situación de incertidumbre  por el final de la alianza Merkel-Sarkozy, podría retardar la salida de Europa, principal destino de las exportaciones norteamericanas, de la crisis, afectando el proceso de reelección del mismo Obama.

La cruda realidad de la política limita el alcance de la coherencia y conveniencia en los discursos: ya nadie recuerda que los orígenes de la actual crisis estuvieron relacionados con una burbuja que no se termina de desvanecer y que aumentó de tamaño con la sobrevaloración de activos de las entidades financieras, tanto en Norteamérica como en Europa, ni el papel  apenas de observadores que desempeñaron los gobiernos mientras ello ocurría, debiendo luego, sin embargo, hacerse cargo del lastre de las bancarrotas.

Luego de un periodo en que de manera increíble se abrieron paso las teorías de austeridad como receta exclusiva para salir de la crisis, revolviendo desconfianza e incertidumbre con déficit fiscal y crisis de los gobiernos, la victoria de Hollande parece reconfortante y esperanzadora, pero es en el terreno del crudo pragmatismo en donde esta discusión se resolverá: crecimiento, nuevos empleos etc. Las herramientas de gasto público y flexibilidad en la política monetaria, anunciadas por Hollande, deben ser usadas sin generar incertidumbre y sin deteriorar el proceso de unidad europea, lo que en un momento como el actual aumentaría las posibilidades de una recesión generalizada, afectando la recuperación en los Estados Unidos y de paso, la reelección del presidente Obama. De ese tamaño son las responsabilidades del  nuevo presidente de Francia.

La elección de Hollande significa un espaldarazo para quienes consideran que el Estado, como promotor del crecimiento y la equidad, resulta fundamental para la democracia. Que no podemos renunciar a las instituciones que otorgan preeminencia al interés general sobre el de cada quien. Que las herramientas de que disponen los gobiernos  deben ser utilizadas para propender por el bien común y no el de alguien o algunos en particular. En adelante, será un punto obligado de referencia para los ciudadanos del mundo.

Más allá de eso, conviene recordar que estamos asistiendo a un periodo de grandes transformaciones, que dificultan el margen de maniobra de los gobiernos nacionales, con impacto en el régimen político, inmejorablemente sintetizadas  por el dirigente Español Felipe González  quien ha dicho recientemente que "Es evidente que el ámbito de realización de la democracia no responde a los desafíos de la revolución tecnológica, que globaliza la economía, el comercio y lo único que trata de controlar son los flujos migratorios, lo cual es contradictorio". Estado nacional vs economía y política cada vez más globales, esa es la paradoja en que debe moverse el presidente de Francia y quienes habitamos este planeta. Suerte y pulso, presidente.
@herejesyluis

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