lunes, 22 de julio de 2013

Buenos muchachos ( La reacción del gobierno)

Buenos muchachos (La reacción del gobierno)

Por: Luis Carvajal Basto

El último tramo de los gobiernos, en todas partes, es siempre el más difícil. Estamos viendo en Colombia que con reelección en el horizonte, puede serlo más. ¿Han respondido los ministros al desafío?

La convergencia de paros, como el del Catatumbo, y el anuncio de otros, coinciden con el periodo preelectoral, la eventual reelección del Presidente y  los diálogos en la Habana. También, con las manifestaciones, lamentablemente violentas, de sectores que no han encontrado otra forma de expresarse dentro del sistema político.
Alguien dijo que hombres y gobiernos no existimos en el periodo que escogemos si no en el que nos corresponde vivir. No vale quejarse. El gobierno parece sorprendido por los paros en desarrollo y los que se anuncian. Por sectores que reclaman. ¿Es suficiente denunciar que son reductos de las FARC, políticos en campaña, oportunistas o criminales? Pareciera que las respuestas del gobierno no son estructuradas e institucionales si no esperanzadas en personas de quienes esperamos capacidades excepcionales o mágicas, un poco  extrañas en este periodo de gran impacto tecnológico, también para la ciencia de gobernar.
El Catatumbo  puso a prueba a  los Garzón que debieron regresar por donde fueron. Ni hablar del papelón que en todo esto ha hecho el  ministro del interior quien considera que su trabajo, en circunstancias como estas, es recordarnos la Constitución a través de los medios o hacer denuncias en lugar de anticiparse, consensuar y, en últimas, liderar el ejercicio de la autoridad. ¿Será que el ministro de la política considera que esta solo se reduce al congreso, lugar donde, por cierto, no ha sido puesto a prueba?
No es  sorpresiva la explosión de tantos intereses que encuentran este momento como el mejor para sus actividades de “pesca”: presión a los diálogos; mayor tajada en los subsidios del Estado; oposición política; obtención de licencias ambientales y, faltaba más, justos reclamos de comunidades que, a pesar de los titulares, no tienen vías, ni servicios básicos, ni trabajo formal, ni prestaciones sociales haciendo, otra vez, evidente la existencia de dos países: el formal y el real.
¿Sorpresa?: los partidos, encargados de relacionar las demandas de la sociedad con el Estado, se han convertido en fortines casi exclusivamente parlamentarios. La política entendida así deja por fuera del sistema a sectores que buscan maneras de expresarse. Es una de las deudas que los colombianos y, sobretodo, los políticos tienen con la participación consagrada en la Constitución.
Lo que  sorprende es la actuación “inocente” y muchas veces descoordinada  de algunos miembros del equipo de gobierno, comenzando por el de Hacienda quien  ante los primeros anuncios de más paros dijo que el gobierno tenía “listos los recursos que se necesiten”. Cualquiera podría interpretar eso como una señal de debilidad o una  oportunidad ante la cual conviene extender la red. Viene subienda, dirían los pescadores del Magdalena.
El ministro de comercio, en un momento en que diferentes sectores, como el de calzado, sienten la presión de  competencia desleal que genera cierre de pequeñas y medianas empresas y el despido de trabajadores, declara  que todavía le faltan tres tratados comerciales, uno de ellos con Japón. Los autopartistas deben estar pensando su reacción. El ministro, orgulloso de cumplir las propuestas fijadas hace tres años, periodo en que han pasado tantas cosas en Colombia y el mundo, no parece  “conectado” con las circunstancias del país ni interesado en los problemas que en este momento  atienden sus compañeros de gabinete.
No hace falta experiencia y un curso de alto gobierno para saber que cerca de las avispas no convienen alborotos. Por verse los resultados de la reforma a la salud resulta extraña como innecesaria  la polémica abierta por el ministro de salud con Juan Gossain por su justificada denuncia según la cual muchos medicamentos son más costosos en Colombia que en cualquier lugar del mundo, incluidos países de más altos niveles de ingreso. Mucho menos, su respuesta según la cual ese ministerio “ya había expedido una resolución”. Podría añadirse, una Constitución e incontables Leyes que, desafortunadamente, no se cumplen y sirven para ilustrar las diferencias entre un país formal, al que parece representar el ministro, y otro real al que pertenecemos todos, sintiéndonos  bien representados por Juan, a pesar de su “ignorancia”.
Tanto como la competencia técnica es importante en el desempeño del gobierno la experticia política y el sentido común: anticiparse y prever escenarios es siempre mejor que hacer el papel de bombero perezoso, apenas reaccionando. Para el gobierno, el proceso de Paz no sirve como disculpa. Debería ser, por el contrario, el mejor motivo para mantener encendidas las alarmas. Lo que a nadie le cabe en la cabeza es que se promuevan, desde el mismo cuartel de bomberos, más incendios, aunque sea de manera involuntaria, falta de experiencia o  “descuido”.

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