lunes, 10 de junio de 2013

Santos: ¿Reelección anticipada?


Por: Luis Carvajal Basto

A un año de las presidenciales, con excepción de Vargas Lleras, convertido por ahora en su jefe de debate, no le aparece contendor.


Con el mismo Uribe, su principal rival en el terreno político y en todas las encuestas, fuera de combate por disposición Constitucional, las presidenciales de 2014 parecen hoy, un año antes, una formalidad.
Faltando parte del presupuesto de 2013 y el de 2014 por ejecutar a Santos le aparecen, todavía, más aliados que contradictores. Apenas algunos escarceos entre  Verdes y  Conservadores dejan ver lo que será la campaña y la manera como se alinearán los sectores parlamentarios que, en su gran mayoría, respaldaran a quien observen con más probabilidades de ganar y ese, hasta ahora, es el presidente.
Por los lados de la oposición, el Uribismo no logra acreditar un candidato que recoja significativamente el arrastre de su líder mientras la  “izquierda” sigue dividida en diferentes formaciones que apenas comienzan a conversar sobre una consulta en que destacarían Clara López y Antonio Navarro, faltando una eventual representación política de la llamada Marcha Patriótica o, dependiendo de los diálogos, las FARC. Todos están, en las actuales encuestas y en la capacidad de cambiarlas en lo que falta, lejos de Santos y también de su eventual reemplazo, Germán Vargas, quien pareciera no acumular desgaste alguno sino todo lo contrario, sin romperse ni doblarse, en su paso por el gobierno, incluyendo lo que pueda pasar con los diálogos de Paz cualquiera sea su resultado.
La cosa sería Santos o Vargas, pero eso estaría garantizado si la política se redujera a la que mueven los congresistas. Las elecciones de 2010, sin embargo, reafirmaron que existen sectores de la población, fundamentalmente urbanos, que no se alinean con el voto parlamentario que se aglutina en los partidos. Eso fue la Ola verde y los 3,6 millones de votos del ahora “desaparecido” Mockus, que recogió gran parte de la inédita votación de Carlos Gaviria en una elección anterior.
Descartada la participación del procurador, la oposición Uribista queda en manos de candidatos sin suficiente reconocimiento. De acuerdo con las encuestas el voto de Uribe no es endosable pero, sin duda, podría acoger, dependiendo de las circunstancias, entre 3 y 4 millones de votos de los 9 que consiguió Santos en 2010. Enrique Peñalosa tratará de convocar  lo que queda de los Verdes para buscar convertirse en el líder de una coalición que incluiría al Uribismo.
Si las elecciones fueran hoy, con seguridad tendríamos una segunda vuelta a la que llegarían Santos(o Vargas) y el candidato Uribista o el que resulte de los sectores de Izquierda. Paradójicamente, al hoy presidente puede convenirle más competir con el Uribismo y convencer a los votantes de izquierda para consolidar un triunfo que hoy parece asegurado. Si nada extraño pasa, el proceso de paz definirá la coyuntura política entre  “amigos” y “enemigos” del proceso que se alinearán en esa segunda vuelta.
No  se debe olvidar que ahora el Liberalismo está del lado del Presidente y la pregunta para responder es si será el Partido que en la primera vuelta de 2010 apenas alcanzó 638.000 votos, su votación más baja de la historia o el que, de acuerdo con las encuestas, sigue siendo el sentimiento mayoritario entre los colombianos. Recientemente el Barómetro de las américas, por ejemplo, encontró que los simpatizantes Liberales pasaron de  18,9% en el 2010, con el hoy ministro Pardo,  a 38,6% en el 2012. Valdría la pena añadir que  en 2008 estaban en 41.3%, antes de Pardo,  en el mismo estudio, descartando actos de magia en la política contemporánea.
En cualquier caso no serán los sectores parlamentarios sino los de opinión los que van a definir las presidenciales de 2014. Los congresistas Conservadores, por ejemplo, tendrán un ojo puesto en el presupuesto y la evolución de la situación política y otro en la composición de las listas del Uribismo, pero no serán una fuerza decisiva. Si Santos logra interpretar el sentimiento Liberal, un concepto más amplio que el de partido, y aglutinar sus vertientes históricas, no necesitará de mucho más para ser elegido nuevamente. Pero un año es un año. En política, una eternidad.
@herejesyluis

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