martes, 2 de octubre de 2007

Mi Guayasamin

GUAYASAMIN
Luis Carvajal Basto
Tuve la oportunidad de conocer a Guayasamin en un viaje realizado a quito en 1993, enviado por el Alcalde Jaime Castro a representarlo en un encuentro de ciudades capitales Iberoamericanas.
Me pareció Quito una ciudad Bonita y limpia. Parecida a la Bogotá de los 60s.Así de tranquila. Todavía me impacta el recuerdo nevado de sus cumbres y volcanes. Es un “larguero” en que destacan su calle Amazonas y sus plazas Grande y Chica. Y sus Iglesias. Llegando de un país en que la violencia había aparecido con furor, se extrañaban las 4x4 con escoltas. Presidentes y Alcaldes circulaban desprevenidamente por sus calles.
Luego de las sesiones de rigor en que con orgullo presentamos los logros del Programa Ciudad Bolívar, que entonces dirigía, me senté en el Lobby del hotel Acros a escuchar a Vivaldi, interpretado por un pianista Colombiano. En eso estaba cuando recibí una llamada: Jamil Mawat quien entonces era Alcalde y luego Presidente de Ecuador, con quien hice buenas migas, estaba al teléfono: ¿Luis, ya estas acostado?, preguntó .Le dije que no y entonces dijo: ponte algo abrigado que enseguida mando a recogerte. Te tengo una sorpresa.
Francamente pensé que se trataba de alguna farra (que las tuvimos) , por cuanto ese día habíamos almorzado en su apartamento privado y algo de eso conversamos. Esperaba, pasar un rato agradable que justificara el frio que sentía.
En cambio de su apartamento la camioneta me llevo a una casa antigua en el centro de la ciudad. Serían las 11 de la noche y las calles estaban semivacías. Pero allí, varios carros estacionados anunciaron que la cosa estaba movida.
En lugar de las amigas de Jamil encontré cámaras de televisión y toda la parafernalia que implican las grabaciones de programas. Pensé ahí que me irían a pedir algún testimonio sobre el encuentro, pero tampoco había más invitados, lo cual me extrañó.
Pronto, Mawat se acercó con un Hombre mas bien pequeño, trigueño y de unos setenta años, para sacarme de dudas.”Te presento a nuestro más grande pintor. En realidad, uno de los mas grandes de Latinoamérica”, remató.”Lo hemos sacado de su casa museo para que le presente al mundo toda su obra, desde su país, cosa que no ha hecho”, en voz baja me dijo que podía ser la última oportunidad de algo así, por la edad del Maestro.
Rápidamente hicimos buenas migas, los tres. Nos entendíamos fácil. La conversación era agradable y cuadro a cuadro, paso a paso , empezamos un recorrido, solo los tres, seguidos por los camarógrafos en un documental, el último y tal vez el único que conserva la televisión Ecuatoriana, sobre la obra del gran Maestro.
Hablamos de Ciudades, de concepciones del Mundo en que rápidamente afloraba su Marxismo, del que además se creía. Eso me desencantó porque no entendía de que manera un Hombre que pintaba como un hereje y hacía tantas maravillas con colores, luces y sombras, recitaba los dogmas de la religión de Leninistas y Estalinistas con un fervor más parecido a la fe que a la duda metódica. Esa fue mi primera sorpresa.
La segunda fue cuando le pregunté el porqué de su obsesión por las mujeres. Inmediatamente, nos contó la historia de amor particular que le inspiró cada cuadro, con detalles en que quería hacernos ver sus dotes de Don Juan. Aunque soy de los que cree, con José María Raventos ,que si bien no podemos poseer a todas las mujeres que nos gusten, debemos morir en el intento, me fastidió la revelación de particularidades que en verdad, creo son de cada pareja. Que pertenecen a su intimidad. Guayasamin, entusiasmado se encontraba como dicen los Literatos, “en poseso”. Así nos narró los romances que inspiraron sus cuadros. Muchos.
Dos cosas mas recuerdo de esa maravillosa Noche. La explicación de la utilización y lo que para el representaban los colores. Para alguien como yo que poco de Pintura, fue sorprendente la revelación de que todos no tenemos la misma percepción del color. Me dijo que las diferentes Razas se relacionaban con el color de diferente manera. Eso, lo vine a entender años mas tarde en una exposición de arte contemporáneo Africano en el Guggenheim de Bilbao: Los Negros ven y expresan los colores de otra manera. Mas viva, tal vez.
La segunda cosa que recuerdo fue una frase pintada en una de sus Obras. Inspirada en otro de sus amoríos. Después de ese día entiendo un poco mejor lo que todas las mujeres, en todas partes, sienten todas las veces. Su eterna espera. La frase decía” Siempre voy a volver. Mantén encendida una Luz”. Siempre que mi Esposa o Hija me preguntan:¿a que hora regresas?, recuerdo a Guayasamin.
Serían las tres de la mañana cuando nos despedimos. Me invitó a su casa museo y me prometió una litografía firmada, un almuerzo y más conversación. Nunca fui. Yo también estaba enamorado y alguien tenía una Luz, prendida.
Bogotá Junio de 2007

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