lunes, 13 de diciembre de 2010

¿Refundación liberal o reconocer a la opinión?


Por: Luis Carvajal Basto
La propuesta del ex Presidente Samper, para refundar al Partido Liberal, amerita una respuesta de los Liberales que se han alejado en los últimos 20 años. Haría falta comenzar por establecer el sentir de la opinión mediante una encuesta.

“Autocrítica y enmienda” es el epígrafe de la propuesta del ex Presidente, antes de poner sobre la mesa temas que van desde la definición de un norte ideológico hasta el sentido pragmático de los mecanismos que harían posible la confluencia de los diferentes sectores de origen Liberal.

La propuesta surge en un momento en que, como hace décadas no ocurría, se respira una predisposición a la unidad, motivada, entre otras razones, por la llegada de un Liberal a la presidencia con un discurso de unidad.

El ex Presidente no establece diferencias, entre los políticos con credencial y quienes se sienten Liberales sin militancia pero acompañan al Partido o a los dirigentes con ese origen cuando tienen buenas propuestas. Podría deducirse que los mecanismos a que se refiere tratan de responder a los intereses de los primeros y los contenidos ideológicos a los segundos, es decir a la opinión y sentimiento Liberal.

No cabe duda que, después de las sucesivas derrotas, el divorcio entre Liberalismo y Partido ha sido cada vez más notable. El cascaron del Partido ha querido mantener un rumbo recto hacia ninguna parte, sin detenerse a pensar sobre las verdaderas causas del colapso, “estrategia” repetidamente equivocada de acuerdo a los resultados electorales.

Los diferentes sectores han creído que accediendo al “aviso” y los recursos del Partido, la cosa cambiaría pero no ha sido así sino todo lo contrario. De acuerdo al ex Presidente “no se ha hecho el duelo”, es decir, no se han debatido las razones de las reiteradas derrotas. El autoproclamado Liberalismo Social de Serpa recibió tres sucesivas , mientras su relevo, con un dirigente de lujo como el ex Presidente Gaviria, recibió una paliza equiparable a todas estas sumadas, pero no se han estudiado ni debatido las razones. A nadie parece importarle. Hasta ahora.

Una concepción equivocada de la política, que tiene en cuenta particulares criterios e intereses pero no el sentir de la opinión, ha sido el común denominador de la debacle.

No será difícil restablecer el norte ideológico que aglutine a los diferentes sectores: el papel del Estado y el ejercicio de su autoridad para garantizar las Libertades, conseguir prosperidad, equilibrio económico e igualdad social que ha sido el estandarte del Liberalismo Colombiano, con vigencia renovada luego de la pasada crisis mundial. Allí cabemos todos.

Otra cosa es la necesaria autocrítica, el balance que permita encontrar las razones de lo ocurrido para hallar los mecanismos adecuados y buscar sintonía con la opinión y mayorías institucionales y no solo personales. Resultan sobrando las divisiones del tipo “buenos y malos”, como en el oeste americano. Otra cosa es la corrupción.

Estamos demorados en convocar un congreso ideológico y de opinión (previa encuesta) abierto a Cambio Radical, los Liberales de la U y los de a pie, superando las efímeras integraciones parlamentarias, para transformarlas en unas institucionales y sólidas, reconociendo que pueden ser indispensables para la gobernabilidad de un Presidente Liberal.

Ojalá antes de Marzo, para ver si desde allí somos capaces de llegar unidos a las elecciones de octubre. De lo contrario la opinión, que todo lo registra, entenderá que solo se trata de una nueva modalidad de acuerdos burocráticos que ha observado con justificadas reservas, a la que no le cree y por la que no vota. Parece llegada la hora de recuperar la extraviada grandeza.

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