lunes, 1 de octubre de 2012

Cartagena: problema emblemático



Por: Luis Carvajal Basto

Mucho de lo que ocurre en otros municipios y entidades territoriales de Colombia y América Latina, se puede observar en el caos de mala gestión denunciado en la Heroica.


El maestro Juan Gossain, sin buscarlo, se ha convertido en un veedor de lujo de lo que ocurre en la ciudad predilecta de los colombianos. Ha conseguido que nos interesemos en ella, más allá de lo que disfrutamos al pasar unos días en sus playas, en Bocagrande o en el centro histórico. Su conocimiento de los temas públicos, luego de tantos años auscultando al país, con los ojos de director de uno de nuestros más importantes medios en que ejerció con mesura, objetividad y su natural empaque de persona buena, le ha permitido observar con particular y privilegiada visión los problemas de la ciudad que habita. Y lo que cuenta nos tiene preocupados.
Nos ha recordado Juan que Cartagena, ya con más de un millón de habitantes, también existe para los problemas. Más allá de la privatización anárquica de monumentos históricos y espacios públicos, se ha develado caos en la gestión de gobierno que poco tiene que ver con la precaria salud de su alcalde. Lo ocurrido con el contrato para la recolección de las basuras y la indebida intervención de sus familiares en los asuntos de gobierno son lamentables, como también lo son los problemas de empleo, salud, alcantarillado etc. Lamentablemente, para los colombianos, no son excepción sino regla en muchos lugares de nuestra geografía.
La ausencia, en este caso justificada, del alcalde por problemas de salud se repite por todas partes ¿Cuánto tiempo permanecen los gobernantes en sus lugares de trabajo? Valdría la pena, más bien, establecer cómo se distribuye su factor más escaso, el tiempo, y no el “lugar” en que se encuentran. Tecnología y comunicaciones se han encargado de cambiar costumbres y paradigmas. Convendría conocer cuánto gastan resolviendo problemas no estructurados y urgencias, la calidad del soporte técnico y político de que disponen, sus “Bancos” de problemas y escenarios y sus unidades de procesamiento de ellos, así como el seguimiento de proyectos y gestión. Áreas en las que estamos “crudos” en buena parte de Latinoamérica.
Algo parecido ocurre con la corrupción en la contratación, querido Juan. Aun está fresco el escándalo de la licitación de la recolección de las basuras, no solo en Cartagena sino en Bogotá, billete incluido en los pliegos. Y lo que es peor, sin resolver, amenaza incorporada de volver a los tiempos de la EDIS ¿Recuerda usted como era la cosa antes y episodios como el de “la maleta de Fonseca”? El saliente Superintendente de industria y comercio José Miguel De la Calle nos ha recordado, apenas la semana anterior, que “En Colombia los cálculos señalan que más del 60 por ciento de los contratos públicos se adjudican previa manipulación para ganar una licitación”. ¿En donde transcurre todo eso?
Se ha denunciado que el alcalde de Cartagena es objetivo de presiones de contratistas y de diversa índole, cosa que ocurre a todos los gobernantes. Las preguntas que deberíamos responder son del tipo ¿Cuánto estamos preparados Instituciones y ciudadanos para hacer frente a la corrupción? ¿De qué tamaño es la participación ciudadana, establecida por la Constitución, en el control de los asuntos públicos? ¿Será que el debilitamiento de los Partidos conviene a la democracia, como muchos creen? Terán fue elegido con 158.000 votos por el partido Alianza Social Independiente ¿Ese partido todavía existe o las fuerzas que lo integraron crearán otro, si el alcalde se desgasta, como ha ocurrido en Bogotá, para citar un caso?
Completando el cuadro de la demacrada Cartagena, al concejo municipal fue presentado una extensión de su periodo de sesiones “Por el cual se autoriza al alcalde Distrital para la asunción de compromisos con cargo a presupuestos de vigencias futuras ordinarias para financiar proyectos de infraestructura en los sectores de educación, deporte, saneamiento básico y transporte – vías, en el distrito turístico y cultural de Cartagena de Indias y se dictan otras disposiciones”. Es decir, la ciudad quedará hipotecada, deuda que deberán pagar las administraciones y generaciones futuras. Debe ser porque su alcalde es notable, tanto que “ocupo el noveno lugar entre todos los de Colombia” según una encuesta publicada en el pasado Mayo y difundida por la misma alcaldía. ¿En cuántos municipios y departamentos pasa lo mismo? ¿Qué hemos hecho para frenar tanto abuso?
La situación de Cartagena es lamentable, como lo es que no existan más ciudadanos como Juan en otras ciudades de Colombia, pero no es, infortunadamente, una excepción sino un emblema, en este caso negativo, de lo que ocurre con nuestra precaria gestión pública.
@herejesyluis

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