lunes, 28 de noviembre de 2011

Después de las marchas estudiantiles



Por: Luis Carvajal Basto

¿Por qué es necesaria una reforma al marco legal de la educación superior?

El tema de escasez de recursos, objeto de estudio de la economía, se ha situado en el centro de la discusión en el proceso de reforma, lo que es natural si tenemos en cuenta que dos tercios de la población en edad de estudiar están por fuera del sistema, convirtiendo, de alguna manera, a los estudiantes en marchantes “privilegiados”.
La discusión ha sido propicia para cuestionar matices del gasto público, como la parte de ingresos que gastamos en combatir el narcotráfico y el conflicto interno y replantearnos si está llegando el momento de transferir algunos puntos del PIB, dedicados a otros menesteres, al sector educativo. Es lo que dicen muchas pancartas que portan los estudiantes que  recuerdan como se ha abierto  una caja de pandora,  con limitaciones y  sesgos ideológicos o políticos,  que a nadie deben extrañar.
No hemos visto pancartas condenando la evasión o  pidiendo la modernización del sistema de impuestos, que es de donde salen los recursos y, muy pocas, la corrupción o las maneras en que se los roban. Vale reconocer que en estos casos, la iniciativa ha sido toda del gobierno, preocupado legítimamente porque la plata no alcanza.
Por estar centrados en el tema de recursos, hemos dejado de lado otros importantes, como que la educación superior no es una isla con respecto a la sociedad, el mundo y el mismo sistema educativo.
Llama la atención que, en el discurso de los estudiantes, se escuchen pocas reflexiones acerca de la manera en que el sistema debe recoger los cambios tecnológicos, situándose, por el contrario, muchas veces en contravía, al menospreciar la formación técnica y tecnológica e ignorar y descartar, casi por principio, la incorporación de nuevas tecnologías que maximizan los recursos   y permiten acceder, en tiempo real, a lo último del conocimiento , a su difusión y aprendizaje de forma sencilla , económica y, a veces, lúdica.
Un concepto “revolucionario”, sin duda es la masificación de internet o el derecho de todos los ciudadanos a su acceso. No deberían, por ejemplo, concederse  nuevas licencias de construcción, si no se  garantiza el acceso a la red. Extrañamos pancartas.
La incorporación de nuevas tecnologías reduce los tiempos para fortalecer áreas como matemáticas y bilingüismo, existiendo estudios en profundidad que confirman su rendimiento por encima y complementando actividades presenciales, lo cual permite potenciar  la infraestructura educativa. Estos criterios son ciertos y útiles para los estudiantes, siéndolo también para la capacitación de docentes. Podría ser un punto de partida para consensuar cualquier reforma.
La modernización del marco legal de la educación superior es una necesidad, si se observa solamente desde el punto de vista de la agregación de nuevas tecnologías y la manera en que la sociedad, las unidades productivas  y las formas de acceder al conocimiento se han transformado.
Una mirada al concepto de calidad nos confronta de nuevo con la realidad y el rumbo de la sociedad, sin descartar el problema grave de cobertura que tenemos. Son sinónimo de calidad laboratorios, prácticas, currículos adecuados, buenos salarios  y alta  formación de  docentes,  intercambios  etc. Pero también los son, pertinencia y perfiles profesionales. En esa dirección, los gremios, sindicatos y  asociaciones científicas pueden incorporarse mejor al sistema educativo. Su participación debe reglarse ¿Será privatización?
La quimera del emprendimiento tiene límites y luego de años de esfuerzo de las familias no podemos continuar ofreciendo como realización  profesional apenas expectativas o desempleo. Un salario mínimo profesional real garantizado es un reclamo apenas legítimo que debe incorporarse en una reforma educativa. También, sin menoscabo de la autonomía universitaria,  reglas  actualizadas, mejor  remuneración y  condiciones de trabajo dignas para los docentes universitarios, en centros públicos y privados, que deben estandarizarse y reglarse mediante Ley. A trabajo igual, salario igual. 
Una vez abierta esta “caja de los truenos” en que se ha convertido el proyecto de reforma a la educación superior, lo que sigue, sin perjuicio de las marchas estudiantiles que, debemos reconocer, han sido menos violentas, más divertidas y, publicitariamente, más productivas, es la reglamentación y mecanismos para consensuar  lo que sea posible  sacando  adelante una reforma indispensable.
Los estudiantes han logrado atraer la atención pero estamos en la hora de escuchar sus propuestas en positivo, ojalá  inteligentes, realizables, creativas y receptivas. Estamos, justamente, en el momento en que marchar no es suficiente.

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