lunes, 4 de octubre de 2010

El desbarajuste de Bogotá


Por: Luis Carvajal Basto
La capital afronta un momento de caos observable en sus trancones, pero una mirada a lo que ocurre en su órgano de control político, el concejo, puede explicar la manera en que pudimos llegar hasta aqui.

La ciudad es invivible. Desplazarse por ella se ha convertido en un acto casi heroico. Obras que nunca se terminan, trabajadores y máquinas paralizados, comerciantes quebrados y ciudadanos al borde del desespero, como ocurrió la semana anterior en la calle 94 cuando un irracional trancón estuvo a punto de convertirse en protesta cívica.

Si no fuera porque se han revelado hechos inéditos en la política de la capital, cualquiera pensaría que la responsabilidad es imputable exclusivamente a inexpertos e “invisibles” contratistas que hace pocos años no existían y de un tiempo a hoy se han convertido en exclusivos “dueños” del presupuesto público.

Pero el asunto no es tan sencillo y empieza a tener repercusiones en la política Nacional luego de conocerse serias denuncias, que no han sido aclaradas, según las cuales concejales de la U cogobiernan con el Polo, de manera vergonzante, por debajo de la mesa. Es decir, tienen puestos y contratos pero no responsabilidad en el desorden y mucho menos intenciones de ejercer control político sobre la administración.

Si añadimos al descrito episodio otros recientes como los vínculos no explicados del pintoresco personero, quien dice que los trancones no existen, con DMG, o la denuncia de Caracol sobre una conversación que compromete al contralor en hechos de corrupción, entenderemos mejor las razones del actual desbarajuste en un momento en que arrancó la campaña para Alcaldía.

Personero, Contralor y Concejo deben representar a los ciudadanos ejerciendo control sobre la administración. Si ello no ocurre así el entramado institucional no funciona; si lo denunciado es real, como parece, estamos ante una tenaza siniestra. ¿Quien la controlará?

Corresponde inicialmente al Presidente de la U, Doctor Juan Lozano, pronta y claramente, explicar si su partido participa en la administración de Bogotá, y si sus concejales tienen franquicia especial para obrar en contrario de las directrices nacionales. Eso aclararía un poco este oscuro panorama, con tendencia a complicarse a medida que se acercan las elecciones regionales.

¿En qué momento Bogotá dejó de ser una capital modelo, con estatuto propio, finanzas recuperadas, una ciudad posible, después de Jaime Castro, comparada con los carruseles y etcéteras que ahora observamos? Podría decirse que en la Administración Garzón, en la que el contralor fue el mismo gerente de sus campañas políticas, pero ello no es posible porque Garzón tampoco es responsable por lo que haga el Polo. Al fin y al cabo ahora es el líder de los Verdes.

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