lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Gobernar con el enemigo?


Por: Luis Carvajal Basto
La falta de reglas claras, en cuanto a la participación de partidos y movimientos en el gobierno en los diferentes niveles, es una de las causas de la corrupción.

Sucede con frecuencia que los gobernantes son “sindicados” de gobernar con sus amigos a lo que responden, con razón, si alguien espera que debieran hacerlo con sus enemigos.

En democracias maduras, mucho más en aquellas con régimen parlamentario, los ciudadanos esperan, al depositar sus votos, que sean nombrados en los altos cargos, Ministerios etc., copartidarios calificados a fin de que defiendan y desarrollen sus programas e ideas, convertidos en políticas públicas o de gobierno.

Se comienza a desarrollar el ejercicio político. Un intercambio transaccional en el cual el gobierno consigue respaldo parlamentario para sus propuestas a cambio de promesas de ejecución de proyectos de interés regional etc. mediante los cuales Congresistas y Partidos encuentran la manera de cumplir sus compromisos con el electorado. Para hacerlo, obtienen asientos en los gabinetes, es decir, ministerios. Contrario a lo que “extraterrestres” puedan pensar, esa práctica es juego limpio, siempre y cuando la ciudadanía esté informada.

En Colombia, lamentablemente, no hemos podido llegar a esos niveles de información o sinceramiento. Cada, Presidente, Gobernador o Alcalde, hace uso de su capacidad discrecional, lo cual es apenas un resultado del régimen presidencialista. Cada quien considera gobernar con los mejores, claro, para ejecutar sus propósitos o programas. Los más capaces, Honrados, ejecutivos y fiables. Y muchas veces, desafortunadamente, dóciles solo a las personas y no a las Leyes o sistema.

La participación de partidos y movimientos en los gobiernos debe ser reglada. De igual manera la postulación para altos cargos en organismos de control. Tendríamos así una política “por encima de la mesa” y los Partidos ejercerían veeduría sobre sus nominados asumiendo responsabilidad y fortaleciendo el andamiaje institucional. La opinión, sabría a qué atenerse y a quien solicitar rendición de cuentas.

Incluso, muchas desviaciones del sistema político podrían ser mejor controladas, colocándose límites a los actores que pretendiendo usar sus cargos para satisfacer a sus electores, el interés de las mayorías o general, terminan haciéndolo en su propio provecho.

Del mismo modo que el respaldo de Congreso, Asambleas y Concejos es un importante ingrediente de la gobernabilidad, la opinión informada es garantía de las Libertades y el funcionamiento correcto del sistema político. Los ciudadanos tenemos derecho a conocer la filiación de quienes nos gobiernan. ¿Estará este criterio de transparencia incorporado en la próxima reforma política o seguiremos confiando ciegamente en el buen tino y “secreto” de los mandatarios? Por otra parte, decía un conocido ex Presidente: es factible dormir con el enemigo pero imposible gobernar con él. ¿Será cierto en nuestra Colombia de hoy?

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