lunes, 21 de mayo de 2012

Arrancó el TLC



Por: Luis Carvajal Basto
Desde la semana anterior el tratado de libre comercio con los Estados Unidos dejó de ser una expectativa o un debate ideológico, para convertirse en una realidad con consecuencias cuyo desarrollo depende, en buena parte, de los colombianos, pero mucho más de la capacidad de nuestros dirigentes


En teoría, la ampliación de mercados o el libre comercio permite que quienes participan en él obtengan mejores resultados para los participantes que los que conseguirían de manera autónoma. El nombrado “gana gana”. Esto está probado matemáticamente desde David Ricardo quien demostró, con su teoría de las ventajas comparativas, que la especialización genera excedentes o ganancias.
Sin embargo, en todos los casos, la distribución regional de esas ganancias es un asunto por ver que depende de las particularidades de cada proceso. ¿Quién se queda con qué? Más adelante, se produce una tendencia a la igualación en los precios de los factores de producción al dejar de ser abundante lo que antes del comercio lo era y al ser menos escaso lo que era escaso.
Son justificadas y por ello están en la letra menuda del tratado, las prevenciones con los subsidios a los productos agrícolas en los Estados Unidos que generan distorsiones en los precios. Desde otro punto de vista, la importación de alimentos subsidiados podría tener incidencia positiva en el control de la inflación al mejorar la capacidad de compra de los salarios.
No deja de ser paradójico que el TLC se ejecute, por fin, en un momento en que el proceso de unidad Europea, el más grande proyecto de unión económica en democracia que ha tenido la humanidad, se encuentra fuertemente agrietado y con tan malas expectativas que casi amenazan su supervivencia. Aquí, empezamos a utilizar un camino por el que los europeos pasaron hace décadas. En este caso, sin embargo, los efectos de lo que ocurre allí podrían tener un saldo en positivo, en medio de una eventual debacle internacional, al desplazar inversiones hacia América, propiciando la generación de nuevos empleos, contrario a lo explicado por el ministro de Hacienda colombiano, quien anticipó, al menos, año y medio de penurias por cuenta de la crisis en Europa.
A pesar de las previsiones en positivo, resulta difícil establecer con certeza las consecuencias de nuestro TLC por cuenta de factores, como nuestra incipiente infraestructura, que afectan la competitividad. Será determinante también, en lo que ocurra, mantener las condiciones de estabilidad política, Institucional y jurídica, siendo allí donde radica la responsabilidad y visión de mediano y largo plazo y no solo las “agallas” de la dirigencia empresarial, sindical y política.
En el corto plazo, sin embargo, esa dirigencia debe ocuparse en resolver dos asuntos eminentemente “prácticos” que podrían comenzar a definir nuestra suerte en el tratado: la revaluación del peso y la capacidad del sistema aduanero para hacer cumplir los cupos de importación de productos altamente sensibles.
Empezando por lo más “sencillo”, sin un control aduanero eficiente podrían desaparecer renglones enteros de nuestra economía de los que dependen miles de empleos, como es el caso de algunos cultivos (arroz, frijol, maíz) y la industria avícola. En este caso, la sistematización de las aduanas, para tener un control contable del cumplimiento de los cupos, no parece suficiente en un país con extensas fronteras e histórica y culturalmente proclive al contrabando.
Más complejo resultará lidiar con la revaluación del peso en un escenario en que mientras las tasas de interés en los Estados Unidos se mantendrán cercanas a cero, por una clara intervención de la reserva federal y como respuesta a la crisis, en Colombia han subido significativamente, comenzando a resentir la producción manufacturera (descenso del 0.9% en marzo, con relación a marzo de 2011), las ventas y sectores fundamentales como el de construcción. Para no andarnos “por las ramas”, parece llegada la hora de modificar las funciones Constitucionales del Banco de la República, adicionando al control de la inflación un mandato para promover empleo y crecimiento. Resulta indispensable, también, el uso de esta “herramienta” en el arranque del TLC. Por cierto, la otra parte del tratado, los Estados Unidos, la utiliza de manera eficiente.
@herejesyluis

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