lunes, 27 de mayo de 2013

Somos Pacífico


Por: Luis Carvajal Basto

La Alianza del Pacífico puede ser el punto de partida de una nueva América.


El inmenso mercado que se encuentra del otro lado del Océano puede ser el pretexto ideal para iniciar un proceso de integración que mejore, realmente, la vida de la gente en esta parte del continente. Sin embargo, no se trata “solamente” de vender bienes y servicios optimizando las perspectivas del trabajo Nacional.
Sabemos dónde comienza pero no dónde termina un proceso integrador, como la alianza del pacífico, una vez se comiencen a conocer y disfrutar sus beneficios. La libre movilidad de bienes y personas, el primero de ellos, es oxígeno puro en un mundo contaminado por la recesión. La mayor capacidad de negociación y la utilización de economías de escala, que son posibles por un mercado ampliado, le concederá un nuevo estatus a la política comercial pero también al nivel de vida de las personas.
Argumentos como que, comenzando, representamos la octava economía del planeta no son fáciles de desechar. El arranque, con un objetivo de 90% del universo arancelario desgravado, tendrá un profundo impacto, en el corto plazo, en nuestra economía, planteando retos inmediatos a empresarios, trabajadores y gobierno. Aquí, es fundamental la intervención del Estado para coordinar, remover y promover a los sectores más competitivos en el nuevo escenario. Extraña la escasa presencia de la SAC, que debería ser uno de los más interesados, en estos prolegómenos de la alianza.
A estas alturas conviene dar una mirada a éxitos y fracasos en procesos similares. El grupo Andino, por ejemplo, nunca pudo ser la realidad que se esperaba por la visión a corto plazo de sectores  en cada país que, entonces, sentían temor de perder sus pequeños mercados y, más recientemente, por las diferencias políticas en la orientación de los gobiernos. Pero esa experiencia ha sido superada por la globalización y por la historia. Con una economía irremediablemente integrada y unos costes de transporte internacional acercándose cada vez más a cero, resultan inútiles barreras y muros. Como consecuencia de ellos, el comercio con Venezuela se redujo casi un 60% en los últimos años, pero solo el formal porque la prohibición, como es natural, ha dado lugar al que no se contabiliza pero fluye, como contrabando, a través de la extensa frontera.
Para casos de éxito está Europa que, saliendo de una guerra fratricida, fue capaz de inventarse y hacer realidad la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) que fuera primero el pilar de la Comunidad Económica y más tarde de la Unión Europea. La lección es que comenzaron produciendo hechos, más que discursos, a los cuales se integraron, desde su origen, empresarios y trabajadores, teniendo como norte el interés supranacional, beneficioso para todos, coordinado y estimulado desde los diferentes Estados, entendiendo que el objetivo fundamental es el bienestar y mejor calidad de vida de las personas.
La Alianza del Pacífico es un enorme reto que aprovecha varias oportunidades económicas e históricas, pero su suerte depende de la seriedad con que lo asumamos. Para empezar, no se pueden tardar más proyectos como una vía de verdad que integre  puertos como Buenaventura y Tumaco y el eje Arauca - Villavicencio-Buenaventura. No puede ser que los costos internos de transporte superen los internacionales. Los discursos y las perspectivas están muy bien, pero ahora la tarea debe ser avalada con hechos. La integración no es muy diferente a un romance en que el novio le propone a su novia: “tú y yo, juntos, podemos hacer realidad los sueños que no podríamos cada uno por su cuenta”.

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