lunes, 12 de diciembre de 2011

Bogotá: patas arriba



Por: Luis Carvajal Basto

No todo es responsabilidad del invierno. ¿Peajes urbanos? Como están las cosas deberían indemnizar a los conductores.

Los siete millones y medio de bogotanos no disfrutamos la ciudad. Por estos días, más bien, la padecemos. Malvivimos entre trancones, inundaciones y las inexplicables declaraciones del alcalde electo.
El trancón nos roba el tiempo a todos. Nos pone a pensar en lo que será la ciudad al levantarse el pico y placa, sin que cambien otras condiciones,  tal y como se empezó con el transporte público, en una medida incomprensible, si se tiene en cuenta que todos los estudios demuestran  un exceso de oferta. ¿Alguien quiere prolongar en el tiempo la absurda paradoja de nuestras precarias vías atestadas de buses semivacíos? Es inadmisible que después de tantas declaraciones de funcionarios en temas de movilidad, perdamos más tiempo trasladándonos, por ejemplo, de Bosa a Unicentro que de Bogotá a Tunja o Villavicencio. ¿Calidad de vida? La gente que vive en el sur y trabaja en el centro o el norte pasa  3 y4 horas al día apretujada en un bus. Multipliquemos.

El tráfico se ha enloquecido y transcurre entre obras inconclusas, vías inundadas o derrumbes, como en la circunvalar, y trancón. En este punto al alcalde Petro solo se le ha ocurrido sugerir peajes en las zonas “más congestionadas”, es decir, casi toda la ciudad ¿Será que ninguno de sus asesores, que conozca el asunto, le ha recordado el atraso en el proceso de chatarrización o la necesidad apremiante de construir más vías, tapar los huecos y reorganizar el tráfico? Con un poco de sentido común y justicia, a los conductores y a los ciudadanos deberían, más bien, indemnizarlos por el tiempo que pierden. Un estudio reciente del Banco de la República pone en evidencia los altos costos para los propietarios de vehículos por tenerlos inmovilizados, lo cual es, de hecho, un “castigo” suficiente. ¿Y los impuestos y seguros que se pagan como si circularan todos los días?

En esta ola invernal hemos observado que, a diferencia de otras, las inundaciones han afectado no solamente  al sur oriente, cuyas quebradas tradicionalmente se han desbordado, o a los barrios que en Bosa se encuentran por debajo de los niveles del rio: al revelarse que con los actuales niveles de lluvias la ciudad no tiene suficientes desagües, nos hemos acordado tarde de los dragados. Quisiéramos alcaldes que se anticipen y no solo que reaccionen ante eventos en gran parte  mitigables y previsibles.

La trágica novedad, en esta inundación, ha sido la afectación de urbanizaciones y barrios, recientemente edificados, en la zona de Kennedy y el Tintal. Alguna responsabilidad deben tener quienes les construyeron y las autoridades que expidieron las licencias. Es el mismo sector en que ha puesto sus ojos y desarrollado actividades Metro vivienda. ¿Nunca calcularon que se podría inundar? ¿Qué hicieron al respecto?

A días de su posesión, se esperaría del alcalde electo que ejerciera su liderazgo en este difícil episodio, en lugar de ventilar procesos administrativos por decidir, como en el caso de la fusión de empresas distritales, lo que ha generado un desplome de sus valores en bolsa que terminarán pagando los bogotanos. Más liderazgo y consensos y menos debates sin sentido de  oportunidad, que corresponden más a un candidato que a un gobernante solidario y eficiente. En una emergencia como la que tenemos no sirve de nada el retrovisor. Puede preguntarlo a los 50.000 damnificados. Hay momentos.

No hay comentarios: