domingo, 15 de febrero de 2009

NÚMEROS ROJOS EN LA ECONOMÍA




Números rojos en la economía
Por: Luis Carvajal Basto
En un momento como este, ciudadanos y actores económicos son más que sensibles a las señales que se emiten. Hasta octubre, el desempeño puede calificarse de aceptable. Las malas influencias vinieron y vienen de fuera. Nos creímos el “cuento” de la crisis. ¿De qué otras formas reaccionar?
De acuerdo con los datos de la ANDI terminamos 2008 con una caída en la producción manufacturera y las ventas cercana al 3%.Las exportaciones también muestran signos preocupantes. A pesar de ello, el índice de desempleo aumentó levemente y el PIB no se ha desplomado. Pero en todas partes se habla de crisis y la gente tiene temor de invertir y de comprar.
A nivel internacional, las cosas no mejoran. Continúa la cadena de malas expectativas que producen despidos y estos, a la vez, generan malas expectativas. Europa entró en recesión y la semana anterior, China, que ha acumulado un inmenso arsenal de reservas en dólares, comienza a pedir a Estados Unidos garantías para evitar su desvalorización.
Allí, el Presidente Obama ha centrado su plan de rescate en “evitar que la crisis se convierta en catástrofe”. En los últimos tres meses, también desde octubre, en Estados Unidos se han perdido 1.800.000 empleos. Ha dicho Obama que existen regiones donde la tasa de desempleo pasó de 5 al 15% en 2008.Nada alentador. El Mundo, que tiene los ojos puestos en él, no sabe si está observando un Presidente preocupado, asustado o las dos cosas.
Puestos en una balanza la imagen pesimista que transmite Obama, de una parte y los 800.000 millones que le aprobó el congreso para salir de la crisis, de otra, no se puede anticipar el resultado. Pero su actitud en vez de sumar, evidentemente resta, en medio de un escenario caracterizado por la desconfianza de inversionistas y consumidores.
Por otra parte, no ayuda al clima de negocios la incertidumbre acerca de hasta adonde va a llegar la actual administración en términos de defender los empleos en Estados Unidos a costa de la liberación del comercio. La renuncia del designado Secretario de Comercio Gregg, amigo de los TLC, arguyendo “diferencias insalvables”, podría interpretarse como una negativa a convertirse, dadas las circunstancias, en “Secretario de protección”.
En Colombia, el gobierno y las autoridades monetarias han actuado con cautela. Ni se ha tratado de crear pánico, anunciando catástrofes, ni el Banco de la República ha bajado tanto ni tan rápido las tasas de interés, como para permitir una mayor escalada del dólar, lo que aumentaría las presiones inflacionarias.
A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, no tenemos que estabilizar aquí el sistema financiero ni comprar activos tóxicos (entre otras, parecidos a los de DMG), ni decretar el cese de los embargos de viviendas. Pero, aparte de lo anunciado, es mucho lo que se puede y lo que no se debe hacer para evitar el impacto pleno de la crisis.
Si algo está claro es que nadie sale de ella sin un incremento en el gasto público y el déficit fiscal. El gobierno anticipó el cronograma de gastos, pero es bien probable que esto no sea suficiente. Va a tener que aumentar sus niveles de endeudamiento: el mal menor. El sector privado, la banca y los mismos sindicatos pueden ayudar en la focalización del gasto que se viene.
Para empezar, se deben “sintonizar” las acciones del gobierno Nacional y las entidades territoriales. Por ejemplo, mientras que el gobierno del Valle del Cauca asume medidas expansivas, como comprometer vigencias anticipadas, el de Bogotá asume otras restrictivas y hasta recesivas, como el pico y placa, y no “encuentra” recursos para proyectos dinamizadores de la economía, como el tren de cercanías. Alistémonos para salir de los formatos y asumir medidas excepcionales. La situación que se ve venir, lo es.
Luis Carvajal Basto

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