lunes, 21 de marzo de 2011

Santos y el discurso liberal


Por: Luis Carvajal Basto
La evocación que el Presidente hizo de su indiscutible Liberalismo encendió las alarmas en sectores de la U, a los cuales les va a quedar más difícil que a él dejar de reconocer su talante y antecedentes Liberales, de los que, por cierto, jamás han renegado.

Al Presidente le preocupa la Institucionalización de la política, pasando por el fortalecimiento de los partidos .Más allá de eso, el Partido con que se encontró, tocó fondo en las elecciones anteriores. Su mensaje ha sido, cuando no obsoleto, ambiguo ¿Se puede pasar esa página sin un debate de ideas ni explicar las razones de tal debacle?

Más allá de las conveniencias políticas, a las que se refieren alianzas y coaliciones, alguna vez, antes del Frente Nacional, nuestros partidos tuvieron un norte ideológico y de principios que, se debe reconocer, fue desapareciendo, par y paso con los votos.

En los últimos años la preocupación por mantener un país viable ha sustituido, en gran parte, los debates sobre otro tipo de asuntos. ¿Pero pueden la búsqueda de la Paz, la eficiencia en el ejercicio del gobierno, la lucha contra las mafias, los violentos, la corrupción y el pragmatismo, sustituir esos principios y el soporte de las ideas? No parece, si observamos lo ocurrido en Colombia y el mundo después del pronóstico apresurado de Francis Fukuyama.

En estas últimas décadas en que democracia y progreso tecnológico acabaron con el muro de Berlín y el totalitarismo como doctrina, no basta al Liberalismo usar la evocación del pasado como propuesta política. Virtualidad, urbanización acelerada e incontrolada del planeta y las características de la globalización y el desarrollo, le imponen nuevas metas y retos. El impacto del narcotráfico, también.

A quienes consideran que lo “social” es la característica que los diferencia de otros partidos, habría que recordarles que eso no es ya así. ¿Existe alguno anti-social en Colombia? Pues no, ni tampoco uno que promueva la globalización y el libre comercio a ultranza, en cuanto no se trata de asuntos opcionales. Deben considerar, además, que un discurso para el rescate de los pobres no llama la atención en un país en que quienes padecen la pobreza no se sienten así, como lo ratifica, una vez más, la encuesta del DANE publicada la semana anterior.

Al Liberalismo colombiano le ha caracterizado, aunque parezca paradójico, proponer la intervención del Estado para reducir desigualdades y ejercer la autoridad legítima para proteger los derechos de todos, tanto como garantizar la libertad de empresa y los derechos individuales. Estado y mercado, sin que se aplasten uno al otro, como lo propuso el Presidente en su libro con Tony Blair.

Una vez superada esta discusión queda por ver la garantía del ejercicio de los derechos y sus límites no tanto jurídicos como físicos, económicos etc. ¿Puede cualquier Nación legislar laboralmente, por ejemplo, y como no lo reclaman los Estados Unidos para firmar el TLC, sin tener en cuenta las características de la oferta de mano de obra a nivel mundial? No se puede. Si eso se hace nuestros productos salen de los mercados y la gente pierde los empleos. Eso sería, guardadas proporciones, como pedir a Estados Unidos que solucione el problema cambiario con China, rapidito.

Existen ahora otras banderas que deben ser esgrimidas por el Liberalismo como la Universalidad de la Educación y el acceso a Internet; la defensa del medio Ambiente ,abandonada por los que se llaman Verdes , los derechos de las minorías, la subjetividad o el reconocimiento de nuevas categorías sociales con vida jurídica, como los jóvenes; el progreso técnico y democrático del campo, pero sobretodo, en nuestra Colombia de hoy, la Paz y el restablecimiento de la autoridad del Estado en términos reales y sustento de cualquier sociedad, para que la gente sienta su vida, honra y bienes protegidos.

200 años después del grito de independencia, el fantasma de una falsa dicotomía entre Bolivarianos, ejerciendo Autoridad, y Santanderistas, buscando el imperio de las Leyes, no puede ahorrar al Liberalismo el trabajo de pensar, el cual es un recurso hacia la unidad. No es tan malo, restablecer, después de una amplia discusión, linderos entre los partidos.

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